¿Cómo
desperdiciar la comida? ¡Es una lástima que no se coma! ¡No pude decir no al anfitrión! ¡Era tan barata que es un
error desaprovecharla! ¡Hay que desquitar lo que se pagó en el todo incluido y
debemos comer hasta reventar! En estas fiestas no he podido dejar de comer, en
consecuencia he subido de peso; por eso, a partir del lunes me pondré a dieta.
¿Te
recuerdan algo estas expresiones? Es muy común escucharlas, ¿no es cierto?
El
alimento es una necesidad básica en el ser humano. Sin embargo, cuando vivimos
para comer, más no comemos para vivir, la comida se vuelve un factor dañino en
la salud física y emocional de una persona, pues nuestro cuerpo no es un barril
sin fondo. Por el contrario, para que sea un organismo que funcione en plenitud
requiere cantidades determinadas de nutrimentos que van de acuerdo a la edad de la persona. Es por
ello que tenemos la capacidad de sentirnos satisfechos después de ingerir
alimentos.
Ahora
bien, todos sabemos qué sucede cuando nos extralimitamos en la alimentación. Al
cabo de un tiempo, el cuerpo pasa la
factura cuando la báscula registra sobrepeso. Entonces, después del placer que significa comer, la
persona experimenta culpa o incluso la necesidad
de bajar de peso porque
estéticamente no le gusta su imagen o no se siente bien de salud. Por lo que
decide que debe adelgazar, pero eso sí,
¡de una forma rápida!
Ante
esta situación de urgencia que vive mucha gente, un gran aliado resulta ser la
publicidad en los medios de comunicación que saben aprovechar como estrategias
de mercadotecnia la susceptibilidad de esas personas.
¿Te
has fijado que en los centros comerciales y tiendas departamentales, después de
las fiestas decembrinas, lo que exhiben en sus aparadores son aparatos de
ejercicio? Es común que como propósito de año nuevo muchos quieran bajar de
peso, por eso los comercios promueven estos aparatos. Desafortunadamente, muchas
veces el ímpetu por seguir una rutina de ejercicios en el hogar desaparece muy pronto y lo que al principio es novedad se convierte en
el toallero o tendedero más caro y estorboso de la casa.
También
hay personas que deciden bajar de peso mediante
pastillas mágicas o polvos que anuncian en la televisión como suplementos
alimenticios, o utilizan prendas
maravillosas que bajan de tallas en segundos, o ponen en práctica las dietas que vieron en las redes
sociales.
Lo
que podemos resaltar de las situaciones antes descritas es el mínimo esfuerzo
de la persona por seguir en plan de vida para mantenerse en sano equilibrio,
pues se observa que dejan toda la responsabilidad a que las máquinas
ejercitadoras, pastillas o dietas exprés
hagan milagros para su beneficio. Y es
obvio que las consecuencias son decepcionantes, ya que pasadas las semanas el
esfuerzo realizado da resultados mínimos o nulos, los cuales llevan a pensar
que lo mejor es dejar de comer.
Erróneamente
se cree que dejar de desayunar o cenar por un mes es favorable para perder
peso. Quienes lo han hecho saben que tiene un resultado inesperado: ¡se sube de
peso!
¿Cómo
es esto posible? Parece ser algo contradictorio a primera vista, pero no es así.
Lo que sucede es que cuando dejas dejamos comer por un tiempo prolongado el metabolismo
se vuelve lento, por lo que se activan
en nuestro organismo mecanismos que actúan como defensa con la finalidad de
preservar la energía, ya que al no haber ingesta de alimentos el cuerpo interpreta esta ausencia como una
carencia. Por ejemplo no cenar condiciona casi 18 horas de ayuno entre el
último alimento y el próximo. Cuando se come nuevamente, se tiene más hambre de
lo habitual, por lo tanto se requiere mayor cantidad de comida. El cuerpo
responde atrapando toda la energía posible para almacenarla y prepararse para
las horas siguientes de carencia. Cuando pasan las horas y se vuelve hacer
ayuno, el organismo vuelve a interpretar: ¡Sigue la carencia! De esta forma
sigue mandando la señal al metabolismo para que siga lento ¿El resultado? Subir
de peso después de un mes cuando se buscaba todo lo contrario. Esto es debido a
que cuando permanecemos en ayuno
prolongado el metabolismo es lento, lo
que significa no usar la grasa almacenada, destruir los tejidos que consumen energía y convertir los siguientes alimentos que se ingieran en
grasa. Por consiguiente, la grasa acumulada (sobre todo la abdominal) permanece
intacta en el ayuno. La destrucción de los músculos (tejidos que consumen
energía) le quitan fuerza y tono al cuerpo y por último, se almacena más grasa
en la áreas específicas para su resguardo.
Pudiera
ser que al realizar esta práctica se puedan perder algunos gramos, pero es casi
seguro que se ganen algunos centímetros
demás por el almacenamiento de la grasa.
De
ninguna forma es recomendable evitar u omitir alguno de los alimentos del día
con la finalidad de perder peso. Por el contrario, para lograr este objetivo es
necesaria una dieta balanceada, acorde al requerimiento calórico de las
personas y con ejercicio.
Dice
un sabio refrán que para estar en forma y con buen peso se debe desayunar como
rey, comer como príncipe y cenar como mendigo. Y ciertamente tiene lógica, pues
es el desayuno el principal alimento del día ya que después de la reparación
intensiva que durante la noche nuestro cuerpo realiza para reconstruirse,
eliminar los desechos y ponerse en forma, el aporte calórico y energético que
el desayuno provee, es esencial para reactivarse e iniciar las actividades del
día.
No
se debe cambiar el desayuno por un yogurt o un licuado. Esto es inadecuado. El
desayuno debe ser balanceado, acorde a las características del plato del buen
comer, para que provea la energía necesaria.
También
existen otras causas que puedan favorecer el aumento de peso como el uso de
medicamentos de tipo corticoides o también conocidos como cortisonas, la
insulina, pioglitazona, rosiglitazona y glibenclamida utilizados en la
diabetes, las pastillas anticonceptivas, algunos medicamentos antidepresivos,
antipsicóticos, entre otros. De igual forma algunas patologías hacen subir
involuntariamente de peso como lo es el Síndrome de Cushing, Síndrome de Ovario
Poliquístico, Hipotiroidismo, así como también condiciones normales como la
menopausia, el embarazo y el envejecimiento (por la disminución del metabolismo
y la dificultad para la realización de ejercicio).
No
te equivoques ni sacrifiques inútilmente. Dejar de comer no es sano ni adecuado
para bajar de peso.
Lleva
una dieta balanceada, acorde a tus requerimientos calóricos y haz ejercicio,
así obtendrás (lento pero seguro) la tan anhelada disminución de peso.
Dr.
Carlos P. Baquedano Villegas
Médico
Especialista en Medicina Familiar
Cancún,
Quintana Roo, México. Enero del 2016
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