Hace unos días tuve la necesidad de acudir a tramitar una licencia en una
dependencia de gobierno de la ciudad en donde vivo.
El protocolo para entrar consistía en preguntar ¿a qué viene? Y después de
responder, el personal de la entrada me tomó la temperatura en el antebrazo y
al verificar que no tenía fiebre me dejó pasar.
Crucé por un túnel sanitizante y me dirigí al primer mostrador en donde
recepcionaron mis documentos y después de que los revisaron me pasaron a otros
módulos hasta llegar al final de los trámites. Todo esto a una temperatura
ambiente de aproximadamente 32 grados, con un calor bochornoso que te hace
sudar en serio.
Esa es la manera como actualmente en muchos lugares y establecimientos se
ponen en práctica medidas de seguridad que permitan evitar el contagio del
COVID-19, haciendo grandes esfuerzos para cumplir la normativa y permanecer
abiertos.
¿Por qué a pesar de estas medidas nos seguimos enfermando?
Volvamos al relato inicial.
Al llegar, la persona que me recibió únicamente me preguntó ¿a qué viene?
sin cuestionarme sobre mi estado de salud, síntomas relacionados con COVID-19 o
alguna otra enfermedad respiratoria parecida, de tal manera, que si al momento
de acceder a las instalaciones yo cursaba con el COVID-19, podía poner en peligro
a todos los que estaban a mi alrededor.
También puede suceder que la persona encargada del hacer el filtro, hiciera
el cuestionamiento debido, pero por mi interés de realizar los trámites, yo
mintiera en mis respuestas. Por lo que me permiten el acceso al lugar, y junto
conmigo va el virus.
Hasta este momento podemos destacar dos procedimientos que son poco
confiables para evitar la propagación de la enfermedad, uno es el
interrogatorio y el otro es la medición de la temperatura corporal.
La temperatura elevada puede ser un dato de alarma para el vigía. Sin
embargo, me la tomaron en el antebrazo, de tal manera que la lectura pudo ser
errónea. La temperatura debe ser tomada preferentemente en la frente para que
reporte la medición correcta.
Ya que me autorizaron el acceso por considerarme libre del virus, porque mi
temperatura fue aceptable, para eliminar cualquier riesgo debimos ser
sanitizados. El túnel sanitizante fue una excelente medida para reforzar la
prevención.
Al salir del mismo, inmediatamente se formaba un cuello de botella en el
primer mostrador, provocando un hacinamiento de personas que no respetaban su
sana distancia.
Esta conglomeración daba motivo a que el personal que recibe los
documentos, los recepcionara de manera rápida con tal de desalojar el área,
pero cayendo en el error de no lavarse las manos o utilizar gel antibacterial
después de atender a cada persona.
¿Qué implica esto?
Pues que en algún momento hayan manipulado documentos contaminados con el
virus del SARS-COV-2 (causante de la enfermedad COVID-19), contaminando sus
manos y en consecuencia, contaminar todos los documentos que manipularan
posteriormente, motivando un fácil esparcimiento de la enfermedad. Así mismo,
el personal que recepcionaba los documentos, estaba al aire libre, con calor,
sudando ante el esfuerzo de atender con rapidez, lo que motivaba que se
manipularan constantemente el cubrebocas, con el riesgo de contaminación o
infección.
Y así sucesivamente en los diferentes módulos en los que debí hacer mi
trámite, existieron momentos en los que pude observar cómo la gente manipula
sin cuidado papeles, objetos, dinero, sin el cuidado adecuado.
De igual manera, la gente que esperaba en ese cálido lugar, sudaba y se
tocaba el cubrebocas con la finalidad de disminuir el bochorno que éste causa,
pero es esta manipulación, la que puede condicionar que nos enfermemos.
Si a los ejemplos anteriores, agregamos que aún existen personas que
piensan que son exageraciones, que no pasa nada, que es un fastidio usar el
cubrebocas, pues seguirán los contagios al no observarse las medidas sanitarias
pertinentes.
Desafortunadamente los contagios siguen en un pico alto en muchas ciudades
de nuestro país, el COVID-19 sigue cobrando vidas, afectando la dinámica de las
familias, su funcionalidad y su economía. Es por tal motivo de suma importancia
que TODOS, cada quién desde su trinchera, nos cuidemos y cuidemos a los demás.
¿Cómo cuidarnos?
Con el uso de cubrebocas en las áreas públicas, con lavado de manos o el
uso de gel antibacterial de forma constante, evitando acudir a lugares de alta
concentración de personas, saliendo de casa únicamente si es necesario,
conservando la sana distancia. Medidas de higiene preventivas en nuestro hogar.
Retomando el ejemplo anterior, si observamos que los funcionarios
manipularon los documentos sin haberse lavado las manos, debo estar atento y
lavarme las manos o utilizar el gel antibacterial. Si tú no tienes cuidado, yo
debo cuidarme, aunque lo ideal sería que ambos nos cuidáramos.
Medidas para el uso del cubrebocas:
Lava tus manos. Debes hacerlo con agua y jabón
o gel antibacterial antes de ponértelo.
Uso obligatorio y continuo en áreas comunes.
De esa manera te proteges y proteges a los demás.
Evitar la manipulación durante su uso. No se
recomienda que te lo quites y vuelvas a poner.
Existen cubrebocas desechables y reutilizables.
No conviertas tu desechable en un reutilizable.
Evita cubrebocas improvisados. Se hacen
cubrebocas con plásticos, botellas, ropa vieja, etcétera, pero este tipo de
cubrebocas no reúne las condiciones necesarias de protección.
Úsalo todo el tiempo. No coloques los
cubrebocas usados dentro de bolsa, mochila, bolsas de pantalón o camisas.
Mantenlo en la cara. Evita que el cubrebocas
esté en tu cuello, cabeza o en contacto con tu pelo.
Antes de usarlo, verifica que te acomode. Que
no lastime tus orejas, para que evites manipularlo. Existen muchos trucos que
ayudan a evitar dolor por el uso excesivo de cubrebocas, mismos puedes
encontrar en internet y en las redes sociales.
Desecha tu cubrebocas correctamente. Colócalos
en el bote de basura, no lo dejes tirado en la calle.
Lava tus manos después de retirarte el cubrebocas.
Recuerda usar agua y jabón o cuando menos gel antibacterial.
La enfermedad aún está esperando que te descuides para hacerte su víctima.
Mantengamos la guardia bien alta para evitar enfermarnos y que los que conviven
con nosotros se contagien.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Q. Roo, México. Agosto del 2020
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