martes, 1 de septiembre de 2020

VACUNA COVID-19

En los últimos días, amigos y pacientes me han cuestionado con respecto a lo que pienso acerca de la vacuna contra el Covid-19, si en verdad funcionará o si es segura, cuáles serán sus efectos adversos, e incluso si debemos aplicárnosla. Son muchas incógnitas alrededor de esta situación, todas válidas y fundamentadas en la realidad que vivimos, pues hasta el momento sabemos que los informes que se nos ha dado, tanto por parte de las autoridades sanitarias como las industrias farmacéuticas y los investigadores, no son totalmente concluyentes y que por el contrario dejan más dudas en todos nosotros. 

Así mismo, las redes sociales y la web están inundadas de noticias de personas influyentes, personajes que sólo buscan sus cinco minutos de fama, sin conocimientos científicos y que de forma imprudente esparcen información infundada o en muchas ocasiones falsa. 

Por último, tenemos las noticias oficiales, mismas que se anuncian con bombo y platillo generando esperanza en la población, pero que distan mucho de la realidad ya que su principal objetivo es levantar a una agonizante economía poniendo en peligro a la población vulnerable.

Todo lo anterior genera incertidumbre en las personas, incertidumbre totalmente comprensible, sin saber en verdad a quién hacerle caso.

Después del contexto anterior y volviendo al tema de las vacunas, he de decirles que serán una poderosa herramienta para el combate del Covid-19. Sin embargo, no serán suficientes para erradicar dicha enfermedad, ya que estamos hablando de una patología que ha cambiado mucho en relación a lo que sucedió en Wuhan, China cuando hizo su aparición a finales del 2019. A partir de entonces, los cambios radicales en su comportamiento clínico han determinado varios tipos, tanto que las autoridades en salud se han visto obligadas a modificar la forma de diagnóstico.

En un principio necesitábamos 2 de 3 síntomas principales (fiebre, cefalea o tos) y 1 síntoma secundario (rinorrea, odinofagia, dolores articulares, dolores musculares, astenia, adinamia, dolor torácico, conjuntivitis, diarrea, dificultad respiratoria) de 7 días de evolución. A partir del 25 de agosto del 2020 sólo se necesita 1 de 4 síntomas principales (fiebre, tos, cefalea, dificultad respiratoria), aunado a 1 síntoma secundario (rinorrea, odinofagia, astenia, adinamia, dolor torácico, conjuntivitis, diarrea, dolores articulares, dolores musculares, pérdida del olfato, alteraciones del gusto).

De igual manera, las complicaciones en la enfermedad también han presentado variaciones, pues, aunque sigue siendo la dificultad respiratoria uno de los problemas más graves, en el quehacer médico diario vemos casos que son totalmente diferentes a los descritos en la literatura actual. Ejemplo de ello es que hay personas que tienen polipnea (respiración más rápida de lo normal) con una saturación de oxígeno de 95%, lo que genera un riesgo inminente de paro cardíaco.

Como podemos observar en lo anteriormente descrito, el Covid-19 se ha manifestado de forma dinámica en su comportamiento y complicaciones, de manera tal que las vacunas que ahora se están realizando, probablemente en un futuro ya no funcionen, por lo que se tendrán que crear cada año nuevas vacunas, tal como sucede en la actualidad con las vacunas de la influenza, que año con año van cambiando acorde a la mutación del virus.

Entonces ¿debemos aplicarnos la vacuna? Mi opinión profesional es que, SI DEBEMOS APLICARNOS LA VACUNA, pero sin dejar de hacer lo que nos corresponde en el cuidado de nuestra salud.

Pronto, las actividades económicas y sociales regresaran a su funcionamiento en esta nueva normalidad y no debemos confiarnos y bajar la guardia. Las medidas de prevención son indispensables para evitar rebrotes. El uso de cubrebocas, el lavado de manos, la sana distancia, han demostrado su efectividad, de tal manera que debemos tenerlas como una práctica diaria y común.

Mi postura como médico, ciudadano y padre de familia es obedecer las indicaciones de las autoridades de salud

Mi postura como hombre de fe, es que esto no es nuevo, que a lo largo de la historia de la humanidad se han repetido estos desastres y pandemias, pero confiados en nuestras creencias, podremos sobrellevar lo que nos toca vivir, fortalecernos espiritualmente, reinventarnos y hacer lo que nos corresponde a cada quién.

De igual manera, me han preguntado mi opinión sobre las alternativas que existen para la cura de esta enfermedad, y aunque no es tema que he de desarrollado en este texto, me permito expresar mi posición con respecto a esto.

En esta pandemia, se hace promoción de productos mágicos y milagrosos capaces de curar el Covid-19 y todo tipo de enfermedades, productos que incluso tienen un largo historial de no ser más que eso, productos milagro y los cuales se han preservado por las ventas multinivel que permiten a algunos poco, sacar jugosas ganancias de dinero, productos para los cuales existe un gran adoctrinamiento de sus seguidores, quienes con fe ciega y ganancias monetarias los siguen promoviendo. Productos que incluso tienen estudios científicos, pero no concluyentes. Por todo lo anterior, no los recomiendo, pero tampoco tengo una postura de no utilizarlos, ya que cada quién debe ser responsable de su salud.

Insisto, la salud no es únicamente responsabilidad de las autoridades, es responsabilidad de todos, de manera tal, que tenemos la obligación de cuidarla y preservar

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Q. Roo, México. Septiembre del 2020


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