Juguetes peligrosos
Aún recuerdo que de
pequeño, como a los 6 o 7 años, mi papá me compró una flauta de carrizo que era
una belleza y con la cual iba feliz a todos lados. Sin embargo, nadie me dijo
que para utilizarla debía estar quieto. Cierto día, andaba con mi flauta caminando
cual flautista de Hamelin, cuando de repente pierdo el equilibrio y caigo de
bruces impactándose la flauta contra mi paladar y causándome una herida de la que
manaba sangre en abundancia y me condicionó que no pudiera comer en muchos
días.
Siendo un adolescente,
tenía un rifle de diábolos (también conocidos como rifle de aire o copitas) con
el que me gustaba salir de cacería en el rancho de mi papá. En una ocasión, al
estar haciendo una incursión por los corrales de los cerdos, vi unas tortolitas
paradas al borde de uno de los chiqueros y pensé que serían una buena presa. Así
que tomé mi rifle, apunté a las palomas y disparé errando el tiro. El diábolo
se impactó en el lomo de un cerdo penetrando por su espalda hacia su columna
vertebral y causando una lesión en la médula ósea que propició que el animal
dejara de caminar. Se podrán imaginar el coraje que hizo mi padre y lo mal que
me fue. Ahora pensemos que si en lugar del cerdo hubiese sido otro niño, la situación
sería muy grave o incluso mortal.
Recién egresado de mi
postgrado, conocí el caso de un paciente prescolar que acabó en quirófano para
la realización de una laparotomía exploratoria por haber ingerido las pilas de
su juguete. Afortunadamente las pilas se le fueron al tubo digestivo y no a los
pulmones pues esto hubiese complicado aun más el cuadro.
Todas estas
vivencias, tienen en común que existe un juguete de por medio, causante de una
situación que representó un peligro.
En nuestro medio como
en la mayoría de los países, la ilusión de todo niño es tener un juguete nuevo.
Sentimiento que se ve reforzado por el bombardeo publicitario que se presenta
en todos los medios de difusión actuales. Los papás acuden a las tiendas a
conseguir a como de lugar el juguete deseado, pero ¿con qué frecuencia se
revisan las advertencias que por ley se deben encontrar en las cajas de
empaque? o peor aún, se compran juguetes importados de dudosa procedencia y en
consecuencia, sin que cubran las medidas mínimas de seguridad.
Puntas afiladas, piezas
pequeñas, partes desarmables, pilas, materiales reciclados, pinturas
peligrosas, electricidad, materiales inflamables entre otros pueden ser armas
letales en las manos de un niño.
Los niños pequeños y
aún los grandes, están en etapa de descubrimientos, por lo que es muy común que
desarmen sus juguetes para ver cómo funcionan. Las partes pequeñas que los
conforman, se pueden introducir (voluntaria o involuntariamente) por los
orificios naturales del cuerpo provocando asfixias, obstrucciones o
perforaciones de tímpano.
Algunos
juguetes pueden estar adornados con pintura que contiene plomo. El
envenenamiento con esta sustancia puede causar vómitos, anemia y dificultades
de aprendizaje. En casos extremos provoca daños neurológicos graves y la
muerte. ¿Recuerdas algún niño con un juguete en la boca? Te apuesto que esta
escena es muy común en tu casa.
Las
puntas afiladas o salientes, son factor de riesgo para heridas en mucosas, piel
o incluso para los ojos. Ejemplo de ello son los fusiles de los juguetes de
acción, de los robots, los dardos, las balas, o cualquier objeto que salga
disparado o que sea saliente.
Las
pilas contienen zinc y mercurio entre otras sustancias, las cuales son
potencialmente venenosas cuando se ingieren, o incluso se pueden absorber a
través de la piel.
Las
patinetas, los patines, lo scooters, los autos, las bicicletas, las mini-motos
entre otros juguetes, que implican movimiento, son de alta peligrosidad si se
utilizan sin la protección adecuada como son los cascos para la cabeza, las
rodilleras, las coderas y los guantes.
Muchos
accidentes pueden presentarse con los juguetes, ya sea porque son inseguros o
por la impericia de los niños. Por ese motivo, te doy algunos consejos para
evitar que la alegría se convierta en tristeza o dolor:
1.
Compra juguetes acordes con la edad del infante. Las cajas de estos traen impresa
la edad recomendable para su uso. Los juguetes artesanales y los importados
(sobre todo los de tipo ilegal) muchas veces no traen esto.
2.
Verifica que el niño use adecuadamente el juguete, utilizando las medidas de
seguridad recomendadas. Supervísalo o mejor aún, juega con él.
3.
Los juguetes que se necesitan ensamblar, deben armarse por un adulto con la
herramienta adecuada. Esta no es una tarea para los niños. Nunca te deben
sobrar piezas.
4.
Las pilas deben ser cambiadas sólo por adultos o adolescentes, no por niños. Recuerda
colocar las pilas en contenedores especiales, pues condicionan un alto grado de
contaminación ambiental (sobre todo las económicas).
5.
Los empaques y las bolsas que contienen los juguetes deben ser desechados, pues
los niños pueden jugar con ellos y sufrir sofocación o ahogamiento como el que
se produce cuando se pone una bolsa en la cabeza.
6.
El suministro eléctrico de los juguetes que así lo requieran, debe ser seguro y
supervisado por un adulto.
Antes
de terminar, quiero hacer mención de que algunos juguetes en los cuales el
infante se pasa mucho tiempo sentado como son los videojuegos, favorecen la aparición
de obesidad, disminución de la agudeza visual, tendinitis en las manos por los movimientos
repetitivos e incluso se han descrito convulsiones por el uso excesivo de los
mismos. Regula el tiempo de utilización de estos juguetes con la finalidad de
no exponer al niño a riesgos. Esto es aplicable para el uso de computadoras y
televisores. Recomiendo que los niños no jueguen más de 2 horas por día, la
cual debe estar interrumpida por un descanso de 15 minutos. Mejor aún si no
utilizan estos aparatos en días escolares; te asombrarás de cómo su
aprovechamiento escolar progresa. Favorece el uso de juguetes que impliquen
actividad física.
No
permitas que la alegría que produce el tener un juguete nuevo, se afecte por un
descuido, desinformación o imprudencia de tu parte.
Dr. Carlos P.
Baquedano Villegas
twitter@CBaquedano_V
Cancún, Q. Roo, México. Diciembre del
2012
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