Es
muy común que cuando una persona descubre que su sobrepeso u obesidad ya ha
rebasado los límites por ella permitidos, diga: Me voy a poner a dieta, el
lunes empiezo.
Llegado
ese fatídico lunes, empieza con mucho entusiasmo y optimismo a realizar su
dieta en la mañana, pero ya avanzada la tarde de ese día, los ánimos han
decaído y se manifiesta ansioso e
incluso desesperado.
La
palabra dieta, habitualmente la asociamos con restricción de alimentos, concepto
que genera angustia en los pacientes aún con sólo escucharla. Por tal motivo,
se sugiere cambiar la palabra dieta por Plan Alimenticio, pues en realidad de
eso se trata, de realizar un plan de alimentación que permita medir calorías,
balancear los diferentes grupos de alimentos y establecer horarios para
realizarlos con la finalidad de disminuir
o aumentar de peso según sea el
caso.
El
subir de peso es algo que se presenta la mayoría de las veces de una forma
gradual y silente, ante la permisibilidad inconsciente del individuo, quien
envuelto en su dinámica diaria, empieza a ganar peso poco a poco sin darse
cuenta.
Es
común pensar que el sobrepeso u obesidad que tenemos en la edad adulta es por
herencia de nuestros padres y abuelos, ya que como ellos son, nosotros
necesariamente tenemos que ser así, pues es una característica de la familia. Y
aunque existe cierto factor genético predisponente, la mayoría de las veces lo
que se heredan son hábitos y costumbres de nuestra familia que nos llevan a
repetir patrones o estilo de vida que da como resultado que tengamos una
fisonomía similar.
Les
recuerda algo: ¡Acábate toda tu comida si quieres postre! ¡Come tortillas, para
que te llenes! ¡Mamá, no hay refresco para comer! Este tipo de costumbres, se
fueron quedando marcadas desde nuestra niñez a la edad adulta. Patrón de
conducta que reproducimos en la crianza de nuestros hijos.
Si
somos observadores encontraremos la mayoría de las veces en familias con papás
obesos, que sus hijos también lo son, pues comen lo mismo, tienen la misma
actividad (poca o nula) y no porque sea genético, sino por los usos y
costumbres que vamos inculcando a nuestros hijos.
El
comer sano es una disciplina difícil de llevar a cabo si no se tiene el hábito.
Situación que se complica aún más por las condiciones laborales desfavorables,
como por ejemplo comer sin un horario rutinario habitual u omitir alimentos. Cuando
no tenemos una hora determinada para la comida todos los días provoca
desajustes metabólicos en el organismo que condiciona que las personas suban
fácilmente de peso por el desorden alimenticio. Pero además, esta situación se refuerza por el hecho de que el individuo
con jornadas laborales largas o extenuantes, llega a su domicilio muy cansado y
sin el ánimo o deseo de realizar ejercicio. Es así como sobreviene el
sobrepeso.
Un
error que habitualmente cometen las personas que quieren bajar de peso es dejar
de cenar. Al omitir la cena, el organismo pasa casi 18 horas de ayuno entre
alimentos, por lo que el metabolismo interpreta esta ausencia de alimento como
carencia, en consecuencia, el metabolismo se vuelve lento con la finalidad de
preservar energía para el individuo. Cuando la persona come de nuevo, el cuerpo
almacena los nutrientes preparándose para la carencia, de tal forma que al
dejar de cenar mandamos una falsa señal de carencia lo que condiciona que al
final de un tiempo de realizar esta práctica no solo no se pierda peso, sino
que incluso, se gane peso al dejar de cenar, debido a que el metabolismo no
procesa la energía y las calorías se van acumulando.
En
muchas ocasiones, el paciente que acude a control de peso dice: La verdad no
como tan mal para tener obesidad.
Les
pongo un ejemplo de cómo cometemos errores en nuestra alimentación: Por
necesidades de trabajo, muchas veces se tiene que comer fuera de casa, así que
con tal de comer bien, el individuo pasa a un lugar en donde venden sándwiches
hechos de pan integral alto en fibra, jamón o pierna de pavo, queso panela,
germen de trigo, lechugas, tomates y aderezos bajos en calorías. Este sándwich
es acompañado de un litro de jugo de naranja ¿En dónde estuvo el error? Estuvo
en el litro de jugo que contenía ocho naranjas dulces en promedio. Esa cantidad
fue inadecuada y echó a perder la buena
intención de comer sano. Lo mismo sucede cuando la gente por las mañanas toma
licuados con frutas o cereales, pues la mayoría de las veces toman un litro de
estos productos, rebasando las calorías que se deben consumir. Tal es el caso
también de las leches achocolatadas (que en realidad es azúcar y saborizante) que los niños (y muchos
adultos) acostumbran beber como parte de su desayuno, merienda o cena.
La
cantidad es importante. Por ejemplo, las vacas únicamente comen hierba y están
gordas ¿Por qué? Pues por la cantidad excesiva de pasto que ingieren.
De
igual forma, el no balancear adecuadamente los alimentos, incrementa las calorías aunque la cantidad no
sea mínima.
Donde
vivo, venden uno tacos los cuales preparan con tortilla de maíz (habitualmente
dos tortillas por taco), frijol en pasta (frijol colado), carne de cerdo
empanizada, arroz y salsas. Aunque el
individuo sólo coma 2 tacos, la alta cantidad de carbohidratos contenidos en el
alimento, le hace ganar peso fácilmente.
La
comida rápida es uno de los condicionantes que favorecen la obesidad y el
sobrepeso, pues la mayoría de las veces son freídas en grandes cantidades de
aceite y ricas en carbohidratos.
Otro
mal hábito de los papás es comer lo que sus hijos no comen para que esa comida
no se desperdicie. De esta manera rebasan la porción recomendable para una
comida.
El
consumo habitual de jugos artificiales, néctares, jugos concentrados
(artificiales o naturales), leches saborizadas, galletas, frituras, yogurt
saborizado, son errores en la alimentación. Se debe evitar que los niños y los
adultos consuman estos productos que lo
único que aportan son kilos de más. Por lo que se deben sustituir por agua simple o de sabor hecha en casa y
consumir más alimentos sanos como frutas y verduras.
El
Plato del Buen Comer es una estrategia adecuada para llevar una buena
alimentación, que de la mano con la realización de ejercicio diario de forma
constante mínimo por 30 minutos, nos permitan tener un adecuado estado de
salud, libre de obesidad y en consecuencia de enfermedades crónico-degenerativas
secundarias.
Nuestra
salud, invariablemente dependerá de lo que comemos o dejamos de comer. La
perseverancia y la disciplina nos ayudaran a conseguir cambios significativos
en nuestro estado de salud.
Te
invito a que hagas un autoanálisis respecto a tu alimentación y cómo ésta influye
en tu salud o en tu estado de ánimo para seguir adelante cada día. Si
encuentras que hay algo que no es favorable o que te afecta negativamente,
valdría la pena tomar la decisión de modificar tu estilo de vida para estar
mejor. Te aseguro que sí se puede lograr. Y si es necesario, busca ayuda
profesional para que realices los cambios necesarios para tu bienestar.
Una
observación muy importante es no caer en el error de usar productos milagro que
por el simple hecho de consumirlos harán maravillas en ti. Cabe recordar que
cada persona es diferente y por consiguiente, sus necesidades y condiciones
metabólicas son particulares, por lo que su plan alimenticio debe estar acorde
a éstas para que tenga una vida saludable.
Dr.
Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista
en Medicina Familiar
Cancún,
Quintana Roo, México. Octubre del 2016
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