lunes, 2 de julio de 2018

INYECCIONES: MÉTODO DE TORTURA


¡Pórtate bien o te llevo con el doctor para que te inyecte! ¡No escupas la medicina o le voy a decir al médico que te dé inyecciones! ¡No andes sin zapatos o te vas a enfermar y seguramente te van a recetar inyecciones! ¿Les recuerda algo esto?

No puedo evitar una sonrisa al recordar las muchas veces en que he escuchado estas amenazas de los padres a sus hijos. Incluso en mi infancia, mi mamá me sentenció con alguna de estas expresiones.

Luego entonces, si desde pequeños nos amenazan con inyectarnos como una forma de limitarnos nuestras travesuras infantiles, es inevitable tener miedo a las temidas inyecciones.

Cuando nacemos, entre las primeras cosas que recibimos como regalo por llegar este mundo, se encuentra la vacuna de la BCG (Bacillus de Calmette y Guérin, más conocida por su sigla BCG, que es la vacuna contra la tuberculosis), la cual se administra por medio de una inyección y muchas veces, nos despedimos de esta vida con inyecciones.

Es importante saber, como parte del conocimiento general, que existen diferentes tipos de inyecciones,  mismas que a continuación les describo:

Intramuscular: Se conocen como IM y se llaman así porque las agujas hipodérmicas tienen un largo especial que atraviesa piel, tejido celular subcutáneo hasta llegar al musculo en donde se deposita el medicamento. Un ejemplo de este tipo de inyecciones, son las penicilinas procainicas, las benzatínicas, las cefalosporinas intramusculares, los aminoglucósidos y las vitaminas. El hierro es una de las sustancias que se deben aplicar de manera IM PROFUNDA utilizando la técnica ZETA al momento de la aplicación, con la finalidad de evitar que se manche la piel. Las inyecciones intramusculares se pueden aplicar en los glúteos o nalgas en el cuadrante superior externo y en la región del hombro a nivel del músculo Deltoides. Es importante que antes de aplicar la inyección, lavarse las manos, usar una torunda con alcohol o toallita alcoholada para limpiar el sitio de la inyección de arriba hacia abajo, levantando la mano antes de repetir el movimiento. No se debe frotar con la torunda. Inmediatamente que se retire la aguja, se debe presionar con firmeza el punto de la inyección por unos segundos utilizando la torunda o toallita alcoholada. Cabe hacer énfasis que no es correcto aplicar una inyección intramuscular de pie, pues se puede producir una reacción vagal que condicione un desmayo y que se provoque una lesión grave por la caída. Las inyecciones intramusculares, en especial las del glúteo, se aplican en decúbito prono (acostados boca abajo) y preferentemente por otra persona. No se debe autoaplicar.

Una inyección intramuscular mal aplicada puede provocar lesiones del nervio ciático, abscesos o induraciones dolorosas.

Intravenosas: Conocidas como IV. Se llaman así porque las sustancias se administran directamente en las venas a través de  una aguja hipodérmica. Se deben aplicar de forma muy lenta para evitar que la vena se colapse o rompa, así como es necesario  diluirlas para evitar ardor al momento de la aplicación o que las venas se inflamen posteriormente, situación conocida como flebitis. También se pueden presentar reacciones vagales que provocan desmayos o hipotensión arterial. Este tipo de inyecciones, deben ser aplicadas únicamente por personal capacitado.

Subcutáneas: Las inyecciones subcutáneas (por sus siglas SC), son inyección que se aplican por debajo de la piel. Son poco dolorosas y esto va a depender del líquido que se administre. Su utilización es común por el uso de insulina en los pacientes diabéticos.

Intra-articular: Este tipo de inyecciones son usadas para llegar directamente a las articulaciones inflamadas o dolorosas, con una técnica muy estricta en su aplicación, por lo que sólo deben ser aplicadas por médicos especialistas.

Existen también otro tipo de inyecciones que se administran de manera específica en determinadas partes del organismo como son: la intraarterial, intracardiaca, intraósea, intratecal (columna vertebral), intraperitoneal (peritoneo el cual se encuentra ubicado en la cavidad abdominal), intravesical (vejiga urinaria).

Al introducirse la aguja en el cuerpo humano, se presenta un discreto dolor al cortarse la piel con el bisel de la aguja hipodérmica (siempre y cuando no esté despuntada), dolor que se incrementa cuando el líquido penetra en el espacio entre las células. Este dolor va a depender del tipo de líquido que se aplique. Por lo general, las sustancias oleosas son las que más duelen.

Durante el desarrollo de mis consultas, en las pocas ocasiones que he recetado inyecciones, ya que no me gusta recetar ámpulas inyectables y mucho menos a niños, es común que los adultos soliciten inyecciones para obtener mejores resultados, bajo el argumento de que son más rápidas. Esto no es del todo cierto, pues cuando un medicamento se receta de forma oral a las dosis adecuadas, produce el efecto esperado para lo que fue creado, sólo se debe tener apego al tratamiento.

En algunos casos, los papás insisten en que el tratamiento sea inyectado. La causa de dicha insistencia, radica en que para ellos es mucho más fácil llevar al niño a que se le aplique una inyección, que estar batallando en dar un medicamento oral, que el niño rechaza, escupe o llora durante su administración dificultando que lo tome. Luego entonces, ¿son mejores las inyecciones que los medicamentos orales? La respuesta es simple: cada medicamento tiene su indicación y va a depender del criterio médico de quién lo que se prescriba.

Y aunque es cierto que las inyecciones son dolorosas, en muchas ocasiones son necesarias, por tal motivo no es correcto usar las jeringas y agujas como métodos intimidatorios o de educación, para no crear el temor infundado en los niños de que las inyecciones son algo malo.

Por último, termino el presente escrito, recomendando que las inyecciones sean aplicadas de preferencia en instituciones de salud, por personal capacitado, evitar la autoaplicación y mucho menos estando el paciente parado.

Las inyecciones no son castigo o venganza, son simplemente una más de las armas con las que cuentan los médicos en su arsenal terapéutico.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar


Cancún, Q. Roo, México. Julio del 2018