Durante
el ejercicio profesional me ha tocado dar noticias sobre embarazos en hijas
adolescentes que caen como bomba, creando severas que afectan la funcionalidad
de la familia.
Pareciera
una incongruencia que en la actualidad, aun cuando desde la primaria se empieza
a otorgar información sobre la sexualidad y la prevención de embarazos no
deseados, continuamos con una alta incidencia de los mismos en adolescentes.
Los
adultos, que sabemos las implicaciones que conlleva un embarazo nos planteamos
una interrogante: ¿Qué sucede por la mente de una adolescente cuando descubre
que está embarazada?
En
mi desempeño laboral he podido constatar que el temor al regaño e incluso a ser
víctima de violencia física conduce a la paciente a cometer una serie de
errores, propios de su inmadurez, que a la larga pueden tener fatales
consecuencias. Sin embargo, ocultar el embarazo es una conducta generalizada,
que puede prolongarse a etapas avanzadas de la gestación. Pero lo que muchas
jovencitas ignoran y tal vez los papás y maestros también, es que un embarazo
en esta etapa de desarrollo se considera de alto riesgo. Por eso es de suma
importancia que desde el inicio, una embarazada se someta a un protocolo de
estudios de laboratorio y ultrasonidos para identificar problemas de forma
precoz. De igual manera, el no tomar ácido fólico en los tres primeros meses de
vida puede condicionar que el futuro bebé presente anormalidades en su sistema
neurológico.
Otra
de las prácticas más comunes en las adolescentes embarazadas es intentar abortar,
lo cual pone en peligro su vida al acudir
a personas sin escrúpulos que con tal de ganarse unos pesos, no tienen el menor
inconveniente en realizar legrados. O peor aun, cuando la joven decide realizar
por cuenta propia el aborto tomando medicamentos, aplicándoselos o hacerse de
forma directa el legrado con objetos puntiformes, sin importarle los riesgos a
los que expone su salud, como dejarle alguna secuela que posteriormente le
impida tener hijos e incluso morirse.
El
repudio de la sociedad, el rechazo de la familia, la sensación de culpabilidad
y de soledad son circunstancias que experimenta la futura mamá y que en medio
de la crisis familiar que se genera, los familiares muchas veces se olvidan de
ello, pues casi siempre se enfocan en la “honra” de la familia y “el qué
dirán”, e intentan “reparar el daño” y obligan al novio a “cumplir” mediante un
casamiento precoz, el cual muchas veces es uno de los errores más grandes, pues
es un matrimonio condenado al fracaso. De igual forma, en nuestra sociedad
importa más el qué dirán que otorgar atención inmediata a la adolescente.
Sacarla de la escuela, ocultarla, hacer como que no pasa nada, es únicamente
evadir la realidad y no hacer lo más importante que es tener un control médico prenatal.
Ahora
bien, enfoquemos nuestra atención a otro aspecto del tema como es los factores
de riesgo que propician los embarazos en las niñas, de los cuales el detonante
es tener relaciones sexuales prematuras. Haciendo a un lado las condiciones
físicas y biológicas propias de la edad, vale la pena enfatizar el entorno
familiar en el que se desenvuelven los jóvenes desde la niñez. En muchas
ocasiones el adolescente crece sin la atención de los papás, ya que éstos se
convierten únicamente en proveedores, que en su afán de conseguir cosas
materiales para tener una vida tranquila desatienden la enseñanza, el cuidado y
la educación de los hijos. Otra situación es la disfunción que se genera cuando
la dinámica familiar se interrumpe por la falta de alguno de los padres, sea por divorcios, muerte, cárcel, abandono,
condiciones laborales, etc. Igualmente cuando en la familia hay problemas de adicciones
(alcoholismo, drogadicción), violencia, bajo nivel educativo, entre otros. Es
así como una adolescente embarazada puede ser el reflejo de una dinámica
familiar dañada. El embarazo puede ser no deseado, o bien deseado y utilizado
como una vía de escape hacia un modo de vida mas sano o estable.
Es
por eso que los jóvenes que cursan por este problema, deben recibir apoyo de
sus padres, familiares, maestros y amigos. Es cierto que no se trata de un
problema plausible, de un chiste, sino de algo muy serio que viene a trastornar
la funcionalidad de la familia, pero es importante establecer redes de apoyo entre
los miembros de la misma y afianzar las relaciones interpersonales positivas.
La
adolescente junto con sus padres y hermanos, debe afrontar la problemática de
forma abierta, continuar hacia adelante con su vida, seguir acudiendo a la
escuela y preparándose con la finalidad de que el día de mañana pueda
proporcionar lo necesario a su hijo. Tarea muy difícil y complicada.
El
embarazo en los adolescentes no sólo se trata de un problema de salud, sino
también de un problema social que afecta a toda la familia.
¿La
adolescente con un embarazo es víctima o culpable?
Es
víctima de las condiciones que le ha tocado vivir en el seno familiar y en la
sociedad, de la pérdida de valores. Pero también es culpable de no ejercer su
sexualidad con madurez y responsabilidad, de no informarse de los diferentes
métodos anticonceptivos. La información se recibe en la escuela, en los medios
de difusión (prensa, radio, televisión, internet). Sin embargo, no se toma en
cuenta hasta que el problema se presenta. Se dice “a mi no me va a pasar”, pero
pasa.
¿Qué
debemos hacer?
Los
padres, estar más pendientes de la educación de los hijos, del cuidado a su
salud, vigilantes en sus cambios de conducta, del grupo de amigos en el cual
están inmersos. Establecer lazos más fuertes en la familia, generando
confianza, diálogo, apertura.
Los
adolescentes, deben informarse detalladamente sobre sexualidad, métodos
anticonceptivos (el mejor es la abstinencia), de ejercer su sexualidad con responsabilidad.
Recuerden que no sólo los embarazos son consecuencia de una sexualidad
irresponsable, también están las enfermedades de transmisión sexual, como lo es
el SIDA.
Los
maestros y la sociedad, tenemos la responsabilidad de la educación hacia los
adolescentes, reforzando valores y manteniendo el diálogo con los jóvenes.
Se
debe evitar el escarnio, el rechazo y las conductas que afecten más la
autoestima de las embarazadas adolescentes, de por si ya deteriorada por la
situación misma.
¡Los
adolescentes cargan la mochila, no la pañalera! Cuídate, infórmate. No trunques
tu vida ni tu futuro.
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas.
Lic.
Adriana Guadalupe Domínguez Vázquez.
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