Con cuanta pena he tenido que atender pacientes que son víctimas de violencia familiar. Lo más grave del caso es que en muchas ocasiones no saben que son víctimas de ello o peor aún, a pesar de saberse víctimas tienen que aguantar porque no les queda de otra forma.
Les comento el caso de una paciente que acude a mi consultorio para control de hipertensión arterial. La paciente es sexagenaria, delgada, apegada a su tratamiento, sin embargo logro percibir en su lenguaje no verbal la presencia de un problema. A pregunta expresa de que si todo estaba bien, la paciente responde que ya no aguantaba más, que quería salir huyendo, que ya no podía vivir así y prefería irse a su pueblo de origen que seguir soportando el mal carácter y los malos modos de su esposo que por más de 40 años la agrede de forma verbal una y otra vez, agresiones que ha tenido que soportar por sus hijos inicialmente y que en la actualidad sigue aguantando porque no tiene una fuente de ingreso económico y por su enfermedad, pues sabe que si se va de la casa, el esposo le quitará el seguro social y obviamente no tiene dinero para comer ni para comprar los medicamentos para la presión.
Todo esto inicia desde que la paciente recién casada aceptó esta situación de violencia por diferentes motivos: miedo, desconocimiento, por lo hijos, por la esperanza de que el agresor podía cambiar. Sin embargo el uso se vuelve costumbre y la costumbre ley, por lo que ahora sigue siendo presa de violencia familiar estando en la vejez.
La violencia es un problema que afecta a diversas esferas de nuestra familia. No toma en cuenta diferencias de etnia, religión, edad, género o nivel socio económico. Se puede presentar en cualquier familia (incluso hasta en aquellas que aparentan una excelente relación).
Dados los sucesos de violencia que vivimos en nuestra sociedad, se ha traspolado hasta el seno familiar, empezándose a ver como algo normal y sin remedio.
Hoy sabemos que desafortunadamente la violencia se enseña, se aprende, se legitima y desafortunadamente se repite. ¿Qué quiere decir esto? Que los hijos del matrimonio que sufre violencia, aprenden de los padres, lo ven como algo normal y natural y ejercen esta violencia en su familia de origen y posteriormente en la familia que formen al ser adultos. Vivimos en un país en el cual todavía se sigue imponiendo por las madres la falta de equidad en el género. Ejemplo: Los niños no tienen porque lavar los platos, esa es tarea de mujeres, condicionando conductas en los niños como abusadores y en las niñas con estereotipos de que es lo que tienen que hacer por su condición de género, formándose un círculo vicioso del cual es muy difícil salir. Sin embargo la violencia se puede prevenir e inclusive es posible escapar de ella.
La violencia se promueve de diferentes maneras: En los medios masivos de comunicación, en la conducta de los adultos frente a los niños, en el hogar. ¿A quién no le ha tocado presenciar a una mamá indignada, gritando improperios y tocando el claxon de forma persistente cuando se le ha hecho tarde para llevar a sus hijos a la escuela y el tráfico es muy lento?
Existen diferentes tipos de violencia: física, verbal, psicológica, sexual y por abandono. La más fácil de identificar por las personas es la física, sin embargo las más comunes son la verbal y la psicológica. Es muy difícil saber con qué frecuencia se presenta la violencia sexual, pues en muchas ocasiones queda oculta en la alcoba conyugal.
A continuación ejemplos de violencia en sus diferentes modalidades
Violencia física: Golpes y maltrato físico a cualquier integrante de la familia por parte de uno de los miembros. En la mayoría de los casos, la violencia es cada vez más agresiva llegando incluso a ser incapacitante o mortal.
Violencia verbal: Insultos e improperios por parte de uno de los miembros de la familia a los demás e incluso puede ser de todos contra todos, siendo afectados los más débiles del núcleo familiar, situación que en muchas ocasiones se equilibra cuando los hijos crecen y los padre se vuelven ancianos, invirtiéndose así los papeles, las víctimas pasan a ser victimarios y los victimarios víctimas. Como se dice en forma coloquial “todo se paga en esta vida”
Violencia psicológica: En este tipo de violencia, el victimario tiende a disminuir la autoestima de la víctima, en muchas ocasiones con palabras dulces o tranquilas y en otras, combinándose con violencia verbal. “Mi amor, no es que seas tontita, lo que sucede es que eso de pensar no se te da…” “Cada día te sale peor la comida, a ti hasta el agua se te quema…” “No cabe duda, eres malísimo en la cama, luego no te quejes cuando te ponga los cuernos…” “Deja eso, tú no puedes hacerlo, por más que se te expliquen las cosas no aprendes…”
Violencia sexual: Como se mencionó en un inicio, es muy difícil saber la realidad de este problema pues muchas veces queda oculto en la intimidad por pudor. El victimario condiciona u obliga a la victima a tener relaciones sexuales en sus diferentes variedades en contra de la voluntad de la víctima. “Que conste, luego no te quejes que salga a buscar en la calle lo que se me niega en la casa…” “¿Cómo que no quieres? Es tu obligación como esposa…”
Violencia por abandono: Esta se presenta cuando un miembro de la familia tiene alguna desventaja física por enfermedad o edad avanzada, condicionando que no se pueda valer por sí mismo. La víctima deja de ser atendida en sus necesidades básicas de alimentación, higiene o cuidados y pasa a ser una carga para los demás miembros de la familia.
Comunicar y compartir con respeto lo que nos sucede, escuchar al otro, aceptar ideas diferentes y llegar a acuerdos, reconocer y corregir faltas favorece la aceptación mutua, y es el primer paso para evitar que se desencadenen situaciones de violencia. La comunicación es la clave del fortalecimiento de las relaciones interpersonales en la familia. En la actualidad existen distractores que pueden interrumpir esta comunicación como lo es la televisión, el uso del internet y teléfonos celulares o dispositivos móviles. A la hora de la comida, están reunidos todos los miembros de la familia, el televisor encendido y todos mirando el programa sin entablar plática ¿les recuerda algo esta escena?
La violencia en la familia no es igual a la que actualmente vivimos en la calle ni entre personas que no se conocen, ocurre en el lugar que debería ser el más seguro: nuestra propia casa. Esto sucede porque el agresor se siente seguro al saber que en la mayoría de las ocasiones no lo van denunciar.
La violencia más común es en contra de las mujeres, los niños, los ancianos y personas limitadas o con capacidades diferentes.
Quienes viven inmersos en la violencia familiar, sienten temor al cambio y a la posibilidad de convivir en armonía pues no saben cómo lograrlo.
Compartir las responsabilidades, decisiones, respetarnos y aceptar cambios, aligeran la carga para todos y facilitan así una convivencia armoniosa.
Recuerda que lo que se siembra es lo que se cosecha, y que algún día dependeremos de los que ahora dependen de nosotros.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
http://medicasanvicente.sitiosprodigy.mx
Cancún, Q. Roo, México. Septiembre del 2011
Bibliografía:
· El libro de los papás y las mamás. Secretaría de Educación Pública© México, 2000