domingo, 1 de diciembre de 2024

SEÑALES DEL CUERPO

 El cuerpo, una máquina maravillosa que tenemos la obligación de mantener en buen estado.

Me resulta increíble recibir en la consulta a pacientes que llevan más de 10 años sin acudir al médico. Y me pregunto: ¿Cómo es posible que te preocupes por llevar tu auto al servicio cada 5 o 10 mil kilómetros y con tu cuerpo no tengas ese cuidado?

Bajo el argumento de que no me siento mal o no estoy enfermo, las personas no acuden a un chequeo anual rutinario. También puede ser por desidia, ahorro mal entendido, temor a enterarse de que está enfermo o por estarse automedicando.

Sea cual sea la causa, no acudir al médico de forma rutinaria o atendiendo las señales del cuerpo, es un gran error.

Desde que nacemos, nuestro cuerpo empieza a envejecer, a presentar cambios a nivel celular, como lo es la Apoptosis que consiste en un proceso natural de muerte celular programada que el cuerpo utiliza para eliminar células innecesarias o anormales. Se trata de un tipo de muerte activa a lo largo de toda la vida que involucra la utilización de energía, actividad metabólica y, en ocasiones, síntesis proteica.

Es por eso que debemos estar vigilantes de los indicios que nuestro cuerpo manifiesta y asumir una actitud preventiva que nos permita gozar de buena salud y, en consecuencia, tener una mejor calidad de vida.

En muchas ocasiones he atendido pacientes que iniciaron con síntomas leves, los cuales no tomaron en cuenta, los minimizaron, se automedicaron, decretaron que no tenían nada, pero simple y sencillamente los dejaron avanzar.

Cuando escucho esas respuestas, les pregunto: Si vas por la carretera y te percatas de un ruido anormal en tu auto, ¿lo solucionas subiendo el volumen al equipo de sonido? Creo que no, porque sabes que ese ruido puede significar una descompostura que te pone en riesgo, o bien, si sigues avanzando el problema se complica y la reparación puede ser más costosa e incluso, en ocasiones, irreparable.

Y es que el cuerpo avisa. Nadie mejor que uno mismo conoce el funcionamiento de su cuerpo y se puede dar cuenta perfectamente que algo no está funcionando bien. sin embargo, al paso de unos días pudiera ocurrir que desaparecen las señales espontáneamente. Ante ello, no te distraigas pensando que ya pasó, que no fue nada y que todo está bien, por el contrario, mantente alerta y encuentra la causa de lo que te sucedió.

Pongo por ejemplo el caso de un paciente masculino que acude a consulta refiriéndome que, al momento de defecar, veía sangre en sus heces fecales, sin presencia de dolor o algún otro síntoma. Al preguntarle cuánto tiempo tenía con esta situación, me responde que hace más de 10 años y que no había acudido a consultar porque pensaba que era normal, además que como no le dolía, pues no dedicaba tiempo para recibir atención médica. Este caso finalizó en un cáncer de colon avanzado que desafortunadamente tuvo un desenlace fatal.

Haciendo un análisis de la enfermedad de este paciente, pensé que cómo podía ser posible creer que un sangrado del tubo digestivo bajo se considere normal. Si él hubiese acudido desde el inicio de los síntomas, probablemente seguiría vivo.

Cabe recordar que el cuerpo nos manda alertas, pero a veces las ignoramos o mal interpretamos, al pensar de manera coloquial que se trata de estrés, cansancio o falta de vitaminas.

El dolor en una de las alarmas más poderosas con las que el cuerpo cuenta y dependiendo de su intensidad es la prioridad con que nos indica acudir al médico.

Es muy común automedicarse con medicamentos para el dolor o en casos peores, incluso usar antibióticos por juzgar que son necesarios, pero esto es peligroso, ya que puede enmascarar síntomas y complicar las enfermedades.

Por eso es importante estar alertas ante la presencia de dolor, sobre todo cuando éste es persistente o poco controlable con analgésicos. Considerar que es normal o que se me va a pasar, es un pensamiento equivocado.

¿Te ha pasado que cuando sufres una herida en alguna parte del cuerpo, es justo ahí donde te golpeas nuevamente?

La explicación es que, al tener un área afectada, el cerebro tiene vigilancia estrecha de ese lugar y por tal motivo experimentas esa sensación de que ahí te vuelves a golpear ante cualquier roce o contacto.

Pero también existen enfermedades que no dan síntomas de ningún tipo y hasta en momentos de gravedad o de forma fortuita es que se hacen evidentes.

Un ejemplo de esto es la Hipertensión Arterial Sistémica, que consiste en la elevación de la presión arterial, la cual puede cursar por mucho tiempo asintomática, pero es en momentos de Crisis Hipertensiva que manifiesta dolor de cabeza, ruidos en los oídos y visión con luces brillantes. Una Crisis Hipertensiva que no se atiende, se convierte en una Urgencia Hipertensiva en donde ya se comprometen órganos como el cerebro, el corazón o los riñones. Esta urgencia puede llegar a ser mortal.

Más común es que, de forma asintomática, se curse con una elevación de la grasa en la sangre, enfermedad conocida como Dislipidemia y que se caracteriza por la elevación del Colesterol, Triglicéridos o ambos.

La Dislipidemia puede padecerse por largo período sin que se presente ningún síntoma, pero con el paso del tiempo, esta elevación de grasa en la sangre produce que dentro de las arterias se formen placas duras llamadas Ateromas que, al crecer gradualmente, aumentan el riesgo de sufrir infartos o embolias.

Los Ateromas reducen el calibre de las arterias, volviéndolas más rígidas y estrechas, lo que hace que cambie la morfología del vaso sanguíneo que, de ser liso, se convierte rugoso e irregular, como un camino pedregoso, que ocasiona que el paso de la sangre por estas arterias sea más complicado.

Si alguna placa de Ateroma se rompe y desprende, viaja a través del torrente sanguíneo hasta arterias más pequeñas, obstruyendo el paso y condicionando embolismos o taponamiento. Al no tenerse flujo de sangre, los músculos o tejidos sufren isquemias o infartos.

Como podemos darnos cuenta, es indispensable estar pendientes de las alertas de nuestro cuerpo y mejor aún, acudir de forma periódica a un chequeo médico, aunque pienses que estás sano.

Esta revisión médica se recomienda en los adultos a partir de los 25 años de edad, una vez al año. Consiste en el examen físico, análisis de laboratorio y estudios de gabinete acordes a tus factores hereditarios o de riesgo.

No ahorres en tu salud, por el contrario, invierte en ella. Tú eres el responsable de tu cuerpo, ¡cuídalo y previene!

 

Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas

Especialista en Medicina Familiar

 

Cancún, Quintana Roo, México. 01 de Diciembre del 2024

 

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