La naturaleza nos pone
ejemplos de cómo deben ser nuestras conductas como padres.
¿Has
visto el comportamiento de los pájaros? Al inicio, ambos inician construyendo
su nido, rama con rama hasta tener un nido sólido y seguro para sus futuros
críos. Llegado el momento de la incubación, uno empolla los huevos día y noche
mientras el otro se encarga de proveer el alimento. También se da el caso de
que en forma alterna empollen los huevos para que el otro descanse o salga a
comer. Al brotar los pajarillos, éstos nacen desvalidos, frágiles, sin plumas y
los padres inician un cuidado extremo para alejar las amenazas alrededor del nido e
incluso darles de comer directamente al pico. Posterior a esta primera etapa,
las crías empiezan a hacerse fuertes y a cubrirse de plumas. Cuando el plumaje
es total, los papás pájaros empujan a sus hijos fuera del nido para que puedan volar.
Logrado el objetivo de que los pájaros vuelen, la misión de los padres se ha cumplido. O, acaso ¿has visto algún nido en el que permanecen los
pájaros hijos adultos junto con los padres?
En
muchas ocasiones, les he comentado a mis pacientes que no existe un libro o manual que nos enseñe
a ser padres; así como tampoco es garantía haber criado a un hijo para saber
cómo criar al otro, ya que son como los dedos de la mano: tienen el mismo origen pero no se parecen entre sí. Y aunque
reciban la misma educación y hayan vivido bajo un mismo estilo de crianza, no
todos los hijos reaccionan igual ante la vida.
Entonces,
la pregunta es: ¿por qué algunos hijos no se van del núcleo familiar para
formar su propio hogar?
A lo
largo de mi vida profesional, han venido conmigo a consulta padres y madres que
se encuentran desesperados porque no saben qué hacer cuando tienen hijos
adultos que se niegan a abandonar la casa paterna. A esta situación se le
llama Síndrome del Nido Lleno.
Esta
circunstancia genera conflicto entre los esposos, pues la mayoría de las veces
no se ponen de acuerdo respecto a cómo deben proceder con el hijo que se
perpetúa en el hogar. Y es que para que un hijo no se independice, necesita de
la complicidad incondicional de algunos de los padres a lo largo de las todas
las etapas de su vida.
Reza
en un poema Khalil Gibran:
Tus
hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No
vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Darles todo a manos llenas, sin establecer
obligaciones, vuelve a nuestros hijos irresponsables, dependientes y egoístas. Por
consiguiente, desconocen el justo valor de las cosas, lo cual hace que no
valoren lo que reciben, que se acostumbren a esa vida fácil y en consecuencia
que no aprendan a ser independientes para valerse por sí mismos. Al no enseñarles a volar (como los pájaros lo
hacen con sus crías), es difícil que se atrevan a dejar el hogar por decisión
propia. Tal parece que los educamos como si fueran a permanecer siempre
dependientes de nosotros.
El ser padres es una de las experiencias más
sublimes que existe en la vida. Siendo algo tan maravilloso, queremos como
papás que nuestros hijos tengan un futuro mejor que nuestro presente, que no
pasen las carencias por las que hemos pasado, que no sufran lo que nosotros
hemos sufrido, que sean en la vida lo que nosotros no pudimos ser. ¿Saben? Esto
es un error. Nuestros hijos no tienen que ser lo que nosotros soñamos ser algún
día. Ellos deben construir sus propios sueños y perseguirlos, pero es necesario
que esos sueños los construyan con enseñanza de vida y obra de los padres.
De igual manera, al nacer los hijos, los padres
dedican su esfuerzo en sacarlos adelante. En consecuencia, su vida gira
alrededor de ellos y en muchas ocasiones desatienden su relación de pareja.
Cuando esto sucede, los padres no quieren que los hijos se vayan, pues se han
convertido en el único vínculo que los mantiene juntos como esposos, y la
independencia de los hijos puede resultar en la separación de la pareja.
En cierta ocasión escuché de una mamá que decía: por
mis hijos lo que sea, pues mientras tengan madre, hasta la muerte si es
necesario. Y esto es literal, pues el hijo adulto que vive en casa de sus
padres, por lo general no aporta económicamente y empieza a consumir los
recursos que ellos deben utilizar en la vejez o retiro, tiempo en el cual la
vitalidad y los ingresos disminuyen.
¿Qué debo hacer con un hijo que no se va de la
casa? ¿Correrlo? Literalmente debe ser así. No debemos hablar con él como un
hijo. La conversación debe ser entre adultos y plantearles el porqué de la
importancia de su independencia, que lo beneficiará a él y a ustedes como
padres.
Desprenderse de los hijos (sobre todo si son
únicos) es un proceso sumamente doloroso, pero después del dolor viene el
alivio. Muchas veces hay que cortar de tajo las ramas para que el árbol sea más
frondoso.
También se debe hacer entender a los hijos que la
relación padre-hijos no es solamente convivir juntos bajo el mismo techo. Que
la relación va más allá de los muros y que aunque estén lejos, siempre estarán
unidos por el amor.
De igual forma, aconsejo que se enseñe a los hijos
a dar. Que no pregunten ¿Te hace falta algo mamá? ¿Te hace falta algo papá?
Sino que den sin preguntar y sin condicionar. Es común que digan: Mamá, te doy
tal cantidad de dinero, pero no para que se lo des a mi hermano(a). Enseñarles
que si ya lo dieron, no condicionar su uso y que pueden hacer con ello lo que
se desee.
He visto, como adultos mayores viven en una
precariedad económica mientras los hijos están en bonanza y no ayudan a sus
padres. Los padres no les piden por dignidad, pues si lo han pedido y se les ha
negado y ya no la vuelven a hacer.
Dice un dicho común: Querido hijo, en mi vejez no
te pido que me des, pero sí te pido que no me quites.
La familia es el ciclo sin fin de la vida. Hacer de
nuestros hijos hombres o mujeres independientes, los convertirá en adultos
responsables que pueden formar familias funcionales en su momento.
Así que carguemos pilas y no permitamos que
nuestros hijos se conviertan en jóvenes NINI (Ni estudian, ni trabajan).
Finalizo este escrito con un texto que leí en la redes sociales (y cuyo autor
desconozco): Si quieres criar adultos fuertes, deja de respirar por tus hijos,
deja de hacerles la tarea, deja de comprarles todo lo que quieren, diles que NO
de vez en cuando y enséñalos a cooperar en casa. Suelta el miedo al trauma y
ayúdalos a crecer.
Dr.
Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Médico
Familiar
Cancún,
Quintana Roo, México. Junio del 2016
Visita mi sitio: www.cbaquedano.com.mx
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