Un día se presenta en mi
consultorio Juanita de 60 años de edad y me refiere angustiada no
saber qué hacer pues su hermano Paul de 70 años de edad vive en otro estado del
país, solo, debido a que nunca se casó ni formo familia y no tuvo hijos. En
este momento, Paul cursa con datos de Enfermedad Renal Crónica etapa 4 (aun no
llega a padecer Insuficiencia Renal, pero se encuentra cerca) y tiene problemas
para su atención, no puede comer sano pues no sabe cocinar y todo el tiempo
consume alimentos en la calle los cuales no son los más apropiados para su
problema de salud, agregándose a situación que recibe una pensión mínima y sus
condiciones económicas son precarias.
Los hermanos le han pedido a Paul que
venga a vivir con ellos, pero él es de carácter difícil y no se integra a la
dinámica de las familias en donde ha estado, así que después de una corta
estancia y ante el dicho de que CADA QUIEN EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS,
Paul regresa a vivir solo.
Juanita está muy preocupada por lo que
sucede y se percibe en un callejón sin salida, pues en este momento de su vida,
vive con sus hijos a los que ayuda con el cuidado de los nietos y, al igual que
su hermano, las condiciones económicas no son favorables. En consecuencia, no
puede ayudar a su hermano ni económicamente, ni en cuidados.
Este ejemplo es muy común en la
actualidad. Muchos adultos, deciden en el vigor de su juventud no tener familia
y conviven la mayoría de las veces con algún familiar cercano (papás, hermanos
e incluso abuelos). En esta etapa en la cual no necesitan de nadie para su
cuidado y atención, van creando una dinámica de vida autosuficiente, pero sin
tener en cuenta que no siempre serán jóvenes y sanos, y que por ciclo normal de
la vida algún día tendrán que envejecer y en consecuencia disminuir su
capacidad física o peor aún, enfermarse, por lo que requerirán del cuidado y la
asistencia de otras personas.
Además, el eterno soltero sin hijos,
que se acostumbra a vivir solo, (muchas veces sin reglas que le impiden
posteriormente integrarse a otras familia) se le dificulta que al final de su
ciclo de vida, pueda recibir el cuidado de familiares cercanos o integrarse a
una familia. Junto con la vejez, también viene el declive económico.
En una ocasión le pregunté a un
paciente ¿cómo te sientes al vivir solo? Me contestó que al principio, en su
juventud todo era fiesta y vivir desordenadamente, sin obligaciones, sin reglas
que cumplir más que las laborales (las
que muchas veces no se cumplen pues no existe el temor de quedarse sin
trabajo). Todo este tren de vida genera un vacío existencial a lo largo del
tiempo, presentándose de forma frecuente estados de ansiedad (los cuales el
paciente no puede identificar como tal), desanimo, desgano y que son un factor
de riesgo importante para el consumo en exceso y consuetudinario de alcohol y/o
drogas.
Llegar a casa y no ser recibido por
alguien que te pregunte ¿cómo te fue?, con quien compartir sueños, anhelos,
angustias, alegría, es algo que sin darse cuenta genera hastío y tristeza.
Acostarse a dormir y tener por compañía al televisor o a los ruidos del
silencio. Despertar y ver las paredes de un cuarto sin otras personas, son
factores condicionantes de ansiedad.
Las mascotas pasan a ocupar el lugar de
la familia, pero desafortunadamente solo pueden mitigar la soledad pero no
proporcionan los cuidados en momentos
que se requieren.
En otras ocasiones, el ser soltero no
es una decisión sino más bien una circunstancia de vida. Pongo como ejemplo a
las mujeres que se desarrollan profesionalmente y que cada día se envuelven más
en su dinámica laboral de una forma absorbente y sin darse cuenta, se queda
sola (pues la edad ha pasado y es muy difícil encontrar pareja). Los hombres
tienen temor de acercarse a una mujer exitosa por un machismo mal entendido y
el miedo a ser manipulados. Otro ejemplo es el de los hijos que se dedican al
cuidado de sus padres mayores y en ese tiempo no realizan su propia vida. Lo
que muchas mujeres no valoran es que el reloj biológico avanza (y después de
los 35 años es peligroso embarazarse. A mayor edad, mayor dificultad de iniciar
una familia).
Algunos solteros, ven en el cuidado a
sus sobrinos una forma de satisfacer maternidad o incluso paternidad. Son tíos
buena onda, consentidores, cómplices y que colaboran (algunas veces) en el
aporte económico para la educación y/o manutención. Cuando los sobrinos crecen,
ven en estos tíos unos segundos papás y devuelven con cuidados y atención lo
recibido durante la infancia y adolescencia.
Los matrimonios sin hijos, al momento
de la viudez corren con el mismo riesgo de no recibir cuidados en la última
etapa de su vida. Va a depender de la edad del viudo(a), la posibilidad de
volver a contraer nupcias o encontrar una nueva pareja. Este tipo de personas
tienen mayor posibilidad de volver a casarse pues no les gusta vivir solos
después de haber tenido cónyuge.
El soltero debe planear en la medida
posible su vejez, pues no va a estar esperanzado de que un alma caritativa se
haga cargo de sus cuidados cuando así sea necesario. Tener una pensión, un
seguro de gastos médicos o seguridad social, una vivienda propia libre de
gravamen, una vida metódica para evitar enfermarse, comer sanamente, hacer
ejercicio diario, buena higiene y por qué no, tener preparado el ingreso a una
casa de retiro cuando llegue el momento. Las casas asistenciales para ancianos
en retiro tienen una gran demanda y el poder ingresar a estos asilos es difícil
en los que son gratuitos y costoso en los privados.
Sin embargo, el tener servicios de
salud y una pensión digna, no lo es todo para el cuidado del adulto mayor, pues
se necesita en algún momento de la vida la atención de familiares como parte de
las redes de apoyo.
Con cierta frecuencia, como médico me
toca atender adultos mayores que acuden solos a consulta, sin compañía de un
familiar joven. En tales circunstancias, se suscita una situación que afecta mi labor. Por su condición de edad
tienen disminución importante de la agudeza visual, auditiva e incluso
cognitiva lo que condiciona que no entiendan las indicaciones verbales
otorgadas o que las olviden fácilmente. En consecuencia no toman sus
medicamentos de control, los toman en dosis y/u horarios inadecuados, los
suspenden por no recordar para que eran, etc. Los pacientes tienen múltiples
enfermedades o complicaciones que olvidan decir al inicio de la consulta y
cuando ésta ya está por concluir se acuerdan de otra patología o dolencia y se
retrasa la consulta al tener que
revisarlos de nuevo, o bien no sanan en el tiempo esperado porque no cumplieron
con el tratamiento.
Algunos pacientes adultos mayores van
acompañados de un amigo, vecino e incluso familia, pero que no viven con ellos,
de tal forma que no existe una vigilancia de las complicaciones, del apego al
tratamiento e incluso de la adecuada alimentación o higiene del paciente. De
igual forma, se pueden presentar familiares o acompañantes distintos en cada
consulta, lo que no favorece el adecuado apoyo para el cuidado de estos
pacientes.
El hombre es un ser biopsicosocial que
no debe estar en soledad, mucho menos en la etapa final. Por eso, es importante
en la juventud planear el futuro para tener una vejez con buena calidad de
vida.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Julio
del 2015. Cancún, Quintana Roo, México.
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