En los últimos días, amigos y pacientes me han cuestionado con respecto a lo que pienso acerca de la vacuna contra el Covid-19, si en verdad funcionará o si es segura, cuáles serán sus efectos adversos, e incluso si debemos aplicárnosla. Son muchas incógnitas alrededor de esta situación, todas válidas y fundamentadas en la realidad que vivimos, pues hasta el momento sabemos que los informes que se nos ha dado, tanto por parte de las autoridades sanitarias como las industrias farmacéuticas y los investigadores, no son totalmente concluyentes y que por el contrario dejan más dudas en todos nosotros.
Por último, tenemos las noticias oficiales, mismas que se anuncian con
bombo y platillo generando esperanza en la población, pero que distan mucho de
la realidad ya que su principal objetivo es levantar a una agonizante economía
poniendo en peligro a la población vulnerable.
Todo lo anterior genera incertidumbre en las personas, incertidumbre
totalmente comprensible, sin saber en verdad a quién hacerle caso.
Después del contexto anterior y volviendo al tema de las vacunas, he de
decirles que serán una poderosa herramienta para el combate del Covid-19. Sin
embargo, no serán suficientes para erradicar dicha enfermedad, ya que estamos
hablando de una patología que ha cambiado mucho en relación a lo que sucedió en
Wuhan, China cuando hizo su aparición a finales del 2019. A partir de entonces,
los cambios radicales en su comportamiento clínico han determinado varios tipos,
tanto que las autoridades en salud se han visto obligadas a modificar la forma
de diagnóstico.
En un principio necesitábamos 2 de 3 síntomas principales (fiebre, cefalea
o tos) y 1 síntoma secundario (rinorrea, odinofagia, dolores articulares,
dolores musculares, astenia, adinamia, dolor torácico, conjuntivitis, diarrea,
dificultad respiratoria) de 7 días de evolución. A partir del 25 de agosto del
2020 sólo se necesita 1 de 4 síntomas principales (fiebre, tos, cefalea, dificultad
respiratoria), aunado a 1 síntoma secundario (rinorrea, odinofagia, astenia,
adinamia, dolor torácico, conjuntivitis, diarrea, dolores articulares, dolores
musculares, pérdida del olfato, alteraciones del gusto).
De igual manera, las complicaciones en la enfermedad también han presentado
variaciones, pues, aunque sigue siendo la dificultad respiratoria uno de los
problemas más graves, en el quehacer médico diario vemos casos que son
totalmente diferentes a los descritos en la literatura actual. Ejemplo de ello
es que hay personas que tienen polipnea (respiración más rápida de lo normal)
con una saturación de oxígeno de 95%, lo que genera un riesgo inminente de paro
cardíaco.
Como podemos observar en lo anteriormente descrito, el Covid-19 se ha
manifestado de forma dinámica en su comportamiento y complicaciones, de manera
tal que las vacunas que ahora se están realizando, probablemente en un futuro
ya no funcionen, por lo que se tendrán que crear cada año nuevas vacunas, tal
como sucede en la actualidad con las vacunas de la influenza, que año con año
van cambiando acorde a la mutación del virus.
Entonces ¿debemos aplicarnos la vacuna? Mi opinión profesional es que, SI
DEBEMOS APLICARNOS LA VACUNA, pero sin dejar de hacer lo que nos
corresponde en el cuidado de nuestra salud.
Pronto, las actividades económicas y sociales regresaran a su
funcionamiento en esta nueva normalidad y no debemos confiarnos y bajar la
guardia. Las medidas de prevención son indispensables para evitar rebrotes. El
uso de cubrebocas, el lavado de manos, la sana distancia, han demostrado su
efectividad, de tal manera que debemos tenerlas como una práctica diaria y
común.
Mi postura como médico, ciudadano y padre de familia es obedecer las
indicaciones de las autoridades de salud
Mi postura como hombre de fe, es que esto no es nuevo, que a lo largo de la
historia de la humanidad se han repetido estos desastres y pandemias, pero
confiados en nuestras creencias, podremos sobrellevar lo que nos toca vivir,
fortalecernos espiritualmente, reinventarnos y hacer lo que nos corresponde a
cada quién.
De igual manera, me han preguntado mi opinión sobre las alternativas que
existen para la cura de esta enfermedad, y aunque no es tema que he de
desarrollado en este texto, me permito expresar mi posición con respecto a
esto.
En esta pandemia, se hace promoción de productos mágicos y milagrosos
capaces de curar el Covid-19 y todo tipo de enfermedades, productos que incluso
tienen un largo historial de no ser más que eso, productos milagro y los cuales
se han preservado por las ventas multinivel que permiten a algunos poco, sacar
jugosas ganancias de dinero, productos para los cuales existe un gran
adoctrinamiento de sus seguidores, quienes con fe ciega y ganancias monetarias
los siguen promoviendo. Productos que incluso tienen estudios científicos, pero
no concluyentes. Por todo lo anterior, no los recomiendo, pero tampoco tengo
una postura de no utilizarlos, ya que cada quién debe ser responsable de su
salud.
Insisto, la salud no es únicamente responsabilidad de las autoridades, es responsabilidad de todos, de manera tal, que tenemos la obligación de cuidarla y preservar
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Q. Roo, México. Septiembre del 2020
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