Hace unos días observaba en un restaurante como una mamá le ponía al frente
y sobre la mesa un teléfono celular a un niño no mayor de 2 años
aproximadamente. Deduje que ella lo hacía para mantenerlo tranquilo y que así
pudiera comer sus alimentos, sin darse cuenta en el gran riesgo que corría el
infante al estar absorto a la pantalla mientras comía.
¿Por qué digo gran riesgo? ¿Qué peligro puede haber que el niño mientras
come vea una pantalla?
Al estar el niño atento a la pantalla, puede no masticar correctamente y atragantarse,
situación que condiciona una interrupción de la respiración y en consecuencia
asfixia.
Y es que, en la actualidad, es algo común que a los niños se les den
pantallas y equipos electrónicos desde muy temprana edad, práctica incorrecta e
incluso peligrosa.
La OMS recomienda evitar que niños menores de dos años usen pantallas. Para
niños de 2 a 5 años, se sugiere un máximo de una hora de uso de pantalla al
día, y cuanto menos, mejor. Es importante que los padres acompañen a sus hijos
en el uso de pantallas, eligiendo contenido de calidad y fomentando otras
actividades saludables.
Independientemente del retraso en el desarrollo en las habilidades de
comunicación, alteraciones en la motricidad fina y daños oculares, el uso de
pantallas son un factor de riesgo para accidentes por asfixia, así como ingesta
inadecuada de alimentos.
Es muy común qué en mi práctica médica, las mamitas lleguen a consulta
porque sus hijos no quieren comer o comen poco y me solicitan vitaminas o
medicamentos que les “abra el apetito”. Sin embargo, al indagar en la dinámica
de la alimentación, la gran mayoría de las veces refieren que acostumbran
darles teléfonos o tablets para mantenerlos tranquilos.
Después de un análisis de cada paciente, la conclusión es: ¿quiere que su
hijo coma? ¡Quítele las pantallas electrónicas al momento de las comidas!
Y esto tiene una explicación:
Al estar los niños distraídos mirando las pantallas, comen más lentamente,
espaciando el tiempo entre bocado y bocado lo que condiciona que su cerebro
reciba una señal incorrecta de saciedad.
Pongo como ejemplo el hecho de estar comiendo y a la mitad de la comida,
llega alguna persona a tu casa y en lo que la atiendes o despides, al regresar
a comer has perdido el apetito. Es la falta de continuidad en la ingesta de
alimentos lo que provoca esa sensación de saciedad.
Así mismo, es importante saber y entender que los niños no pueden comer
igual que un adulto. La cantidad es diferente y la manera también.
Es importante que los bocados sean pequeños para que puedan masticarlos
correctamente y en consecuencia tragarlos sin riesgo. Un bocado grande tiene
mayor riesgo de atragantamiento.
Así mismo, si la comida es seca, es importante que el niño tome sorbos de
agua que le permita deglutir más fácilmente los bocados.
De ninguna manera es recomendable dar a los menores de edad refrescos
embotellados, ya que tienen un alto contenido calórico, mismo que no es
benéfico para la salud. Lo mismo aplica para jugos y néctares envasados.
Con respecto a los alimentos chatarra, los niños menores de 5 años, no
deben consumir caramelos o dulces de pequeño tamaño, ovalados o redondos, ante
el riesgo de asfixia o broncoaspiración, independientemente del inadecuado aporte
nutricional por el alto contenido calórico.
Era el año de 1912 cuando se inventaron los caramelos Life Savers (Salvavidas
en español) por Clarence Crane. Él, desarrolló esta marca de dulces como una
alternativa práctica a los caramelos duros tradicionales, especialmente durante
el verano, ya que resistían mejor el calor que el chocolate.
Sin embargo, este invento tuvo un beneficio adicional inesperado: Al tener un
orificio por el centro, se disminuía el riesgo de asfixia, pues al atragantarse,
este orificio permite el paso de aire a los pulmones. Caso interesante.
Algo similar sucede con las frutas y verduras. Éstas, crudas o cocidas,
deben ser cortadas en tamaño pequeño y de preferencia de manera lineal, a fin
de evitar atragantamientos y accidentes por asfixia.
Una de las preguntas más comunes en mi consulta de los papás primerizos es ¿Cuándo
debe iniciar la alimentación sólida el bebé?
La respuesta es a los 6 meses, y es la dentición que nos indica que el bebé
ya puede alternar la lactancia materna con alimentos sólidos.
Sin embargo, la deglución se considera mejor dominada en los niños entre
los 2 y 6 años de edad, cuando la función masticatoria se desarrolla y la
deglución se vuelve más consciente y voluntaria. A esta edad, el niño pasa de
la deglución visceral (que se desarrolla en bebés) a la deglución somática
(similar a la de los adultos) y en consecuencia ya pueden comer solos, aunque
siempre será necesaria la vigilancia de un adulto, situación que en ocasiones,
no se le da la importancia real al momento de la ingesta de alimentos.
El sentido del gusto comienza a desarrollarse en el útero, desde las
primeras semanas de gestación, con la formación de las papilas gustativas. Al
nacer, el bebé ya puede distinguir entre sabores dulces, amargos y ácidos,
prefiriendo los dulces como los de la leche materna.
A partir de los 6 meses, con la introducción de alimentos sólidos, el
sentido del gusto se sigue desarrollando y el bebé comienza a experimentar y
aprender sobre una variedad de sabores, por lo que es importante evitar
condimentar o endulzar los alimentos que se les otorga.
Lo que para nosotros puede saber desabrido, para el bebé será de buen sabor.
Mientras más dulce o salado se le de al niño, más querrá comer de esta manera
con el riesgo de adquirir malos hábitos alimenticios, así como una selectividad
hacia alimentos muy condimentados que puede causar disminución del apetito
cuando se ofrecen alimentos poco condimentados o poco azucarados. Es lo que se
conoce como niño melindroso, que se caracteriza por ser muy quisquilloso con la
comida, rechazando o siendo reacio a probar alimentos nuevos o diferentes a los
que ya consume.
Por todo lo anterior, es importante que al momento de comer y antes de los
2 años de edad en especial, a los niños no se les den pantallas electrónicas
como método de distracción para que coma.
De igual manera, no es adecuado obligarlos a comer o regañarlos, ya que se
pondrán a llorar, causándose una retroalimentación negativa que asocia el llanto
a los momentos de alimentación y que pueden favorecer trastornos alimentarios.
Los niños aprenden lo que los papás les enseñan por eso hay que enseñarlos
a comer, masticar y tragar correctamente.
Papás y personas a cargo de niños: Proporcionen hábitos sanos y maneras
correctas al momento de comer, sin distractores y con la alimentación adecuada
y acorde a la edad para que los niños tengan un buen apetito y un adecuado
crecimiento.
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de mayo del 2025