lunes, 1 de febrero de 2021

SIN MIEDO AL COVID-19

 Hace casi ya un año que inició la pandemia en el país y el incremento de los contagios por Covid-19 es algo que como equipo de salud nos preocupa y causa estragos en nuestro estado de ánimo ante nuestras limitantes para que esto se acabe.

Al principio, cuando se decretó el aislamiento de la población, se veían calles vacías, así como centros comerciales, de esparcimiento y empresas cerradas. Conforme las condiciones epidémicas lo fueron permitiendo, la gente empezó a salir a las calles utilizando cubrebocas (algunas veces hasta dos a la vez), lentes protectores, caretas, guantes e incluso ropa de tipo hospitalaria para poder realizar las actividades más esenciales como lo eran acudir por víveres, atención médica o surtir artículos de primera necesidad. Era una paranoia total, todos con gel y desinfectantes en la mano o cualquier tipo de sustancia que fuera capaz de protegernos.

Conforme las semanas transcurrieron, las autoridades fueron cambiando la semaforización epidemiológica y la gente empezó a salir de forma gradual, integrándose a actividades laborales, religiosas, recreativas entre otras siguiendo un estricto protocolo de sanidad.

Y así, poco a poco, fuimos retomando nuestra nueva normalidad que, por cierto, llegó para quedarse.

Y en medio de ese ambiente en el que aparentemente se iba aplanando la curva de contagios, empezamos a caer en excesos de confianza y de esa manera se dejó de tener temor a la enfermedad, situación que se reforzó ante la aparición de prometedoras vacunas y el término del inusual 2020.

La gente olvidó el pánico inicial y empezó a caer en errores que propiciaron el incremento en nuevos casos: reuniones sociales y religiosas, disminución de la sana distancia, cupo completo en el transporte público (y en algunas ocasiones sobrecupo) incremento de la actividad laboral, uso inadecuado de los equipos de protección, permisividad de las autoridades, pero, sobre todo, la falta de conciencia de llevar la infección hasta nuestro hogar poniendo en peligro a los más vulnerables.

¿Qué sucedió? La respuesta es simple: PERDIMOS EL MIEDO A ENFERMARNOS.

El regresar a la nueva normalidad enfrentándonos en la calle al Covid-19, hizo que a pesar de conocer casos de enfermedad o muerte de personas cercanas a nosotros, disminuyera nuestro nivel de temor y de prevención. La realidad de hoy es que estamos acostumbrándonos a vivir así, algunos con recelo, otros con incertidumbre, algunos más con indiferencia, pero todos sabiendo que en algún momento nos tocará y probablemente no salgamos vivos.

Suena dramático, pero es así y si no me creen, basta con preguntar a algún integrante de una familia que haya sufrido una pérdida por Covid-19 si es cierto o no.

No deja de causarme asombro que, durante el desarrollo de la consulta en el Módulo de Enfermedades Respiratorias, los pacientes me digan que se contagiaron de la forma más obvia: por reuniones o visitas a personas que pensaron no estaban enfermas.

En todos lados escuchamos: Quédate en casa, lávate las manos, usa cubrebocas, conserva la sana distancia e incluso, nosotros mismo lo decimos o publicamos en nuestras redes sociales, pero ¿en realidad lo hacemos? ¿pregonamos con el ejemplo?

Circulando por redes sociales, me encontré con un artículo que me pareció rescatable: Los errores más comunes en el contagio de Covid-19(1)

Hacer reuniones pequeñas y asumir que tus conocidos son igual de cuidadosos que tú.

El hecho de que las personas con las cuales nos reunimos sean conocidos y aparentemente no estén enfermos no es ninguna garantía, ya que nadie puede asegurar que alguno no esté enfermo, sea asintomático o que se esté cuidando de una forma adecuada.

Habitualmente estas reuniones se hacen por tiempo prolongado, sin cubrebocas (independientemente que se realice en lugares abiertos), sin respetar la sana distancia y, por el contrario, con una cercanía producto de la amistad y confianza.

No hacer cuarentena después de estar expuesto.

Lo ideal es mantenerse en aislamiento por 2 semanas después de estar en contacto directo y prolongado con una persona con diagnostico confirmado por Covid-19. En este sentido, en el ámbito laboral desafortunadamente las condiciones de nuestro país no lo permiten, ya que únicamente se ofrecen incapacidades a los casos sospechosos o confirmados por Covid-19, no así a los que han estado en contacto directo. Sin embargo, cuando se trata del círculo familiar o de amigos podría ser más factible de llevarse a cabo.

Hacerte la prueba con demasiada premura.

Cuando algún familiar o conocido con el que se tiene contacto directo resulta confirmado a Covid-19, es habitual caer en pánico e inmediatamente realizarse una prueba para saber si se está infectado o no. Sin embargo, esto es erróneo. Lo primero que se debe hacer es pedir asesoría médica. Lo recomendable es que los contactos no se hagan ninguna prueba si no tienen síntomas o en caso de estar asintomáticos pero preocupados, y es factible pagarlo, se debe esperar entre 5 a 7 días después del último contacto. Hacer una prueba antes de este período puede reportar un falso negativo, lo cual que resultaría aún más peligroso ya que confiados en el resultado no se tienen los cuidados necesarios por pensar que no se tiene la enfermedad.

Pasar el desinfectante muy rápido.

La aplicación de gel con alcohol en las manos debe tener un tiempo de frotamiento en dorso, palmas e interdigital no menor a 15 segundos con una cantidad suficiente. Frotar las manos demasiado rápido no sirve de nada.

Para el uso de agua y jabón o shampoo sin enjuague en las manos, el tiempo requerido es de 40 a 60 segundos para lograr una adecuada desinfección, siempre y cuando se realicen los pasos de lavar dorso anterior, palmas, interdigital y uñas.

Usar careta sin cubrebocas.

En la actualidad, el usar caretas sin cubrebocas se ha convertido en una práctica común pero incorrecta, ya que la careta impedirá la propagación de los virus a través de la saliva que expulsamos de la boca, pero no podrá evitar que aspiremos el aire contaminado por el virus al estar cerca de una persona contagiada. Es el mismo efecto que se tiene al usar cubrebocas sin tapar la nariz.

Usar guantes y no lavarte las manos.

Muchas personas, en su cotidianidad usan guantes los cuales deben ser de látex y desechables. Es necesario e importante que se laven de forma frecuente si se usan de manera prolongada, antes de quitarlos o si se va a manipular el cubrebocas. Como ejemplo les pongo que, en el Consultorio de Enfermedades Respiratorias, nos tenemos que lavar las manos con todo y guantes después de tocar a los pacientes y al término de la atención entre paciente y paciente. 

De hecho, si no se tiene una adecuada capacitación en el uso de los guantes, lo recomendable es que no se utilicen.

El Covid-19 aun está activo y más fuerte que nunca, por tal motivo, en necesario y de suma importancia redoblar esfuerzos en las medidas preventivas y no caer en excesos de confianza.

Cuidándote nos cuidadas. La clave para salir delante de esta pandemia es la prevención.

 

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Febrero del 2021

Referencia:

1. Periódico Espacio

 

 

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