Hace casi ya un año que inició la pandemia en el país y el incremento de los contagios por Covid-19 es algo que como equipo de salud nos preocupa y causa estragos en nuestro estado de ánimo ante nuestras limitantes para que esto se acabe.
Al principio, cuando se decretó el aislamiento de la población, se veían
calles vacías, así como centros comerciales, de esparcimiento y empresas
cerradas. Conforme las condiciones epidémicas lo fueron permitiendo, la gente
empezó a salir a las calles utilizando cubrebocas (algunas veces hasta dos a la
vez), lentes protectores, caretas, guantes e incluso ropa de tipo hospitalaria
para poder realizar las actividades más esenciales como lo eran acudir por
víveres, atención médica o surtir artículos de primera necesidad. Era una
paranoia total, todos con gel y desinfectantes en la mano o cualquier tipo de
sustancia que fuera capaz de protegernos.
Conforme las semanas transcurrieron, las autoridades fueron cambiando la
semaforización epidemiológica y la gente empezó a salir de forma gradual,
integrándose a actividades laborales, religiosas, recreativas entre otras
siguiendo un estricto protocolo de sanidad.
Y así, poco a poco, fuimos retomando nuestra nueva normalidad que, por
cierto, llegó para quedarse.
Y en medio de ese ambiente en el que aparentemente se iba aplanando la
curva de contagios, empezamos a caer en excesos de confianza y de esa manera se
dejó de tener temor a la enfermedad, situación que se reforzó ante la aparición
de prometedoras vacunas y el término del inusual 2020.
La gente olvidó el pánico inicial y empezó a caer en errores que
propiciaron el incremento en nuevos casos: reuniones sociales y religiosas,
disminución de la sana distancia, cupo completo en el transporte público (y en
algunas ocasiones sobrecupo) incremento de la actividad laboral, uso inadecuado
de los equipos de protección, permisividad de las autoridades, pero, sobre
todo, la falta de conciencia de llevar la infección hasta nuestro hogar
poniendo en peligro a los más vulnerables.
¿Qué sucedió? La respuesta es simple: PERDIMOS EL MIEDO A
ENFERMARNOS.
El regresar a la nueva normalidad enfrentándonos en la calle al Covid-19,
hizo que a pesar de conocer casos de enfermedad o muerte de personas cercanas a
nosotros, disminuyera nuestro nivel de temor y de prevención. La realidad de
hoy es que estamos acostumbrándonos a vivir así, algunos con recelo, otros con
incertidumbre, algunos más con indiferencia, pero todos sabiendo que en algún
momento nos tocará y probablemente no salgamos vivos.
Suena dramático, pero es así y si no me creen, basta con preguntar a algún
integrante de una familia que haya sufrido una pérdida por Covid-19 si es
cierto o no.
No deja de causarme asombro que, durante el desarrollo de la consulta en el
Módulo de Enfermedades Respiratorias, los pacientes me digan que se contagiaron
de la forma más obvia: por reuniones o visitas a personas que pensaron no
estaban enfermas.
En todos lados escuchamos: Quédate en casa, lávate las manos, usa
cubrebocas, conserva la sana distancia e incluso, nosotros mismo lo decimos o
publicamos en nuestras redes sociales, pero ¿en realidad lo hacemos?
¿pregonamos con el ejemplo?
Circulando por redes sociales, me encontré con un artículo que me pareció
rescatable: Los errores más comunes en el contagio de Covid-19(1)
Hacer reuniones pequeñas y asumir que tus conocidos son igual de cuidadosos que tú.
El hecho de que las personas con las cuales nos reunimos sean conocidos y
aparentemente no estén enfermos no es ninguna garantía, ya que nadie puede asegurar
que alguno no esté enfermo, sea asintomático o que se esté cuidando de una
forma adecuada.
Habitualmente estas reuniones se hacen por tiempo prolongado, sin
cubrebocas (independientemente que se realice en lugares abiertos), sin
respetar la sana distancia y, por el contrario, con una cercanía producto de la
amistad y confianza.
No hacer cuarentena después de estar expuesto.
Lo ideal es mantenerse en aislamiento por 2 semanas después de estar en
contacto directo y prolongado con una persona con diagnostico confirmado por
Covid-19. En este sentido, en el ámbito laboral desafortunadamente las
condiciones de nuestro país no lo permiten, ya que únicamente se ofrecen
incapacidades a los casos sospechosos o confirmados por Covid-19, no así a los
que han estado en contacto directo. Sin embargo, cuando se trata del círculo
familiar o de amigos podría ser más factible de llevarse a cabo.
Hacerte la prueba con demasiada premura.
Cuando algún familiar o conocido con el que se tiene contacto directo
resulta confirmado a Covid-19, es habitual caer en pánico e inmediatamente realizarse
una prueba para saber si se está infectado o no. Sin embargo, esto es erróneo.
Lo primero que se debe hacer es pedir asesoría médica. Lo recomendable es que
los contactos no se hagan ninguna prueba si no tienen síntomas o en caso de
estar asintomáticos pero preocupados, y es factible pagarlo, se debe esperar entre
5 a 7 días después del último contacto. Hacer una prueba antes de este período
puede reportar un falso negativo, lo cual que resultaría aún más peligroso ya
que confiados en el resultado no se tienen los cuidados necesarios por pensar
que no se tiene la enfermedad.
Pasar el desinfectante muy rápido.
La aplicación de gel con alcohol en las manos debe tener un tiempo de
frotamiento en dorso, palmas e interdigital no menor a 15 segundos con una
cantidad suficiente. Frotar las manos demasiado rápido no sirve de nada.
Para el uso de agua y jabón o shampoo sin enjuague en las manos, el tiempo
requerido es de 40 a 60 segundos para lograr una adecuada desinfección, siempre
y cuando se realicen los pasos de lavar dorso anterior, palmas, interdigital y
uñas.
Usar careta sin cubrebocas.
En la actualidad, el usar caretas sin cubrebocas se ha convertido en una
práctica común pero incorrecta, ya que la careta impedirá la propagación de los
virus a través de la saliva que expulsamos de la boca, pero no podrá evitar que
aspiremos el aire contaminado por el virus al estar cerca de una persona contagiada.
Es el mismo efecto que se tiene al usar cubrebocas sin tapar la nariz.
Usar guantes y no lavarte las manos.
Muchas personas, en su cotidianidad usan guantes los cuales deben ser de
látex y desechables. Es necesario e importante que se laven de forma frecuente
si se usan de manera prolongada, antes de quitarlos o si se va a manipular el
cubrebocas. Como ejemplo les pongo que, en el Consultorio de Enfermedades
Respiratorias, nos tenemos que lavar las manos con todo y guantes después de
tocar a los pacientes y al término de la atención entre paciente y paciente.
De hecho, si no se tiene una adecuada capacitación en el uso de los guantes,
lo recomendable es que no se utilicen.
El Covid-19 aun está activo y más fuerte que nunca, por tal motivo, en necesario
y de suma importancia redoblar esfuerzos en las medidas preventivas y no caer
en excesos de confianza.
Cuidándote nos cuidadas. La clave para salir delante de esta pandemia es la
prevención.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México a 01 de Febrero del 2021
Referencia:
¿Fiesta próxima? CARUDA Canta y Baila te pone la música
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