miércoles, 1 de diciembre de 2021

OMICRON

Ante la nueva variante del Covid-19 conocida como OMICRON, nombre tomado del alfabeto griego y que corresponde a la letra O, todos los países del mundo prenden focos de alarma ante la posible llegada de la cuarta ola de infección.

Con preocupación he escuchado el discurso de algunas autoridades quienes minimizan esta situación. Parece un déjà vu de lo sucedido a finales del 2019 y principios del 2020, subestimando las medidas que en este momento están tomando otros países en donde ya se han presentado casos.

Es poco lo que se sabe hasta ahora de esta variación del virus, pero lo que ya debimos haber aprendido es que la prevención y el autocuidado son las principales herramientas contra esta enfermedad.

En estos momentos, es común ver reuniones, mítines, manifestaciones, eventos deportivos, eventos artísticos y otro tipo de actividades con gran afluencia de participantes, algunos con uso de cubrebocas y la gran mayoría con un uso inadecuado del mismo. De igual manera, es frecuente llegar a tiendas y comercios en donde se encuentran un frasco semivacío de gel en la entrada, un termómetro desconectado, tapetes sanitizantes secos y usuarios que entran a estos lugares haciendo caso omiso a dichas medidas de prevención en mal estado, sin importarles el riesgo al contagio.

Pronto se nos ha olvidado que hasta hace unos pocos meses estábamos en plena tercera ola del repunte de la pandemia, con una gran cantidad de contagios y un elevado número de fallecimientos.

Todos en algún momento hemos vivido o conocemos de la pérdida de un ser querido en las familias y tal parece que hasta eso hemos olvidado.

En cuanto a la prevención masiva, las campañas de vacunación han sido lentas y lo peor aún, es que la gente no participó copiosamente, sino por el contrario, hubo resistencia a la aplicación de la vacuna al dejarse llevar por voces malinformadas acerca de los componentes de las vacunas que generaron temor y dudas en la población. Tal como se observó en nuestra ciudad cuando se anunció que se aplicaría la vacuna Pfizer a los rezagados y personas en el rango de edad correspondiente, se hicieron filas kilométricas por la respuesta interesada que se suscitó; mientras tanto, para la aplicación de otras vacunas la gente acudió en menor cantidad, menospreciando otras marcas bajo el argumento de que una es mejor que la otra, aseveración totalmente errónea, pues hasta el momento ninguna ha demostrado 100 por ciento de efectividad, pero tampoco han demostrado ser menos eficaces.

Y lo más grave del caso en estos procesos de vacunación, es que antes de entrar a los lugares en donde se aplican las vacunas, mismos que se caracterizan por tener todas las medidas de seguridad conocidas, las personas se encuentran sin tener sana distancia, sin lavado de manos y con un uso del inadecuado del cubrebocas.

Como podemos apreciar, estamos cayendo en el error de pensar que esta pandemia ha terminado, que por el hecho de tener una semaforización que permite mayor aforo en los centros de reunión, el regreso a clases y la apertura de actividades no esenciales, es factible andar libremente por la calle olvidándonos de practicar las medidas preventivas observadas durante lo álgido de la pandemia.

Lo cierto es que esto aún no termina. Y desafortunadamente, todavía es lejano el día en que pueda terminar. Por tal motivo no debemos bajar la guardia pensando que no pasa nada y que todo es permitido.

Basta ver las estadísticas para saber que aún hay países con alto número de contagios y, en consecuencia, muertes en diversas partes del mundo, sin tener en cuenta los subregistros de los casos atendidos particularmente, que no dan una realidad de lo que sucede en el día a día.

Es posible afirmar que, efectivamente, el número de contagios ha disminuido, más no ha desparecido, se siguen presentando casos de covid-19, por lo que debemos estar atentos.

Dadas las condiciones actuales en el desarrollo de la pandemia, en estos momentos  somos más los que nos encontramos en las calles retomando el dinamismo de la vida social, por lo que debemos incrementar las medidas de higiene personal y hacer hábitos que formen parte de nuestro estilo de vida el usar constante y correctamente el cubrebocas,  tener los tapetes para la sanitización de los zapatos antes de entrar a casa o algún recinto, el lavado frecuente de manos con agua y jabón o  usar gel con alcohol. Es así como estas prácticas preventivas deben estar presentes en nuestra rutina cotidiana.

Algo que vale la pena recalcar es que no debemos pensar que porque ya estoy vacunado o ya he tenido la enfermedad estoy libre de contagio y puedo conducirme sin temor por la calle. Grave error.

La pandemia está vigente y en un estado de amenaza latente de una cuarta ola de abundantes contagios por la variante OMICRON. Por tal motivo, ahora que se acercan las fiestas de fin de año actuemos a conciencia y con responsabilidad por uno mismo y por los demás, tengamos precaución en las reuniones que se organicen, tratando que el número de participantes sea reducido, prefiriendo los lugares abiertos para realizarlas, no acudir si se tienen enfermedades respiratorias aunque aparente ser un simple resfriado, y por supuesto, con una observación respetuosa de las medidas preventivas para evitar el contagio del Covid-19.

Una vida saludable es otra estrategia adecuada que apoya las medidas preventivas. Evitar el consumo de tabaco y estupefacientes, disminuir o evitar la ingesta de alcohol, incremento en el consumo de frutas y verduras, disminuir o evitar el consumo de refrescos y jugos embotellados y preferir lo natural y fresco, realizar ejercicio, bajar de peso, mantener controladas nuestras enfermedades crónico degenerativas como son la presión arterial alta y la diabetes, con un apego estricto al tratamiento médico, son puntos importantes que ayudan a la prevención de infección o disminuyen la complicación del Covid-19.

Así mismo, se debe evitar la automedicación en enfermedades respiratorias o febriles por muy leves que parezcan, pues puede tratarse de Covid-19, poniendo en riesgo nuestra salud y la salud de los que nos rodean.

Debemos recordar en todo lo vivido, lo que se ha sufrido, para no cometer los mismos errores. No debemos bajar la guardia, pensando que esto ya pronto termina o que no pasa nada.

El Covid-19 sigue vivo, sigue atacándonos, no ha desparecido. Aún hay enfermos y gente muriendo.

En síntesis, es obligación de todos y de cada uno, cuidarnos. Y el mejor medio para lograrlo es prevenir, asumiendo el compromiso de preservar nuestra salud y salvaguardarla como el valioso tesoro que es. Esto aún no termina.


Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Diciembre del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES


 

lunes, 1 de noviembre de 2021

AZÚCAR: DULCE ENEMIGO

Inicia el mes de noviembre, un mes que se caracteriza por ser el comienzo de un maratón de suculentos manjares ricos en calorías en nuestro México lindo y querido.

La celebración del día de muertos, van acompañadas de comidas, panes y bebidas ricas en azúcar, tentación que en muchas ocasiones no es imposible rechazar. Incluso las personas que padecen Diabetes y que no deberían probar estas delicias, sucumben ante esta dulce tentación.

Y desde su descubrimiento en el año 4500 A.C. en la India, el azúcar vino a cambiar a la humanidad en muchos aspectos: alimentación, economía y salud.

El azúcar, conocida en un principio por los romanos como sal de la india, tiene un alto poder adictivo, pues al consumirse causa liberación de los neurotransmisores como la dopamina y serotonina en el cerebro, condicionando sensación de placer, bienestar y mejoría en el estado de ánimo que se traduce en felicidad.

Durante su ingesta, el cerebro se estimula provocando la producción de más neurotransmisores que condicionan la necesidad de consumir más y más azúcar. Este es el motivo por el cual, pareciera imposible dejar comer alimentos dulces cuando estamos disfrutando de ellos.

Y ese es el problema, mientras más dulce consumimos, más necesidad tenemos de ingerir mayores cantidades de azúcar para sentirnos satisfechos. Cual barril sin fondo, nuestro cuerpo nos pide más y más ingesta de este dulce veneno.

Por tal motivo, es que se recomienda que en los niños menores de 1 año no se incluya el azúcar a su alimentación, ya que mientras más se acostumbren a consumirla, más pronto tendrán una mayor necesidad de su consumo  y en más cantidad. 

Cundo hablamos de azúcar, no solamente me refiero a ese polvo blanco que se encuentra en el recipiente en nuestra cocina o mesa. Los azúcares comunes incluyen: Glucosa, Fructosa, Galactosa, Sacarosa (azúcar de mesa común), Lactosa (el azúcar que se encuentra naturalmente en la leche), Maltosa (producto de la digestión del almidón). Los azúcares se encuentran en forma natural en los productos lácteos (lactosa) y en las frutas (fructosa).

Los alimentos azucarados contienen hidratos de carbono simples, cuyo consumo abundante hace que el organismo trabaje excesivamente y se acumulen en el cuerpo en forma de grasa.

Este tipo de alimentos, por lo general, se encuentra en gran cantidad en los productos procesados industrialmente, como las golosinas, las bebidas gaseosas azucaradas, jugos embotellados, la miel de caña, los dulces y mermeladas, helados, pasteles, entre otros.

El consumo de azúcares en exceso es considerado un factor de riesgo para la aparición de Obesidad, Enfermedades del Corazón, Diabetes Mellitus tipo 2 y caries entre otros.

La Obesidad se ve favorecida por el consumo exagerado de azúcares.

En las Enfermedades del corazón, el consumo de alimentos con alto contenido glucémico (azúcar) se asocia a un aumento de los niveles de triglicéridos, de la grasa visceral, aumento de la resistencia a la insulina y de la presión arterial, y disminución del colesterol HDL o de alta densidad. Estas alteraciones están relacionadas, a su vez, con el aumento de aterosclerosis, enfermedades del corazón y las arterias.

Los triglicéridos, son la forma más eficiente que tiene el organismo de almacenar energía en forma de grasa, pero la presencia excesiva de esta en la sangre (hipertrigliceridemia) y la falta ejercicio favorecen la aparición de enfermedades cardiovasculares.

La Diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina (hormona que regula los niveles de azúcar en sangre) o cuando el organismo no aprovecha eficazmente la insulina que produce. El consumo elevado de azúcar y de alimentos que la contengan lleva a un aumento de las concentraciones de glucosa e insulina en sangre, lo que podría agotar más rápidamente las reservas de insulina del páncreas y desencadenar diabetes.

Personas con antecedente familiar de diabetes, con sobrepeso u obesidad, sedentarias y con hábitos no saludables, tienen mayor predisposición a padecer de diabetes mellitus.

Las caries dentales, así como las enfermedades de las encías son causados por el consumo excesivo de azúcar. Por ello, es de suma importancia moderar la cantidad y frecuencia del consumo de dulces, y realizar el cepillado dental después de cada comida, a fin de prevenir estas enfermedades.

Recuerdo que mi padre siempre me decía que todo exceso es malo, dicho que aplica muy bien para el consumo de azúcar.

No se trata de no consumirla, sino, de disminuir el consumo de alimentos que la contengan en exceso, hacer ejercicio y tener un estilo de vida saludable.

Tampoco se debe caer en el extremo de retirar el consumo de azúcar, ya que esto condiciona fatiga, dolores de cabeza, irritabilidad, nerviosismo e incluso depresión.

Así mismo, recomiendo que si existen antecedentes familiares de Diabetes Mellitus, así como antecedentes personales de obesidad, vida sedentaria, acantosis nigricans la cual se caracteriza por el oscurecimiento de la piel en áreas de pliegues e incluso en la cara, se debe sustituir el consumo de azúcar.

Los sustitutos de azúcar son también conocidos como edulcorantes no nutritivos  y son una buena alternativa para no consumir azúcar. Los aprobados por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos por sus siglas en inglés) son sacarina, aspartame, acesulfamo de potasio, sucralose, stevia, luo han guo, advantame.

Estos sustitutos, se pueden consumir sin temor y aunque existe la creencia de que causan cáncer y otras enfermedades, hasta ahora ningún estudio médico ha revelado un vínculo entre el uso de estos edulcorantes y el cáncer en los humanos.

De la misma forma, a pesar de que se ha expresado alguna preocupación, no existe evidencia que demuestre que el aspartamo esté ligado a los trastornos por déficit de atención e hiperactividad, a los defectos de nacimiento o al lupus.

Es por todo lo anterior, que se debe tener reserva y cuidado en el consumo de azúcar a fin de evitar enfermedades. Que existen alternativas para evitar o disminuir su consumo y que no es necesario estar enfermos para utilizar sustitutos de azúcar.

De igual manera la literatura internacional recomienda el consumo de edulcorantes a partir de los 8 años, sin embargo, debe ser la recomendación del médico previa valoración del niño, quién determine el consumo de estos sustitutos de azúcar.

 Cuidemos de nuestra salud, sin dejar de disfrutar de los placeres de la vida.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Noviembre del 2021


EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música




 

 

 

 

 

 

Bibliografía

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002444.htm

https://www.mspbs.gov.py/portal/19453/consumo-excesivo-de-azucar-es-riesgo-potencial-para-la-salud.html

viernes, 1 de octubre de 2021

Y DESPUÉS DEL COVID-19 ¿QUÉ SIGUE?

 Lo que más hemos deseado desde que la pandemia de Covid-19 inicio, es volver a nuestra antigua normalidad, situación que conforme pasa el tiempo se ve cada vez más lejana y difícil de alcanzar.

Nada volverá a ser igual. Nuestra resiliencia nos ha permitido poco a poco adaptarnos a esta nueva forma de vida, a la llamada nueva normalidad.

El Covid-19 es una enfermedad que llegó para quedarse y tenemos que aprender a convivir con eso, incluso tenemos que estar preparados para morir ya que no tiene palabra de honor ni se rige en su comportamiento en una constante que nos permita predecir lo que pueda suceder con cada paciente.

A lo largo de este tiempo he visto con asombro profesional que personas con gran número de comorbilidades y complicaciones previas han sobrevivido, pero en contraparte, pacientes sanos y sin datos de factores de riesgo desafortunadamente han perdido la vida.

Poco a poco nos hemos integrado a la vida comunitaria, algunos con miedo, otros con desparpajo y otros más con una necesidad que obliga. Muy pocos han quedado recluidos en casa, son los menos.

Los niños, adolescentes y jóvenes están regresando a las aulas, siguiendo protocolos de prevención que tienen una fragilidad importante ante el ímpetu de los escolares.

¿Significa esto que ya estamos libres? ¡Para nada! La enfermedad sigue atacando, provocando contagios en familias enteras e incluso cobrando vidas. Es una larga batalla que aún no tiene fin y en la que como sociedad estamos expuestos. Ejemplo de ello se puede observar en los centros de atención particular, sobre todo en las farmacias con atención médica, en donde pacientes contagiados de Covid-19 comparten la misma sala de espera con pacientes que acuden por otro tipo de enfermedades, sin seguirse los estrictos protocolos sanitarios que en comparación se llevan en las instituciones de salud pública, lo cual incrementa el riesgo de contagios. Lo mismo sucede en el transporte público de nuestra ciudad, que lleva gente de pie, en vehículos con sobrecupo a las horas pico, siendo que la necesidad obliga a los usuarios a utilizar cual kamikazes un transporte que dista de tener todas las medidas pertinentes para evitar contagios.

Es así como seguimos adelante en la realidad que nos toca vivir hoy, en la cual ya el temor a enfermarse ha quedado en segundo término ante las circunstancias de la vida. Sin embargo, al momento de tener una prueba positiva de covid19 detona un grado de angustia y ansiedad sumamente alto, pues lo vivido durante la pandemia se hace presente y surge miedo a una complicación o fatalidad.

Puedo compartirles que en el transcurso de este mes me ha tocado ser víctima de Covid-19, lo que me generó incertidumbre, intranquilidad, temor, desesperación.

Al inicio de la enfermedad te enfrentas como paciente a la expectativa de no saber cómo evolucionarás. La estabilidad emocional se quebranta ante lo agresivo que puede ser el virus y el daño que pudiera causar. El verse frágil y vulnerable conlleva a la preocupación y angustia. Sin embargo, no se debe perder la calma para poder estar atentos a los datos de alarma y lo que se vaya presentando a lo largo de este padecimiento.

Y luego, al término del confinamiento, ¿Qué sigue?

Muchos pacientes al término de su proceso de aislamiento se reintegran a sus actividades cotidianas sin una valoración integral de su estado de salud. Unos cuantos sin ningún problema posterior y otros con molestias leves que sobrellevan sin dar la importancia debida. Los que han presentado síntomas evidentes e incapacitantes post Covid-19, son los menos que acuden a valoración médica.

El Covid-19 deja secuelas en diferentes grados con una temporalidad que aun no es predecible en cada caso, incluso los pacientes que han cursado asintomáticos esta enfermedad pueden padecerlas.

Las secuelas más comunes son dificultad para respirar, cansancio, tos, fiebre, dolor de cabeza (cefalea) problemas para dormir, mareos, producción de moco en nariz o garganta, dolor muscular y en articulaciones, dolor opresivo en el pecho, descontrol de las enfermedades crónico-degenerativas siendo lo más común presión arterial alta persistente y elevación de los niveles de glucosa en sangre.

Los pacientes con secuelas pulmonares leves tardan cuatro semanas máximo en rehabilitarse, y cuando son severas hasta 12 semanas. En otros casos donde las personas presentan miopatías (problemas musculares) o neuropatías (problemas neurológicos) el promedio de recuperación tarda entre 6 y 12 meses.

En los niños, existe una complicación durante el Covid-19 que recibe el nombre de Síndrome Inflamatorio Multisistémico en Niños, que deja muchas de las secuelas previamente descritas, por lo que es importante que todos los niños (incluidos los que tienen síntomas muy leves o incluso no los presenten) reciban atención médica y seguimiento durante y posterior a la enfermedad.

Los síntomas del Síndrome Inflamatorio Multisistémico en Niños incluyen fiebre superior a 38 grados Celsius que dura 24 horas o más, dolor de estómago, diarrea o vómito, dolor del cuello, sarpullidos o cambios en el color de la piel, ojos rojos, cansancio intenso, falta de aliento, dificultad para respirar, dolor o presión en el pecho que no desaparece, confusión mental, dificultades para despertarse o permanecer despierto (hipersomnia), color azulado en los labios o cara, entre otros síntomas.

Así mismo, el estado inmunológico de las personas post Covid-19 se encuentra debilitado por lo que se vuelven vulnerables al embate de enfermedades infecto-contagiosas comunes.

Por tal motivo, es de vital importancia que las personas que han padecido Covid-19 (asintomáticas, con síntomas leves o graves) acudan de forma inmediata posterior al término de su aislamiento a una valoración médica integral con la finalidad de que el médico determine si es candidato a algún tipo de terapia rehabilitatoria, hacer ajustes de la terapéutica de control en las enfermedades crónico-degenerativas o tratar con medicamentos algunos de los síntomas complicatorios residuales.

En la actualidad, existen muchos tutoriales y páginas de internet especializadas en fisioterapia pulmonar post Covid-19, los cuales pueden ser una alternativa para aquellos que no pueden hacerlo de forma presencial.

De igual manera, es recomendable no consumir alcohol y cafeína (misma que encontramos en todos los refrescos embotellados, algunos chocolates y café) durante el proceso de enfermedad y en la esta posterior, esperar cuando menos un mes antes de reiniciar su consumo.

Así mismo, una alimentación balanceada y nutritiva, baja en grasas y azúcares refinados, son el apoyo perfecto en la recuperación total de esta enfermedad.

El Covid-19 es una enfermedad grave y sus secuelas pueden ser incapacitantes, por tal motivo es importante no minimizarlas y recibir atención médica para dar seguimiento a la recuperación total de la salud.


Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Octubre del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música




miércoles, 1 de septiembre de 2021

COVID-19 EN LAS ESCUELAS

 Previo a este nuevo inicio escolar en medio de una tercera ola de contagios de Covid-19, muchos han sido los mensajes y llamadas de padres de familia preguntándome si deben mandar o no a sus hijos a clases presenciales.

Pregunta que en verdad es difícil contestar, pues existe información en contra y a favor en relación al retorno presencial o híbrido de los niños a la escuela.

Sin embargo, el peligro de contagios es inminente en la actualidad, con vacunas o sin las mismas, existe un relajamiento en las medidas preventivas instauradas desde el inicio de la pandemia, como son el uso correcto de cubrebocas, lavado constante de manos con agua y jabón o gel alcoholado, así también mantener la sana distancia.

Como ya previamente he mencionado, las vacunas no nos protegen al cien por ciento de contagiarnos y cuando esto sucede, las vacunas propician un índice menor de complicaciones y letalidad. Pero, si estando vacunados corremos riesgo, es innegable que sin vacunarnos estamos más expuestos al contagio y en consecuencia a la complicación.

Al inicio de la pandemia, los niños y adolescentes se enfermaron muy poco de Covid-19. Esto debido a que se realizó un verdadero aislamiento social de estos grupos etarios, lo que propició que no se enfermaran inicialmente en la misma proporción que los adultos. Sin embargo, existieron en esa primera ola, contagios e incluso defunciones en menores de edad por lo que es inadecuado decir que los niños no se enferman y que si se enferman no fallecen.

En la actualidad, en esta tercera ola, los niños y adolescentes se han enfermado en un porcentaje mayor que al inicio de la pandemia, incluso presentando complicaciones que ameritan hospitalización. De hecho, se han documentado muchos casos asintomáticos, situación que propicia mayor índice de contagios en los hogares.

Hasta el momento, los esquemas de vacunación no incluyen adolescentes y niños y eso no es un panorama alentador. Aunque es cierto que las escuelas están preparando de forma organizada el regreso a clases, con protocolos estrictos de medidas preventivas, es en el traslado de los niños de la burbuja protectora de su hogar a la de la escuela en donde puede haber peligro ya que algunos usan transporte público.

Y mientras más pequeño es el estudiante, más riesgo tiene de contagiarse de Covid-19, ya que, en los momentos de juego, alimentación e incluso durante la misma clase, será inevitable la manipulación del cubrebocas y con ello el riesgo de contagio.

¿Cuántas veces has visto en un centro comercial, en una tienda, en un parque o en algún lugar de convivencia a un niño que aun con la presencia y supervisión de sus padres agarra todo, se tira al piso, se quita y pone el cubrebocas? Si esto sucede estando con sus papás ¿Qué sucederá cuando no estén presentes?

Basta que un niño de un salón esté enfermo de Covid-19 (incluso de forma asintomática) para que contagien 2 a 3 miembros más del grupo y si las horas que permanecen juntos son mayores, exponencialmente el riesgo de contagios se incrementa.

Otro factor es el error en las medidas sanitarias preventivas ¿A qué me refiere con esto? Hace unos días veía en las noticias nacionales un reportaje en el cual nos enseñaban todas las medidas y procedimientos que lo que los maestros y centro académicos están adoptando para un retorno seguro a clases, cuando a cuadro apareció una maestra con una careta larga, pero sin cubrebocas, situación sumamente errónea ya que la careta no es 100 por ciento aislante y no impide que fluido bucal o saliva puedan ser expulsados. De manera tal que la falta de cubrebocas con el uso de caretas es una práctica inadecuada.

Cierto es que tendremos que aprender a convivir con el Covid-19, pues dadas las series de mutaciones que está presentando como lo es la aparición de la cepa bautizada como MU, identificada por primera vez en Colombia en estos días, nos hace saber que esta enfermedad no será erradicada fácilmente de nuestro mundo. Por tal motivo, es necesario el que TODOS ESTEMOS VACUNADOS antes de retornar a nuestra nueva normalidad.

De tal manera que, en mi opinión, el retorno a clases sin que los estudiantes estén vacunados es sumamente riesgoso, por lo que es respetable y válida la decisión de los padres que deseen la educación a distancia.

Espero estar equivocado, pero con este retorno a clases, tendremos pronto una nueva ola de contagios ahora en los niños, tal y como sucedió en esta tercera ola, en la cual los menores de 50 años, gente económicamente productiva, retornaron a sus actividades laborales sin estar vacunados, lo que propició una alta incidencia de contagios en este grupo etario.

Sin embargo, sin la experiencia epidemiológica, es incierto decir que tan peligroso es este regreso a clases de forma presencial. Las autoridades, de forma entusiasta lo promueven, pero no existen estudios que nos indiquen que tan inocuo puede ser.

Admito que mi opinión puede estar sesgada por el cansancio profesional de estar tratando con tantos y tantos pacientes, viviendo de forma constante duelos personales al ser empático con las personas que atiendo y sufren pérdidas y de verdad espero estar equivocado al decir que este retorno es apresurado.

Como profesional, mi consejo ante esta situación es valorar la condición individual de cada niño, incluso llevarlo al médico para valorar su estado de salud, aunque aparentemente esté sano, a fin de que se haga un análisis de su estado inmunológico y saber que tan riesgo es regresar a clases de forma presencial.

De hecho, los niños que tienen enfermedades como Asma, Diabetes Tipo 1, algún tipo de cáncer, cardiopatías o alguna enfermedad crónica, deben ser excluidos de este retorno presencial.

En un país como el nuestro, que es democrático, la decisión y la responsabilidad debe recaer en cada uno de los padres de estos niños, sin embargo, se debe recibir amplia información de manera individual.

Los niños necesitan cuidados y protección y aunque la educación es un derecho, también tienen derecho a la salud, tienen derecho a vivir.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Septiembre del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música



domingo, 1 de agosto de 2021

VACUNAS: ESPERANZA DE VIDA

 Conforme avanza la aplicación de las vacunas, los casos de efectos adversos a las mismas se han incrementado, presentándose en todos los grupos de edades.

Así mismo, han surgido casos de Covid-19 en personas que recientemente se vacunaron, lo que ha hecho pensar a la población que las vacunas causan la enfermedad. Sin embargo, esta deducción está fuera de realidad, ya que por su mecanismo de acción y su contenido no es posible que las vacunas sean las causantes.

Entonces, ¿Por qué da Covid-19 postvacunación? Dicha circunstancia se está suscitando debido a que ha coincidido con lo que se llama tercera ola, que más bien es un incremento en el número de casos, lo que aumenta el riesgo de enfermarse y en muchas ocasiones, el paciente coincide en el período de incubación (tiempo inicial en que ya se tiene la infección, pero aún no son presentes los síntomas en los infectados) al momento de vacunarse, de manera tal que al hacerse presentes los síntomas se puede pensar que es por causa de la infección.

Otro caso se presenta con pacientes que cursan con la infección de manera asintomática al vacunarse y por los efectos adversos de las vacunas, al hacerse la prueba, ésta sale positiva, lo que significa que el paciente ya estaba infectado al momento de vacunarse.

En torno al proceso de vacunación es importante recalcar que no nos están inyectando chips ni nos quieren matar. Por el contrario, es determinante que todos nos vacunemos para controlar la pandemia, puesto que las vacunas contra el COVID-19 ayudan a nuestro organismo a desarrollar inmunidad contra este virus,  sin que para ello tengamos que contraer la enfermedad.

En más de una ocasión he escuchado decir a personas que no se vacunaran porque es una medida del gobierno para controlarnos, incluso para enfermar a los que la reciban con la finalidad de lograr una disminución de la población.

Y así como esto, muchas teorías se leen en las redes sociales y en la web, mismas que son infundadas o con verdades a medias, pero que logran crear desconcierto o miedo en la población.

¿Qué contienen las vacunas antivocid-19 que nos están aplicando?

Las vacunas ARNm contienen material del virus que causa el COVID-19, el cual instruye a nuestras células a crear una proteína inocua que es exclusiva del virus.

Una vez que nuestras células copian la proteína, destruyen el material genético de la vacuna. Nuestro organismo reconoce que esa proteína no debería estar presente y crea linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro.

Las vacunas de subunidades proteicas incluyen porciones inocuas (proteínas) del virus que causa el COVID-19, en lugar del germen completo. Una vez que recibimos la vacuna, nuestro organismo reconoce que esa proteína no debería estar presente y crea linfocitos T y anticuerpos que recordarán cómo combatir el virus que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro.

Las vacunas de vectores contienen una versión modificada de otro virus diferente del virus que causa el COVID-19. Dentro de la envoltura del virus modificado, hay material del virus que causa el COVID-19. Esto se llama "vector viral". Una vez que el vector viral está en nuestras células, el material genético les da instrucciones a las células para que produzcan una proteína que es exclusiva del virus que causa el COVID-19. Con estas instrucciones, nuestras células hacen copias de la proteína. Esto despierta en nuestro organismo una respuesta y empieza a crear linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos llegamos a infectar en el futuro.

Es por lo anterior, que se puede afirmar que las vacunas actuales, no causan el Covid-19. Desafortunadamente, tampoco logran una inmunidad inmediata o total para la enfermedad, pero en la práctica profesional, hemos visto que los pacientes que han recibido cuando menos una dosis (de las que son de doble dosis) tienen una evolución más favorable de la enfermedad cuando se contagian.

En la actualidad, con esta tercera ola, el porcentaje mayor de enfermos de Covid-19, es el grupo poblacional más joven que incluye a niños y adolescentes.

Basta poner en cualquier buscador Pacientes intubados no vacunados y encontraremos una gran cantidad de artículos en los cuales se reporta que la mayoría de los pacientes graves o intubados no tienen esquema completo de vacunación o peor aún no han recibido ninguna vacuna.

Luego entonces, después de leer esto ¿aun tienes duda de aplicarte la vacuna?

Independientemente del riesgo que se corre al no vacunarse, también favorecemos la cadena de contagios en todos los que conviven con nosotros.

La persistencia de estos contagios, favorece la mutación del virus, corriendo el riesgo de que se nos presenten cepas más virulentas, más contagiosas o graves de las que tenemos en la actualidad.

A continuación, te daré una serie de consejos que te pueden servir:

Después de vacunarte, si te es posible regresa a casa, haz reposo y bebe muchos líquidos. Los efectos adversos de la mayoría de las vacunas se perciben después de 4 a 6 horas posteriores a la aplicación. No recomiendo pasar mala noche o estar expuesto el día que lo vacunen.

En mi práctica profesional, la combinación de paracetamol + naproxeno me ha dado excelentes resultados para controlar los efectos adversos.

Si los síntomas postvacunacionales persisten, debes esperar de 24 a 48 horas antes de hacerte una prueba para detectar Covid-19. La aparición de tos, anosmia o neumonía son propias de COVID19, no de la vacuna.

El personal de salud está haciendo su mejor esfuerzo y trabajamos a marchas forzadas en esta tercera ola, pero necesitamos de tu participación ¿Cómo? Vacunándote, utilizando cubrebocas todo el tiempo, lavándote las manos frecuentemente o utilizando alcohol en gel, guardando la sana distancia y si no es necesario, no salgas de casa.

Agradecemos los aplausos y el reconocimiento al equipo médico, pero más agradeceremos que te cuides, pues cuidándote nos cuidamos todos.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar 

Website 

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Agosto del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

 

 

Bibliografía:  

Información para entender cómo actúan las vacunas contra el COVID-19

Recomendaciones FACME para la vacunación frente aCOVID-19




jueves, 1 de julio de 2021

INDOLENCIA

Ha pasado más de 1 año desde que inició la pandemia de Covid-19 en nuestro país y el número de contagios no disminuye. Incluso en estos momentos, en nuestro estado, los casos nuevos se han incrementado, pero con la diferencia de que no existe un aislamiento social, bajo el argumento de que se debe salvaguardar la economía, situación que entiendo perfectamente, sin embargo, hay personas que se exponen a contagiarse de forma innecesaria como cuando acuden a centros comerciales, lugares de entretenimiento o existe aglomeración en espacios públicos.

Como ejemplo, hace unas semanas, tuvimos campañas políticas que propiciaron hacinamiento entre sus participantes y que favorecieron entre otros factores, el incremento en el número de contagios, lo que en consecuencia hace que sigamos trabajando a marchar forzadas ante este este rebrote.

El cansancio físico, emocional y profesional se ha hecho presente en muchos de nosotros que formamos el equipo de salud, pero seguimos sin bajar los brazos, sin embargo, el ver la actitud de las personas nos hace caer en un desánimo que nos agobia más.

Pongo como ejemplo de estas actitudes, el caso de una paciente joven que acude la consulta externa solicitando atención (área no Covid del sitio en donde laboro). Antes de llegar a la ventanilla, primero tuvo que pasar un filtro en donde se les pregunta si tienen síntomas que estén relacionados con Covid-19, posteriormente, la señorita recepcionista vuelve a preguntar el motivo de su consulta y signos y síntomas relacionados con Covid. Para poder entrar a consulta conmigo, la paciente tuvo que haber pasado dos filtros. Al momento de interrogarla, me dice que tuvo fiebre, cefalea, cansancio, diarrea, dolor de cuerpo y malestar general de menos de una semana. Al escuchar esto, le comento que cumple con criterios para realizarse una prueba antigénica rápida para descartar Covid-19. Ella me argumenta que no puede ser que tenga Covid, aunque si lo pensó, pero como hace un año se enfermó de esto, juzgó que esto ya no puede ser, además me dice que al llegar y ver la fila tan extensa para pasar a los consultorios especiales (Módulos de Atención Respiratoria), mejor decidió pasar a la consulta externa, por lo que en los filtros negó los síntomas que le preguntaron a fin de ser atendida más rápido.

Lo grave de este caso, es que esta paciente probablemente infectada hizo fila detrás de una embarazada y delante de un adulto mayor y una mujer con un bebé de tres semanas de vida, y no le importó contagiar a los demás para obtener el beneficio de pasar antes. Indolencia total, con una actitud sumamente egoísta.

Otro caso me sucedió esta semana, en el cual un joven se hizo una prueba rápida en un módulo instalado en la calle por parte del gobierno del estado con resultado positivo, por lo que fue enviado a su clínica para atención oportuna.

Al llegar a la unidad médica, vio una larga fila para el módulo donde se atiende Covid y decidió pasar a la fila menos larga que es la de la consulta externa. Al estar en el primer filtro, dijo que venía por una incapacidad y negó síntomas, sin embargo, no dijo nada de su prueba positiva. Al llegar con la recepcionista, repitió la misma historia, así que, al entrar al consultorio, enseña el resultado de su prueba rápida y solicita su incapacidad.

Al cuestionarle el porqué de acudir a la consulta en lugar de solicitar atención en el módulo, me respondió que se sentía bien, que no tenía síntomas y que además era más rápido. Indolencia total, buscar su propio beneficio sin importar dañar a los demás, pues, aunque no tenga síntomas, puede contagiar a los que lo rodean.

Así como estos ejemplos, podemos observar muchos otros. Ayer mismo, al dirigirme al trabajo, observé una camioneta de trasporte público colectivo, llena hasta el tope, con pasajeros que incluso iban parados en su interior y lo peor, un agente de transito motorizado cruzó junto el vehículo y no lo detuvo a pesar de que excedía la capacidad de pasajeros permitida. Indolencia del conductor del vehículo que no le importa poner en riesgo a sus pasajeros y generar un sobrecupo, indolencia del agente de tránsito, que no detuvo este vehículo que en estas circunstancias, es una fuente de contagio.

Los pacientes me han comentado, que la necesidad los obliga a tener que utilizar vehículos con sobrecupo, pero que lo más grave es que muchos utilizan el cubrebocas mal puesto, con la nariz descubierta, en el cuello o incluso en mal estado por la utilización prolongada del mismo.

La indolencia, nos está haciendo daño e incrementa el número de contagios. Tal pareciera que nos hemos acostumbrado a la muerte y el dolor ajeno y que ya no nos importa enfermarnos.

Estamos cayendo en el error de pensar que, porque ya hemos sido vacunados, no podemos enfermarnos y bajamos la guardia ante las medidas preventivas ya de todos conocidas. Y efectivamente es un desacierto no cuidarse ya estando vacunados, puesto que no recibimos una inmunidad al 100% y por su puesto de que podemos enfermarnos e incluso estar asintomáticos y contagiar a los que nos rodean.

Como sociedad, estamos adoptando conductas egoístas, en la cual la salud y el bienestar de los demás ya no nos importa.

Es necesario retomar nuestros comportamientos preventivos en beneficio de aquellos con quienes convivimos, de cuidarnos y cuidar a los demás, de pensar en el bien común más que en el personal. Inmanuel Kant cita en uno de sus escritos: El hombre debe desarrollar sus disposiciones para el bien.

Y cuando esto no es factible al llegar a un lugar en donde observemos que las condiciones son peligrosas, incrementemos nuestro cuidado personal, estemos alertas de nuestro entorno, pongamos en práctica las medidas de higiene ya aprendidas y sobre todo, recordemos que el Covid-19 sigue cobrando víctimas mortales, que sigue dañando familias en su estructura y funcionalidad y que no es un invento.

No puedo decirles hasta cuando durará esta pesadilla, pero si puedo asegurar que es responsabilidad de cada uno cuidarse y cuidar a los que nos rodean, vacunarnos todos para lograr el efecto rebaño y ayudar así al equipo de salud a realizar su trabajo.

Autocuidado es la clave y así cuidamos a los demás, sin caer en el error de pensar que no pasa nada. No seamos indolentes.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Julio del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música



 


martes, 1 de junio de 2021

MIEDO O NO AL COVID-19

 Las diferentes crisis que ha generado el Covid-19 en los últimos meses, han venido a causar un deterioro importante en la salud mental de muchas personas.

La enfermedad, el desempleo, la inseguridad, las defunciones, la incertidumbre laboral, el deterioro económico, entre otros, son detonantes de afecciones de salud mental en sus diferentes grados.

La resiliencia se ha hecho presente en estos momentos como un gran aliado para anteponerse a las dificultades que se presentan en la vida diaria. Sin embargo, no todos tienen esta capacidad de sobreponerse a la adversidad.

En mi práctica profesional, con esta pandemia he visto un incremento de enfermedades psicológicas que van desde distimia, pasando por ansiedad hasta llegar a depresión mayor, que incluso pueden ocasionar suicidios, además de un gran número de enfermedades psicosomáticas se han hecho presentes como lo son cefaleas, dolores musculares, opresión en el pecho, taquicardias, inflamación de tracto digestivo, insomnio, entre otros padecimientos cuya incidencia es más frecuente en comparación a tiempos anteriores a esta pandemia.

Cuando el Covid-19 hace su aparición en una familia, es normal entrar en crisis,  tener ideas fatalistas y no poder manejar la situación de una manera tranquila. Todo, viene a complicarse si el enfermo es el proveedor económico de este núcleo familiar, si son más de uno los enfermos o si la atención se lleva de forma particular, pues atender al Covid-19 de esta manera es sumamente costoso.

Así mismo, cuando se está infectado de Covid-19, el acudir de forma tardía a hospitalizarse y buscar alternativas de atención como lo son remedios naturales o convertir el hogar en un mini hospital, son otra manifestación de temor pues las personas asocian hospitalización con muerte y eso genera un miedo que retrasa la atención oportuna. El no acudir a tiempo a un hospital incrementa el riesgo de mortalidad, lo que a su vez refuerza la creencia de que hospitalizarse por esta enfermedad es sinónimo de sentencia de muerte.

Recuerdo al inicio de la pandemia, el temor que generaba contagiarse de Covid-19,  condicionó que las familias respetaran las medidas de aislamiento, que se saliera a la calle únicamente para lo más necesario y con muchas medidas de prevención y protección como usar guantes, caretas, gorros, goggles, doble o triple cubrebocas, trajes tipo protección personal, desinfectantes, gel antibacterial y todo lo que sirviera con tal de estar protegidos.

Eso ha quedado en el pasado, pues en la actualidad, a pesar de los altos índices de contagio, las personas ya no respetan la sana distancia ni las medidas de prevención. Se ha caído en un estado de simulación en el cual se hacen las medidas preventivas únicamente para cumplir con la ley, pero de forma incorrecta. Prueba de ello son a las aglomeraciones de gente para entrar a centros comerciales, servicios de salud, transporte público, restaurantes, lugares de entretenimiento entre otros. Es común ver a muchas personas por la calle sin cubrebocas o mal puesto, el cual sólo usan para poder acceder a lugares de uso común o donde se exige su uso.

Todo lo anterior me hace reflexionar: ¿Por qué si tenemos tanto miedo cuando nos enfermamos de Covid-19, no tenemos miedo de contagiarnos?

Es algo totalmente contradictorio y fuera de lógica, pero está sucediendo.

Les comparto que en la institución de salud pública gubernamental en donde laboro, se han ideado estrategias preventivas a fin de salvaguardar a los usuarios, sin embargo, es común ver tumultos de gente en un hacinamiento total, sin respetar la sana distancia, antes de entrar y al momento de acceder a las instalaciones.

En más de una ocasión, el personal que coordina este acceso ha sido victima de groserías en insultos cuando se pide guarden la sana distancia. Las personas no solamente no siguen las indicaciones, sino que, por el contrario, se indignan y responden con una violencia verbal innecesaria.

Entiendo y acepto que la necesidad de trabajar y por tal motivo, se tiene que tomar un transporte público que rebasa la capacidad permitida de pasajeros. Sin embargo, lo que no comprendo es porque a pesar de este sobre cupo, algunos pasajeros no usan correctamente el cubrebocas dejando la nariz descubierta e incluso se lo retiran para ir comiendo algo durante el trayecto.

Comprendo que es necesario acudir a las tiendas de autoservicio para comprar en  víveres, pero ¿por qué ir con toda la familia, incluidos niños y adultos mayores, incrementando el riesgo de contagio?

Ahora cuestiono lo siguiente ¿nos hemos puesto a pensar en el personal de salud?

Al principio de la pandemia, todos los que nos enfrentábamos a esta enfermedad recibíamos el trato de héroes sin capa, con vítores y aplausos por la labor realizada. En la actualidad, esto se ha diluido y este trabajo ha dejado de ser una proeza.

El personal de salud, también somos seres humanos con miedo, temor de contagiarnos o llevar a nuestras familias o a nuestro hogar la enfermedad, con un desgaste profesional, con impotencia de ver que no es valorado el esfuerzo que se realiza día con día de enfrentarnos a esta enfermedad cuando los ciudadanos no hacen lo que les corresponde, cuando no respetan las medidas sanitarias, cuando no se cuidan y por el contrario siguen aumentando las filas para recibir atención, cuando los hospitales ya se encuentran a su máxima capacidad.

Este desgaste profesional, conocido en el ámbito profesional como Síndrome de Burnout, se incrementa cuando seguimos con carencias para realizar nuestro ejercicio profesional, equipos de mala calidad (cuando se tiene la suerte de contar con ellos), carencia de medicamentos, incremento en el número de horas para atención de los módulos respiratorios y hospitalarios por falta de personal, el poco reconocimiento de que se recibe por parte se las autoridades.

El equipo de salud está cansado de luchar una guerra en la cual no se cuenta con el apoyo y la solidaridad de los ciudadanos y autoridades. Cuando un compañero desfallece, el otro lo levanta y continúan trabajando hombro con hombro, pero parece que esta lucha no tiene fin, que el esfuerzo no es valorado como cuando dejan a un lado las medidas preventivas, cuando fingimos que las realizamos únicamente con el afán de cubrir un protocolo.

Recordemos las complicaciones y secuelas que esta enfermedad puede ocasionar, aunque se presente de forma leve: encefalopatía, Guillian Barré, eventos cardiovasculares, hipertensión arterial, daño renal, hematuria, neumonías, enfermedad pulmonar intersticial con dependencia de oxígeno u otras neumopatías, problemas o daño hepático, trombosis venosa profunda, embolismo pulmonar, daño al miocardio, arritmias cardíacas, elevación de la glucosa, invalidez, entre otros.

A pesar de todo ¿no tienes miedo?

Sirva el presente artículo para recordar que combatir y vencer esta enfermedad es TAREA DE TODOS. Asumamos este compromiso y demos batalla desde cada trinchera haciendo lo que nos corresponde.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Junio del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música



sábado, 1 de mayo de 2021

Ya me vacuné ¿Qué sigue?

 En nuestro país, el proceso de vacunación contra el Covid-19 avanza de forma lenta, lo que causa desesperación en las personas que aún no han sido vacunadas.

Pero también está el lado opuesto de la moneda, en el cual existen personas que no se han querido vacunar por miedo a tanta información que se publica en las redes sociales o se dice de boca en boca sin tener validez científica.

Sin embargo, el proceso de vacunación avanza paulatinamente hasta lograr el objetivo de proteger a 80,000,000 de mexicanos para finales del 2021, como la planteado el gobierno federal.

Durante este proceso, han sido innumerables las llamadas y preguntas directas de pacientes, amigos y familiares cuestionando sobre las dudas que se les presentan como por ejemplo ¿Debo vacunarme? ¿Qué enfermedad me impide vacunarme? ¿Qué pasa si no me vacuno? ¿Qué puedo comer? ¿Cuánto tiempo no debo beber alcohol? ¿Debo suspender mis medicamentos de control? ¿Qué medicamentos puedo tomar en caso de presentar molestias? ¿Cuánto tiempo debo aislarme después de vacunarme?

Respondo a tales preguntas, siendo las siguientes las más frecuentes.

¿Debo vacunarme?

Por supuesto que TODOS debemos vacunarnos.

Logrando la cobertura de vacunación planeada, es como se podrá disminuir la incidencia de esta enfermedad en nuestro país y en el mundo.

 ¿Qué enfermedad me impide vacunarme?

Hasta el momento no existe un consenso mundial con respecto a las patologías que tienen la contraindicación de vacunarse. En nuestro país se están aplicando vacunas a todo tipo de personas, incluidas aquellas que tienen el sistema inmunológico debilitado como lo son enfermos de VIH, Lupus, Diabetes, Asma, entre otros, puesto que si llegaran a enfermarse de Covid-19 tienen más riesgo de complicaciones. Existen excepciones en las cuales los médicos tratantes de enfermedades graves puedan indicar que sus pacientes no se vacunen, pero esto es de forma individualizada.

Lo que sí es importante comentar antes de recibir la vacuna, es el antecedente de haber presentado alergias graves a algún otro tipo de vacunas.

¿Qué pasa si no me vacuno?

En un país libre como el nuestro, en donde la democracia prevalece, el no querer vacunarse es algo incuestionable y los motivos que se tengan son respetables. Sólo que debemos ser conscientes que al no vacunarse se presenta un riesgo mayor en relación a los vacunados de padecer Covid-19 con las consiguientes complicaciones que esto implica, además de interrumpir el efecto de inmunidad rebaño que se busca lograr al tener una cobertura total de vacunación.

La inmunidad de rebaño (también conocida como inmunidad comunitaria) ocurre cuando una población se hace inmune a una enfermedad. Ya sea debido a la existencia de una vacuna o por exposición, en la medida en que el porcentaje de personas inmunes va en aumento, la probabilidad de que una persona que es contagiosa se encuentre con e infecte a una persona que no sea inmune, disminuye. Llega el momento en que las probabilidades de propagación de la enfermedad son tan bajas, que se considera que esa población ha adquirido “inmunidad de rebaño”.

¿Qué puedo comer?

Después de recibir la vacunación se puede comer de todo acorde a lo que la condición de salud del vacunado permita. No existe ninguna dieta especial, por lo que se pueden comer alimentos frescos o en conserva. Es recomendable estar bien hidratados, además se aconseja el consumo de frutas frescas ricas en vitamina C.

¿Cuánto tiempo no debo beber alcohol?

Esta es una de las preguntas más recurrentes que recibo. Lo ideal es no consumir bebidas alcohólicas en un lapso no menor a 72 horas después de la vacunación.

El alcohol es una droga depresora del Sistema Nervioso Central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol, produciendo inicialmente euforia y desinhibición, por lo que puede confundirse con un estimulante.

Según varios estudios, el consumo de alcohol puede debilitar nuestro sistema inmunológico, haciendo del cuerpo un objetivo más fácil para las enfermedades. Esto se debe a que las células de defensa se ven afectadas por el consumo excesivo de alcohol.

Luego entonces, si estamos aplicando una sustancia que va a trabajar en nuestro sistema inmunológico, no se deben consumir sustancias (como el alcohol) que sean depresores del mismo.

¿Debo suspender mis medicamentos de control?

Por ningún motivo los medicamentos de control para enfermedades crónico degenerativas u otro tipo de enfermedades deben suspenderse antes o después del momento de vacunación. Por el contrario, es importante y necesario continuar tomando los medicamentos tal y como el paciente los tiene indicados.

¿Qué medicamentos puedo tomar en caso de presentar molestias?

Las molestias más comunes son dolores muscules y cefaleas, por lo que medicamentos como el Paracetamol y los AINES (Anti Inflamatorios No Esteroideos) pueden utilizarse sin problema alguna. Lo recomendable es tomarlos correctamente en su dosificación u horario. En caso de existir dudas, lo más recomendable es solicitar información al personal de salud más cercano.  

¿Cuánto tiempo debo aislarme después de vacunarme?

En los adultos mayores, personas con problemas de salud o inmunocomprometidas, se recomienda un aislamiento parcial de 72 horas.  Las personas sanas pueden continuar con sus actividades laborales sin problemas, pero como dice el eslogan de promoción de salud de nuestra ciudad: Si no tienes que salir ¡quédate en casa!

Y así como estás, muchas preguntas pueden surgir en las personas que aún no han vacunado, por lo que recomiendo acudir a su médico de confianza para que sean aclaradas.

La ignorancia, es el peor enemigo del mundo y el hecho de haber sido vacunados, no nos otorga libertad para ser irresponsables en el cuidado de nuestra salud. No bajemos la guardia

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Mayo del 2021

 

EDITORIALES ANTERIORES

RISOTERAPIA

¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música