miércoles, 1 de julio de 2015

SOLEDAD EN LA VEJEZ

Un día se presenta en mi consultorio  Juanita  de 60 años de edad y me refiere angustiada no saber qué hacer pues su hermano Paul de 70 años de edad vive en otro estado del país, solo, debido a que nunca se casó ni formo familia y no tuvo hijos. En este momento, Paul cursa con datos de Enfermedad Renal Crónica etapa 4 (aun no llega a padecer Insuficiencia Renal, pero se encuentra cerca) y tiene problemas para su atención, no puede comer sano pues no sabe cocinar y todo el tiempo consume alimentos en la calle los cuales no son los más apropiados para su problema de salud, agregándose a situación que recibe una pensión mínima y sus condiciones económicas son precarias.


Los hermanos le han pedido a Paul que venga a vivir con ellos, pero él es de carácter difícil y no se integra a la dinámica de las familias en donde ha estado, así que después de una corta estancia y ante el dicho de que CADA QUIEN EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS, Paul regresa a vivir solo.


Juanita está muy preocupada por lo que sucede y se percibe en un callejón sin salida, pues en este momento de su vida, vive con sus hijos a los que ayuda con el cuidado de los nietos y, al igual que su hermano, las condiciones económicas no son favorables. En consecuencia, no puede ayudar a su hermano ni económicamente, ni en cuidados.


Este ejemplo es muy común en la actualidad. Muchos adultos, deciden en el vigor de su juventud no tener familia y conviven la mayoría de las veces con algún familiar cercano (papás, hermanos e incluso abuelos). En esta etapa en la cual no necesitan de nadie para su cuidado y atención, van creando una dinámica de vida autosuficiente, pero sin tener en cuenta que no siempre serán jóvenes y sanos, y que por ciclo normal de la vida algún día tendrán que envejecer y en consecuencia disminuir su capacidad física o peor aún, enfermarse, por lo que requerirán del cuidado y la asistencia de otras personas.


Además, el eterno soltero sin hijos, que se acostumbra a vivir solo, (muchas veces sin reglas que le impiden posteriormente integrarse a otras familia) se le dificulta que al final de su ciclo de vida, pueda recibir el cuidado de familiares cercanos o integrarse a una familia. Junto con la vejez, también viene el declive económico.


En una ocasión le pregunté a un paciente ¿cómo te sientes al vivir solo? Me contestó que al principio, en su juventud todo era fiesta y vivir desordenadamente, sin obligaciones, sin reglas que cumplir  más que las laborales (las que muchas veces no se cumplen pues no existe el temor de quedarse sin trabajo). Todo este tren de vida genera un vacío existencial a lo largo del tiempo, presentándose de forma frecuente estados de ansiedad (los cuales el paciente no puede identificar como tal), desanimo, desgano y que son un factor de riesgo importante para el consumo en exceso y consuetudinario de alcohol y/o drogas.



Llegar a casa y no ser recibido por alguien que te pregunte ¿cómo te fue?, con quien compartir sueños, anhelos, angustias, alegría, es algo que sin darse cuenta genera hastío y tristeza. Acostarse a dormir y tener por compañía al televisor o a los ruidos del silencio. Despertar y ver las paredes de un cuarto sin otras personas, son factores condicionantes de ansiedad.


Las mascotas pasan a ocupar el lugar de la familia, pero desafortunadamente solo pueden mitigar la soledad pero no proporcionan  los cuidados en momentos que se requieren.


En otras ocasiones, el ser soltero no es una decisión sino más bien una circunstancia de vida. Pongo como ejemplo a las mujeres que se desarrollan profesionalmente y que cada día se envuelven más en su dinámica laboral de una forma absorbente y sin darse cuenta, se queda sola (pues la edad ha pasado y es muy difícil encontrar pareja). Los hombres tienen temor de acercarse a una mujer exitosa por un machismo mal entendido y el miedo a ser manipulados. Otro ejemplo es el de los hijos que se dedican al cuidado de sus padres mayores y en ese tiempo no realizan su propia vida. Lo que muchas mujeres no valoran es que el reloj biológico avanza (y después de los 35 años es peligroso embarazarse. A mayor edad, mayor dificultad de iniciar una familia).


Algunos solteros, ven en el cuidado a sus sobrinos una forma de satisfacer maternidad o incluso paternidad. Son tíos buena onda, consentidores, cómplices y que colaboran (algunas veces) en el aporte económico para la educación y/o manutención. Cuando los sobrinos crecen, ven en estos tíos unos segundos papás y devuelven con cuidados y atención lo recibido durante la infancia y adolescencia.


Los matrimonios sin hijos, al momento de la viudez corren con el mismo riesgo de no recibir cuidados en la última etapa de su vida. Va a depender de la edad del viudo(a), la posibilidad de volver a contraer nupcias o encontrar una nueva pareja. Este tipo de personas tienen mayor posibilidad de volver a casarse pues no les gusta vivir solos después de haber tenido cónyuge.


El soltero debe planear en la medida posible su vejez, pues no va a estar esperanzado de que un alma caritativa se haga cargo de sus cuidados cuando así sea necesario. Tener una pensión, un seguro de gastos médicos o seguridad social, una vivienda propia libre de gravamen, una vida metódica para evitar enfermarse, comer sanamente, hacer ejercicio diario, buena higiene y por qué no, tener preparado el ingreso a una casa de retiro cuando llegue el momento. Las casas asistenciales para ancianos en retiro tienen una gran demanda y el poder ingresar a estos asilos es difícil en los que son gratuitos y costoso en los privados.


Sin embargo, el tener servicios de salud y una pensión digna, no lo es todo para el cuidado del adulto mayor, pues se necesita en algún momento de la vida la atención de familiares como parte de las redes de apoyo.

           
Con cierta frecuencia, como médico me toca atender adultos mayores que acuden solos a consulta, sin compañía de un familiar joven. En tales circunstancias, se suscita una situación  que afecta mi labor. Por su condición de edad tienen disminución importante de la agudeza visual, auditiva e incluso cognitiva lo que condiciona que no entiendan las indicaciones verbales otorgadas o que las olviden fácilmente. En consecuencia no toman sus medicamentos de control, los toman en dosis y/u horarios inadecuados, los suspenden por no recordar para que eran, etc. Los pacientes tienen múltiples enfermedades o complicaciones que olvidan decir al inicio de la consulta y cuando ésta ya está por concluir se acuerdan de otra patología o dolencia y se retrasa la consulta al tener  que revisarlos de nuevo, o bien no sanan en el tiempo esperado porque no cumplieron con el tratamiento.


Algunos pacientes adultos mayores van acompañados de un amigo, vecino e incluso familia, pero que no viven con ellos, de tal forma que no existe una vigilancia de las complicaciones, del apego al tratamiento e incluso de la adecuada alimentación o higiene del paciente. De igual forma, se pueden presentar familiares o acompañantes distintos en cada consulta, lo que no favorece el adecuado apoyo para el cuidado de estos pacientes.


El hombre es un ser biopsicosocial que no debe estar en soledad, mucho menos en la etapa final. Por eso, es importante en la juventud planear el futuro para tener una vejez con buena calidad de vida.


Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar


Julio del 2015. Cancún, Quintana Roo, México.