Al
concluir el día después de una jornada de trabajo, o bien, luego de una noche de fiesta o bien al
finalizar unas estupendas vacaciones en un lugar paradisíaco, lo que más
ansiamos es llegar a casa, a nuestro hogar, el espacio donde podemos ser uno
mismo y comportarnos tal cual somos, asimismo el refugio donde nos aislamos de
todo el bullicio del mundo. Sin embargo,
así como el hogar nos brinda seguridad y
pertenencia, también puede convertirse en el sitio en el cual estamos expuestos
a más peligros, especialmente durante la infancia.
Por
contradictorio e increíble que parezca, muchas veces el hogar puede ser el lugar más inseguro y peligroso
para los niños, ya que ahí suceden muchos accidentes, algunos de ellos
inimaginables.
En
los hospitales y clínicas es común que lleguen a los servicios de urgencias,
niños que sufren accidentes en casa, los cuales pueden resultar tan graves que
incluso ponen en peligro su vida.
Los
niños, como parte de su desarrollo y aprendizaje empiezan a explorar todo lo
que les rodea, tocan, huelen, comen, experimentan con sus cinco sentidos. Muchas
de las cosas que hacen, las realizan por
imitar a los adultos con los que conviven, sin considerar el riesgo al que se
exponen. Como no conocen el miedo, no son capaces de medir consecuencias, son temerarios,
arrojados, valientes e incapaces de delimitar el peligro. Decía mi abuelita, que
la ociosidad es la madre de todos los vicios y los niños por curiosidad hacen
actos temerarios en su inmadurez y proceso de aprendizaje propios de su etapa
de vida.
Es
por ello, que los adultos que conviven con niños, deben estar muy alertas de todos
aquellos lugares y situaciones que puedan atentar contra la integridad física o la vida de los infantes
en su propia casa.
Uno
de los sitios en donde más peligro corren los niños es la cocina. Es en ese
lugar en donde convergen sustancias y artefactos dañinos, que por lo regular
quedan a su alcance o que se las ingenian para acceder a ellos.
De
los accidentes más frecuentes en los niños se encuentran las quemaduras durante el cocimiento de los
alimentos. Por esa razón se recomienda que al momento de poner las sartenes al
fuego, las asideras (mangos o agarraderas) se encuentren hacia adentro de la
estufa y que no sobresalgan, pues los niños pueden jalarlas y derramar sobre
ellos los alimentos en cocción, provocándose quemaduras severas e
incapacitantes, que pueden causar deformidades permanentes.
De
igual manera, en la cocina se encuentran tuberías de gas butano o gas natural,
tomas de corriente que pueden estar cerca de agua o líquidos, utensilios
punzo-cortantes como cuchillos,
tenedores, pela-papas, picahielos, tenazas, espadas para carne, palillos de
dientes, entre otros. También aparatos electrodomésticos como licuadoras,
batidoras, hornos de microondas, cafeteras eléctricas, exprimidores, por
nombrar algunos. Todos los artefactos citados, en manos de un infante o incluso
de un adolescente que experimenta, se pueden convertir en armas letales.
Otro
factor de riesgo que existe en la cocina es la costumbre de guardar debajo del fregadero
los productos para limpieza, como los
cáusticos para quitar cochambre o sarro,
los insecticidas, cloros, ácidos y otras sustancias que son verdaderos venenos
si se llegan a ingerir. Y qué decir cuando estas sustancias se conservan en
recipientes de refresco o jugo sin etiquetarlos debidamente y que un niño por
confusión puede consumir.
Situación
similar sucede en el área de lavado en donde se encuentran contactos eléctricos
y agua. Una combinación peligrosa. Las lavadoras actuales tienen un mecanismo
de protección que al levantar la tapa el motor se detiene inmediatamente. Sin
embargo, las lavadoras y centrifugas antiguas no tienen esta cualidad y son
capaces de seguir funcionando aun con la tapa levantada, de tal manera que sus
aspas pueden hacer la función de licuadora con las manos de un niño al
introducirlas por curiosidad o accidente.
Más de una vez me ha tocado atender niños que han ingerido raticida que los
adultos le ponen a pedazos de pan o galleta en lugares como lavaderos o cocinas.
Afortunadamente la mayoría de estas sustancias tienen un efecto anticoagulante,
por lo que no son letales de forma inmediata para el ser humano. De hecho, la
forma en cómo funcionan es la siguiente: Al ser ingeridas estas sustancias por
los roedores, se produce un proceso de fragilidad capilar por disminución de
las plaquetas (trombocitos) en la sangre. El animal, al introducirse por
lugares pequeños, desliza su cuerpo provocando lesiones en su interior que le
provocan hemorragias, por lo que fallece por un choque hipovolémico.
En
una ocasión presencié en el servicio de urgencias pediátricas la atención de un
niño que accidentalmente había ingerido ácido muriático. Las secuelas que deja
en el esófago como la estenosis, impiden posteriormente pasar alimentos hacia
el estómago.
En
las salas y comedores de las casas, también existen peligros. Pongo como
ejemplo los muebles que los niños escalan cual montañas y que por su mismo peso
pueden inclinarse hacia ellos ocasionándoles serias lesiones. También los
muebles con esquinas puntiagudas, los cristales, los objetos de cerámica, son
causa de lesiones por contusión e incluso de heridas que tienen que suturarse.
Es
muy común, que las puertas del domicilio sean verdaderas trampas para los dedos
de los niños, provocando lesiones que van desde pequeñas contusiones hasta fracturas
o la pérdida de las uñas e incluso de alguna parte de los dedos. Nadie que no lo haya visto
o sufrido se imagina lo grave que pueden ser estos accidentes.
Las
escaleras requieren mención especial, pues muchas veces carecen de apropiados
barandales de protección, lo que facilita las caídas desde lugares altos.
También es común que los niños dejen juguetes olvidados en las escaleras, que
al estar ahí se convierten en obstáculos al caminar, lo que provoca caídas por
pérdida de equilibrio. Además de los
juguetes, cualquier objeto o sustancia
tirada en el piso, sea de las escaleras o de otra parte de la casa, es
un posible causante de caídas en un niño o adulto.
Otro
sitio de especial atención es el baño, pues es un lugar de mucho peligro para los niños,
ya que ahí las caídas están a la orden del día. Dada su naturaleza por jugar,
es común que los niños salten bajo la regadera o inventen multitud de juegos
que los ponen en peligro de resbalarse con el piso mojado o enjabonado, así
como golpearse la cabeza con la jabonera o llaves de agua. Por tal situación, es recomendable que los
niños deben bañarse bajo la supervisión de un adulto.
Los
dormitorios son lugares de alta peligrosidad en el sentido de que las camas se convierten en trampolines que
provocan caídas y lesiones. En Yucatán, estado donde nací y crecí, se acostumbra dormir en
hamacas, algo verdaderamente placentero. Pero que para los niños resulta
sumamente atractivo al usarlas como catapultas.
Es
importante que a los niños se les enseñe la responsabilidad del cuidado de sí mismo y
su bienestar físico, por lo que el orden
y la limpieza son puntos clave en la prevención de accidentes.
Los
adultos que conviven con infantes, deben hacer un análisis de los sitios y
situaciones que puedan provocarles un
accidente. Deben corregir, asegurar, rotular, resguardar, verificar el buen
funcionamiento y prever los posibles riesgos que amenazan la integridad física
de los niños en el hogar.
Recordemos
que después de un accidente, nada es igual.
Dr.
Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista
en Medicina Familiar.
Cancún,
Quintana Roo, México. Febrero del 2018