En
muchas ocasiones experimento frustración al ver cómo los pacientes con
enfermedades crónico-degenerativas no siguen un adecuado cuidado en el control
de su salud, e incluso intentan engañarme respecto al apego de su tratamiento
farmacológico y no farmacológico, sin darse cuenta que se engañan a sí mismos y
que son ellos mismos quienes sufrirán las consecuencias de su proceder.
Pudiera
parecer algo exagerado, pero por experiencia propia a lo largo de tantos años
de ejercicio profesional, les aseguro que no es así. En la práctica médica he
podido observar durante el interrogatorio de la consulta que hay personas que
en sus respuestas omiten, olvidan o no quieren decir información precisa de lo
que realmente viven, y peor aún, responden lo contrario a la realidad. Y esto
lo puedo constatar porque no coincide con la evaluación física que en ese
momento realizo, ni con los resultados de laboratorio.
Ejemplo
de esto me sucede cuando le preguntó al paciente diabético ¿comió sus alimentos
como debe ser? ¿Evitó consumir alimentos chatarra incluidos refrescos
embotellados? ¿Tomó sus medicamentos como se los indiqué? ¿Hizo ejercicio? Y me
responde afirmativamente. Sin embargo, sus análisis clínicos refieren todo lo
contrario. Una falsa creencia de tienen algunas personas es que para evitar ser
descubiertos de su falta de cuidado en su salud, hacen ayunos prolongados antes
de realizarse una prueba de glucosa en ayuno y mostrar así niveles normales de
azúcar en sangre. Pero lo que desconocen es que la hemoglobina glucosilada que
mide el promedio de glucemia demuestra una elevación importante de la glucosa,
la cual no concuerda con la glucosa en ayuno. De esta manera, queda en evidencia
el paciente y se descartan sus respuestas.
¿Qué
sucede entonces? Pueden ser varias situaciones.
La
primera situación es que el paciente no diga la verdad por temor a ser
reprendido por el médico, lo cual es un gran error, pues los médicos no somos
sargentos sino más bien facilitadores en preservar la salud de las personas.
Siendo así que el regaño no es la manera más adecuada de educar en salud.
Además, mentir o decir verdades a medias, no le permite al médico tener un panorama
real del comportamiento de la enfermedad y hacer los ajustes necesarios para
lograr el control de la misma. El médico al no tener toda la realidad
concerniente al padecimiento, puede deducir que el medicamento prescrito no
está funcionando, cuando lo cierto es que no se cumplen las indicaciones
pertinentes en el tratamiento no farmacológico (dieta y ejercicio). Por
consiguiente, la mejoría en el paciente se hace más retardada, al tener quizá
que modificar el medicamento cuando no era necesario.
A
mis pacientes acostumbro decirles que les puedo recetar la medicina más
efectiva, la más cara, la más novedosa. Asimismo, les recalco que ni el mejor
medicamento funcionará si no se siguen al pie de la letra las indicaciones tanto
en el tratamiento no farmacológico como en la dosificación correcta.
La
segunda situación es que el paciente sabe que está cometiendo errores en su
plan alimenticio o tiene hábitos alimenticios inadecuados, mismos que
acrecientan su padecimiento. Entre éstos se pueden citar por ejemplo, comer
muchas frutas cuando tiene diabetes pensando que eso es sano, o bien, no
procurar horarios específicos para ingerir alimentos, así como tener ayunos
prolongados que sólo alteran el metabolismo. Un error común es no cenar para bajar de peso,
práctica incorrecta pues no se logra bajar de peso y sí se sufre descontrol
metabólico o incluso aumento de peso. Lo más adecuado es tener la asesoría de
un nutriólogo o del mismo médico en relación a la alimentación.
Una
tercera situación es tomar el medicamento al libre albedrío sin respetar lo
prescrito por su médico. Y lo peor es pensar que no pasa nada, lo cual es una
total equivocación. Cada medicamento tiene una composición, propiedades y
acción terapéutica específicas, que para lograr una acción eficiente en el
combate de la enfermedad debe administrarse apropiadamente, según la
prescripción del médico.
Sucede
también que hay medicamentos que tienen indicaciones adicionales en su uso, que
el médico toma en cuenta al valorar el contexto integral de la enfermedad. Tal
es el caso de las estatinas que se utilizan en colesterol y triglicéridos
elevados. Este medicamento se debe tomar de noche ya que utilizarlo de día o de
tarde no tiene efecto por la función de nuestro cuerpo.
Otro
ejemplo son las hormonas utilizadas en el hipotiroidismo que se deben tomar en
total ayuno y no comer nada en 1 hora de forma posterior para que funcionen.
También
tomar medicamentos para gastritis junto con medicamentos para enfermedades
crónicas puede limitar la absorción de éstos últimos. Lo indicado es leer las
recetas para entender las indicaciones y en caso de dudas, preguntar al médico
recetante que explique cómo usar el medicamento.
Vale
comentar que, en algunas ocasiones, la limitación de la visión, el no saber
leer e incluso la mala letra del médico pueden ser factores que contribuyan al
mal uso de los medicamentos. Con
respecto a esto, las redes de apoyo (familia o personas a cargo de los enfermos)
ayuden en la correcta utilización de los medicamentos acorde a lo que dice la
receta, haciendo especial énfasis en esto en los adultos mayores.
Una
cuarta situación es aquella que se presenta cuando el paciente subdosifica sus
medicamentos. ¿Qué es esto? En algunas ocasiones, por el costo elevado de los
medicamentos o citas prolongadas institucionales, el paciente disminuye la
cantidad de medicamento a tomar o aumenta los tiempos entre toma y toma con la
finalidad que le alcance hasta la próxima visita al médico. Práctica incorrecta
pues al disminuir la dosis o espaciar su toma es muy probable que los
medicamentos no surtan el efecto debido.
Una
quinta situación es que el paciente no tome su medicamento. En ocasiones al
sentirse bien, sin síntomas, suspende su medicamento pensando que así deja
descansar su cuerpo, por el miedo a que se le daño el hígado o los riñones, o simplemente decidir que no necesita tomarlo porque ya se siente
bien. Sin embargo, enfermedades como la Hipertensión Arterial cursa
asintomática de forma peligrosa lo que nos hace pensar que no hay problema y no
se requiere de ninguna medicina. También se presenta el escenario de que cuando
se logra un control de la enfermedad al tomar los medicamentos, las
automediciones dan resultados estables o dentro de parámetros aceptables, por
lo que se opta por dejar los medicamentos, cuando la realidad es que no se deben
suspender para continuar con ese buen control. Me ha tocado ver ocasiones pacientes
institucionales con cita prolongadas a los cuales se les acaba el medicamento antes
de consultar (la mayoría de las instituciones otorga medicamento mensual) y
dejan de tomar la medicina, ya sea por no querer o no poder comprarla.
El
cuidado de la salud no es únicamente obligación del médico. Es una responsabilidad compartida y los
beneficios o consecuencias del adecuado control, son para el paciente.
Como
mencioné anteriormente, los médicos no somos crueles verdugos, somos
facilitadores en el cuidado de la salud, donde aportamos los conocimientos
adquiridos y el paciente debe cumplir a pie cabal las indicaciones otorgadas.
En
México, el 23 de octubre se conmemora el día del médico, así que aprovecho este
espacio para felicitar a mis colegas de esta noble profesión.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún,
Q, Roo, México a 01 de Octubre del 2022