lunes, 1 de octubre de 2012

Todos somos médicos


¡Hola doctor!, buenas tardes, me he sentido con dolor de garganta y vengo por un antibiótico…. ¿Cómo he sabido lo que necesito? Pues fue muy fácil, me metí a internet y el Dr. Google® me ha dicho que es lo que tengo….

Aunque parezca exagerado, pero así es. Cada día es más frecuente que el paciente llegue al consultorio diciendo que ya sabe lo que tiene porque lo consultó en internet.

Sin embargo, estas personas olvidan algo muy importante y sumamente relevante en el aspecto de la salud, mismo que a continuación describo.

En la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán, sitio en donde yo estudié, el plan de estudios es el siguiente:

-Cinco años de escuela con prácticas todos los días en hospital

-Un año de internado de pregrado (con horario de 07:00 a 16:00 hrs y guardias de 24 horas cada 3er día.

-Un año de servicio social en una población rural, tiempo en el cual debes realizar la tesis y titularte.

Pero ahí no acaba la situación, al egresar de la universidad como médico general, cirujano, cirujano y partero, etc., la preparación es inconclusa, pues la mayoría de las veces el médico tiene que hacer un posgrado que va de 3 a 5 años dependiendo de la especialidad, y si además hace subespecialidad, pues súmense otros 2 años aproximadamente.

Cada médico con postgrado, tiene que certificarse al terminar la especialidad que eligió presentando un examen ante un consejo médico, y posteriormente cada 5 años tiene que recertificarse mediante la acreditación de puntos curriculares que obtiene al realizar cursos de actualización, adiestramientos, diplomados, maestrías, investigación y docencia.

Considero pertinente puntualizar el proceso de formación académica de un médico, ya que la salud de una persona no es una fórmula matemática para que en un buscador de internet ingreses los datos (síntomas del malestar) y obtienes la respuesta para tu padecimiento.

Y es que todos llevamos en nuestro interior el deseo escondido de ser médicos. ¿O no es cierto que en más de una ocasión le hayas recetado algún medicamento a un compañero de trabajo, familiar o amigo porque a ti te fue bien con ello?

También existe la tendencia de resurtir la receta anteriormente recibida si los síntomas de la enfermedad actual se parecen a los síntomas de la patología por la cual se emitió esa receta.

Pero todos somos médicos. ¿No te ha sucedido que llegas a la farmacia a comprar el medicamento que tu doctor te recetó y el farmacéutico te cambia la medicina? En una ocasión, al poco rato de haber consultado conmigo, una paciente me llama diciéndome que la medicina que le receté ya no existía (cosa que era mentira) pero que el señor farmacéutico le estaba recomendando otro medicamento, que aunque era de un componente diferente, le servía para lo mismo. Con mucho respeto, le pedí a mi paciente que le preguntara al señor farmacéutico que grado de estudios tenía, pregunta que mi paciente realizó recibiendo como respuesta que el señor farmacéutico tenía su secundaria terminada. Como último comentario le pedí a mi paciente que fuera a otra farmacia y que me diera el beneficio de la duda sobre la existencia y beneficio del medicamento recetado, pues tenía un poquito más de estudios que el señor farmacéutico ¿y que creen? Mi paciente fue a otra farmacia y si encontró la medicina.

Me quedé muy intrigado de saber que era lo que pasaba con la industria farmacéutica y pronto obtuve la repuesta por uno de los empleados de estas farmacias en la que supuestamente ahorras: Por cada receta que logren cambiar y vender los medicamentos de la marca genérica que comercializa esta cadena, ellos recibían $10.00 (pesos mexicanos). Claro que para conseguir esto, muchas veces es necesario engañar al paciente diciendo que el medicamento que su médico le recetó ya está descontinuado, creando en el paciente desconfianza hacia su médico, y logrando su objetivo: cambiar la receta ¿y la ética? Bien, gracias.

También están las personas que al ver programas televisivos en los que les muestran anuncios tendenciosos y con información incompleta, quedan plenamente convencidos de comprar tal o cual medicamento, y peor aún, recetárselos a sus amigos o familia.

De esta manera podemos observar en las situaciones antes descritas, como la automedicación es parte del diario vivir. Pero, ¡cuidado! ¿A qué nos exponemos con ello?

Les comparto un caso médico:

Paciente masculino  de 25 años de edad, inicia con temperatura y dolor abdominal agregándose de forma posterior, diarrea y vómito. El paciente empieza a tomar antibióticos y analgésicos por autoprescripción. Cinco días después, se sigue sintiendo muy mal e incluso peor por lo que decide acudir a un médico quien decide operarlo de emergencia. Es sometido a una cirugía que se llama laparotomía exploratoria, la cual consiste en abrir todo el abdomen para explorar cual es el problema. Durante el evento quirúrgico le encuentran que tuvo una apendicitis la cual se perforó y le estaba causando una peritonitis, se le tienen que extirpar aproximadamente 1 metro de intestino y sale del quirófano con una colostomía (el intestino se conecta a una bolsa por fuera del abdomen), y un tiempo después se le volvió a operar para reconectar el intestino. Afortunadamente no murió, pero, ¿Por qué fue tan grave su problema, complicándose cada vez más al grado de poner en peligro su vida?… ¡Por la automedicación!, pues no tuvo la valoración médica a tiempo y bloqueó los síntomas del problema real.

De verdad que recetar no es tan fácil, se tienen que valorar muchas cosas, síntomas, signos, tiempo de evolución, causas más comunes de las enfermedades, efectos adversos, alergias, contraindicaciones, edad, género, enfermedades asociadas, el uso de otros medicamentos, etc.

Por ejemplo, ¿sabías tu que los pacientes que son alérgicos a la Aspirina® no deben consumir Pepto-Bismol® porque también les produciría alergia? Algo tan común de usar, pero que por desconocimiento te puede causar una alergia, choque anafiláctico e incluso la muerte. Otro ejemplo, los pacientes asmáticos no deben consumir medicamentos de tipo antinflamatorios no esteroideos (ejemplo naproxeno, diclofenaco, piroxican, etc) pues el consumo de estos les puede ocasionar una crisis asmática.

Deja tu salud en manos de los profesionales. No llevarías tu auto último modelo a un taller improvisado ¿verdad? Es válido tomar algún analgésico cuando te sientes mal, pero no dejes de acudir al médico. Muchas veces las enfermedades en sus inicios son como los icebergs, sólo dejan ver una pequeña parte del padecimiento, pero investigando se encuentra que son más graves.

Y si vas a gastar en un médico, verifica que te atienda alguien debidamente capacitado, que sea médico, que tenga la especialidad que anuncia y que no sea un charlatán ¿Cómo lo puedes saber? En México, se puede revisar la cédula profesional en la siguiente dirección (puede tardar un poco en abrir, ten paciencia) http://www.cedulaprofesional.sep.gob.mx/cedula/indexAvanzada.action  Hasta de los médicos más afamados te puedes llevar sorpresas.

Deja el cuidado de tu salud en los médicos. No juegues al doctor, muchas veces esto puede ser mortal.

 

Dr. Carlos Baquedano Villegas

twitter:@CBaquedano_V

 
Cancún, Quintana Roo, México, Octubre del 2012

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