Con la pandemia (enfermedad epidémica que se extiende a muchos
países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región) que
existe en la actualidad por la aparición del COVID-19, las redes sociales y los
medios de comunicación digitales se han visto inundados de falsos especialistas
en epidemiología, médicos infectólogos, farmacólogos, economistas,
comunicólogos, investigadores de conspiración mundial, entre otros que, sin
haber realizado algún tipo de estudio académico al respecto difunden con
autoridad su libre opinión, lo cual crea confusión entre la población debido a
que la mayoría de sus comentarios son erróneos, verdades a medias o simplemente
conclusiones que obtienen al escuchar de todo un poco. En resumen, TODOS SE VUELVEN
EXPERTOS EN EL TEMA sin tener la noción más elemental de medicina.
Como consecuencia de esta
avalancha de información distorsionada que se suscita de manera alterna a la
información verídica y confiable, mucha gente no está siguiendo las indicaciones
emitidas por las autoridades sanitarias mundiales y locales al juzgar (después
de leer o escuchar opiniones de gente que no es experta), que las
recomendaciones son innecesarias o exageradas para prevenir el peligro ante el
rápido contagio del COVID-19.
El COVID-19, enfermedad causada
por el SARS-CoV-2, tiene un índice de contagio de 1.5 a 3.5, lo cual significa
que un individuo infectado es capaz de contagiar entre 1.5 a 3.5 personas.
Cierto es que la enfermedad del
COVID-19 es menos mortal comparada con otras
enfermedades, de acuerdo a los datos otorgados por la OMS en las últimas
semanas de marzo del 2020, quién indica
que la tasa de mortalidad es de 3 a 4% en base al comportamiento de la
enfermedad observado hasta el momento. En número duros, esto significa que 3 a
4 de 100 personas enfermas de COVID-19 tienen el riesgo de morir, tasa de
mortalidad nada baja si la comparamos con una gripe común que tiene una tasa de
mortalidad de 0.1% pero la MALARIA tiene una tasa de mortalidad del 20% o el
DENGUE HEMORRAGICO el cual tiene índice de mortalidad mayor al 20%.
Entonces ¿por qué es importante
cuidarnos?
El problema real es la pandemia,
pues al presentarse los casos de enfermedad del COVID-19 de una forma tan
rápida, los servicios de salud se saturan y colapsan, provocando que los casos
graves no reciban atención inmediata.
Te lo explico de la siguiente
manera: Si existiese la pandemia que actualmente azota al mundo y yo fuera en
esta ciudad la única persona que se enferma y complica de neumonía por el
COVID-19, acudiría a un hospital y sería atendido de forma oportuna por el
personal médico, ingresando si fuera necesario a una sala de terapia intensiva,
en donde me darían apoyo mecánico respiratorio a través de un ventilador,
siendo atendido por varios médicos quienes propiciarían que yo superara la
enfermedad y así poder salvar mi vida. Cuando existe una pandemia, los casos
complicados llegan en grandes cantidades al hospital, lo cual condicona que los
servicios de hospitalización y terapia
sean rebasados en su capacidad de funcionalidad por la excesiva demanda que se
requiere, de tal manera que los ventiladores
respiratorios resultan insuficientes en número para cubrir esas necesidades. Esto
conlleva a que se haga una lista de espera para ocupar terapia intensiva,
siendo el tiempo de esa espera un factor de riesgo para salvar la vida, pues
los pacientes hospitalizados pueden tardar varios días hasta su sanación o
defunción para liberar el espacio que ocupará otro enfermo.
Es por eso, que a pesar de que
esta enfermedad por sí misma es menos letal que otras, su fácil contagio y
rápida propagación la vuelve tan peligrosa.
Por lo anterior descrito, es molesto
ver como hasta el momento, muchas personas hacen caso omiso del aislamiento social
solicitado por las autoridades y continúan sus actividades sin el menor
cuidado, en hacinamiento y conglomeración, sin pensar que llegaran a casa con
un virus con el que pueden contagiar a toda su familia y poniendo en peligro de
vida a las personas más vulnerables como lo son adultos mayores, personas
inmunodeprimidas o menores que habitan en su hogar o comunidad.
Cierto es que no existe la
cultura de higiene adecuada en muchos lugares del mundo, cuando recordamos esos
puestos de comida en el cual el que prepara los alimentos es el mismo que
cobra, que el área es insalubre o peor aún, que no existe el cuidado del lavado
de manos con la técnica correcta o también, como sucede en la actualidad,
sentarse a la mesa con el smartphone o equipos de cómputo. Es por ese motivo,
que la propagación de las enfermedades es tan rápido por la falta de higiene y
cuidados preventivos.
El cuidarnos de padecer el
COVID-19 es tarea de todos, pero también
es una responsabilidad compartida, haciendo caso de las indicaciones de la
autoridades sanitarias y del Gobierno, asimismo obtener información únicamente
de fuentes oficiales como la OMS, la Secretaría de Salud o las diferentes
instituciones de salud gubernamentales. De igual forma se debe evitar reenviar
noticias cuya veracidad no sea comprobada que, más que informar, creen desinformación y que pongan en peligro a
la población.
También es sumamente importante
no acudir a centros de salud, clínicas u hospitales SI NO ES NECESARIO, como
por ejemplo a un chequeo rutinario, dolores leves, piojos, hongos en las uñas
(no complicados), acné o alguna otra molestia que no requiera necesariamente
atención médica.
Sin embargo, si no existe otra
alternativa y tienen la necesidad de acudir a consulta, se recomienda asistan
solos o máximo con un familiar si se requiere apoyo, usar cubrebocas y lavarse
las manos en cuanto sea posible y de forma frecuente con agua y jabón o con
alcohol en gel.
Es momento de ser solidarios con
aquellos ancianos que viven solos y que no deben estar saliendo a la calle y
apoyarlos en su compra de víveres, siempre extremando medidas de higiene a
fin de no llevarles enfermedades.
Cierto es que en nuestro país es
el gobierno el responsable de la salud de los conciudadanos, pero esta es una
responsabilidad compartida.
Ante la situación mundial que
vivimos en la contingencia sanitaria, unámonos como sociedad para hacer un
frente común en estos momentos de adversidad y que cada quien haga lo que le
corresponde hacer, ya sea trabajar o quedarse en su domicilio.
Si disminuimos la velocidad de
contagio del COVID-19, la expectativa de vida de los pacientes que presenten
complicaciones puede ser mayor a la que dictan las estadísticas actuales.
La salud y el cuidado de la misma
es tarea y responsabilidad de todos.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Q. Roo, México. Abril del 2020