sábado, 1 de marzo de 2025

HIGADO GRASO

El hígado graso, o esteatosis hepática, es una enfermedad asintomática en sus etapas iniciales, la cual es cada vez más frecuente por su asociación a la obesidad.

Pero antes de hablar de esta enfermedad, conozcamos al hígado.

El hígado es una glándula mixta que tiene funciones tanto endocrinas como exocrinas; es la más grande del cuerpo, la cual se encuentra situada en la parte superior derecha del abdomen, debajo del diafragma y por encima del riñón derecho y los intestinos. Está formado por dos lóbulos, el derecho y el izquierdo, que a su vez están conformados por miles de lobulillos o tubos que se van conectando a otros más grandes para formar el conducto hepático común. Este conducto hepático, transporta la bilis hacia le vesícula biliar y el duodeno.

 El hígado es un órgano de color marrón rojizo que tiene múltiples funciones que permiten el desarrollo armonioso de nuestro organismo preservando la salud.

Dicho órgano se encarga de producir y transportar la bilis, misma que forma parte de los jugos gástricos que se utilizan para digerir los alimentos. La bilis debe su color amarillo a la bilirrubina que es producto de la desintegración de los glóbulos rojos.

También metaboliza los carbohidratos, grasas (lípidos) y proteínas del cuerpo para convertirlos en energía.

Además, tiene funciones de almacenamiento del hierro, glucógeno y vitaminas. De igual forma, sintetiza la urea a partir del amonio.

Como podremos observar, el hígado tiene importantes funciones de desintoxicación, desecho y productor de energía en nuestro cuerpo.

El hígado graso, afectación que sufre este órgano, se presenta por la acumulación de células grasas en el hígado que le causan una inflamación crónica que puede condicionar endurecimiento del mismo y producir enfermedades como la cirrosis, fibrosis o tumores hepáticos.

Puede ser de origen alcohólico (por el consumo en exceso de alcohol), o bien, o no alcohólico.

Cómo ya mencioné, al principio el hígado graso es asintomático, pero con el paso del tiempo puede presentar síntomas sutiles como dolor abdominal leve y cansancio.

Su diagnóstico habitualmente es fortuito y se realiza con ultrasonido abdominal, aunque también, la alteración de las funciones hepáticas por elevación de transaminasas y bilirrubinas nos pueden hacer sospechar de su presencia.

Las transaminasas o aminotrasferasas, son enzimas que se encuentran en el hígado, los músculos, los riñones y el corazón. Su función es transferir un grupo amino de una molécula a otra. El hígado utiliza las transaminasas para sintetizar y descomponer aminoácidos, con la función principal de convertir moléculas para el almacenamiento de energía. Las concentraciones de estas enzimas en sangre son generalmente bajas, pero ante ciertas patologías pueden aumentar y servir como marcador para el diagnóstico temprano.

Existen condiciones de salud que se asocian con la presencia del hígado graso como lo es la obesidad, diabetes mellitus, dislipidemia metabólica relacionada con los lípidos y colesterol, pérdida rápida de peso, el uso de ciertos medicamentos (como los glucocorticoides o cortisonas) y/o la exposición a petroquímicos.

La clasificación de Brunt, es una escala que se utiliza para catalogar el hígado graso en base a la presencia de grasa, la inflamación hepática y la fibrosis hepática.

Tomando como parámetro la presencia de grasa (esteatosis) se clasifica en Grado 0 (no esteatosis), Grado 1 (menos del 33 por ciento), Grado 2 (del 33 al 66 por ciento) y Grado 3 (más del 66 por ciento).

Mientras más alto es el grado, mayor inflamación y en consecuencia mayor riesgo de fibrosis o endurecimiento del hígado, mismo que provoca una disminución de sus funciones.

Hecho el diagnóstico, es de suma importancia modificar el estilo de vida y los hábitos alimenticios a fin de tratar de revertir este problema.

Se recomienda bajar de peso con una dieta balanceada, baja en grasas de origen animal y carbohidratos, ejercicio aeróbico ininterrumpido por 30 minutos como mínimo, todos los días. Mejorar los niveles de colesterol, glucosa y la presión arterial, así como evitar el consumo de bebidas alcohólicas o altas en azúcares, y medicamentos como los esteroides.

Existen sustancias que pueden coadyuvar en el tratamiento del hígado graso como la silimarina, también llamada silibinina o la ademetionina, fármacos que bloquean la captación de sustancias tóxicas (como amatoxina, que es la principal toxina de Amanita phalloides) por las células del hígado, consiguiendo la reducción de la concentración de sustancias tóxicas en las células hepáticas y, por tanto, su toxicidad.

Cabe recalcar que estas sustancias ayudan, pero no son mágicas y es totalmente necesario cambiar hábitos alimenticios y evitar el sedentarismo, pues de lo contrario, aun utilizando estos medicamentos, la enfermedad puede seguir aumentando, provocando inflamación crónica y fibrosis que pueden derivar en las enfermedades hepáticas ya mencionadas previamente (cirrosis, fibrosis o tumores hepáticos), que a su vez derivan en una insuficiencia hepática, la cual es una etapa terminal en la que el hígado falla presentando elevación de la bilirrubina y transaminasas, así como trastornos de coagulación.

También se puede presentar una hipertensión portal (aumento de la presión en la vena porta, que es una vena que pasa por el hígado) y que a su vez condiciona várices esofágicas que al romperse causan sangrado de tubo digestivo alto.

Si tienes sobrepeso u obesidad, malos hábitos alimenticios, enfermedades crónico degenerativas como la diabetes o hipertensión arterial, ingesta de alcohol, es importante acudir a una revisión médica preventiva, que implicará la realización de estudios de laboratorio y ultrasonido abdominal.

 

Recuerda, más vale una detección oportuna que una complicación irreversible ¡Acude a tu médico!

 

Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México. 01 de marzo del 2025

 

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