viernes, 2 de noviembre de 2012

Embarazo en Adolescentes


Durante el ejercicio profesional me ha tocado dar noticias sobre embarazos en hijas adolescentes que caen como bomba, creando severas que afectan la funcionalidad de la familia.
Pareciera una incongruencia que en la actualidad, aun cuando desde la primaria se empieza a otorgar información sobre la sexualidad y la prevención de embarazos no deseados, continuamos con una alta incidencia de los mismos en adolescentes.
Los adultos, que sabemos las implicaciones que conlleva un embarazo nos planteamos una interrogante: ¿Qué sucede por la mente de una adolescente cuando descubre que está embarazada?
En mi desempeño laboral he podido constatar que el temor al regaño e incluso a ser víctima de violencia física conduce a la paciente a cometer una serie de errores, propios de su inmadurez, que a la larga pueden tener fatales consecuencias. Sin embargo, ocultar el embarazo es una conducta generalizada, que puede prolongarse a etapas avanzadas de la gestación. Pero lo que muchas jovencitas ignoran y tal vez los papás y maestros también, es que un embarazo en esta etapa de desarrollo se considera de alto riesgo. Por eso es de suma importancia que desde el inicio, una embarazada se someta a un protocolo de estudios de laboratorio y ultrasonidos para identificar problemas de forma precoz. De igual manera, el no tomar ácido fólico en los tres primeros meses de vida puede condicionar que el futuro bebé presente anormalidades en su sistema neurológico. 
Otra de las prácticas más comunes en las adolescentes embarazadas es intentar abortar, lo cual  pone en peligro su vida al acudir a personas sin escrúpulos que con tal de ganarse unos pesos, no tienen el menor inconveniente en realizar legrados. O peor aun, cuando la joven decide realizar por cuenta propia el aborto tomando medicamentos, aplicándoselos o hacerse de forma directa el legrado con objetos puntiformes, sin importarle los riesgos a los que expone su salud, como dejarle alguna secuela que posteriormente le impida tener hijos e incluso morirse.
El repudio de la sociedad, el rechazo de la familia, la sensación de culpabilidad y de soledad son circunstancias que experimenta la futura mamá y que en medio de la crisis familiar que se genera, los familiares muchas veces se olvidan de ello, pues casi siempre se enfocan en la “honra” de la familia y “el qué dirán”, e intentan “reparar el daño” y obligan al novio a “cumplir” mediante un casamiento precoz, el cual muchas veces es uno de los errores más grandes, pues es un matrimonio condenado al fracaso. De igual forma, en nuestra sociedad importa más el qué dirán que otorgar atención inmediata a la adolescente. Sacarla de la escuela, ocultarla, hacer como que no pasa nada, es únicamente evadir la realidad y no hacer lo más importante que es tener un control médico prenatal.
Ahora bien, enfoquemos nuestra atención a otro aspecto del tema como es los factores de riesgo que propician los embarazos en las niñas, de los cuales el detonante es tener relaciones sexuales prematuras. Haciendo a un lado las condiciones físicas y biológicas propias de la edad, vale la pena enfatizar el entorno familiar en el que se desenvuelven los jóvenes desde la niñez. En muchas ocasiones el adolescente crece sin la atención de los papás, ya que éstos se convierten únicamente en proveedores, que en su afán de conseguir cosas materiales para tener una vida tranquila desatienden la enseñanza, el cuidado y la educación de los hijos. Otra situación es la disfunción que se genera cuando la dinámica familiar se interrumpe por la falta de alguno de los padres,  sea por divorcios, muerte, cárcel, abandono, condiciones laborales, etc. Igualmente cuando en la familia hay problemas de adicciones (alcoholismo, drogadicción), violencia, bajo nivel educativo, entre otros. Es así como una adolescente embarazada puede ser el reflejo de una dinámica familiar dañada. El embarazo puede ser no deseado, o bien deseado y utilizado como una vía de escape hacia un modo de vida mas sano o estable.
Es por eso que los jóvenes que cursan por este problema, deben recibir apoyo de sus padres, familiares, maestros y amigos. Es cierto que no se trata de un problema plausible, de un chiste, sino de algo muy serio que viene a trastornar la funcionalidad de la familia, pero es importante establecer redes de apoyo entre los miembros de la misma y afianzar las relaciones interpersonales positivas.
La adolescente junto con sus padres y hermanos, debe afrontar la problemática de forma abierta, continuar hacia adelante con su vida, seguir acudiendo a la escuela y preparándose con la finalidad de que el día de mañana pueda proporcionar lo necesario a su hijo. Tarea muy difícil y complicada.
El embarazo en los adolescentes no sólo se trata de un problema de salud, sino también de un problema social que afecta a toda la familia.
¿La adolescente con un embarazo es víctima o culpable? 
Es víctima de las condiciones que le ha tocado vivir en el seno familiar y en la sociedad, de la pérdida de valores. Pero también es culpable de no ejercer su sexualidad con madurez y responsabilidad, de no informarse de los diferentes métodos anticonceptivos. La información se recibe en la escuela, en los medios de difusión (prensa, radio, televisión, internet). Sin embargo, no se toma en cuenta hasta que el problema se presenta. Se dice “a mi no me va a pasar”, pero pasa.
¿Qué debemos hacer?
Los padres, estar más pendientes de la educación de los hijos, del cuidado a su salud, vigilantes en sus cambios de conducta, del grupo de amigos en el cual están inmersos. Establecer lazos más fuertes en la familia, generando confianza, diálogo, apertura.
Los adolescentes, deben informarse detalladamente sobre sexualidad, métodos anticonceptivos (el mejor es la abstinencia), de ejercer su sexualidad con responsabilidad. Recuerden que no sólo los embarazos son consecuencia de una sexualidad irresponsable, también están las enfermedades de transmisión sexual, como lo es el SIDA.
Los maestros y la sociedad, tenemos la responsabilidad de la educación hacia los adolescentes, reforzando valores y manteniendo el diálogo con los jóvenes.
Se debe evitar el escarnio, el rechazo y las conductas que afecten más la autoestima de las embarazadas adolescentes, de por si ya deteriorada por la situación misma.
¡Los adolescentes cargan la mochila, no la pañalera! Cuídate, infórmate. No trunques tu vida ni tu futuro.

Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas.
Lic. Adriana Guadalupe Domínguez Vázquez.


Cancún, Q. Roo, México. Noviembre 2012