Víctimas
del Divorcio
Una de las crisis más
importantes que sufre el matrimonio, es la disolución del mismo a través del
divorcio. Existen una gran cantidad de factores que intervienen para que el
divorcio se presente. Desafortunadamente, en los últimos años esta situación se
ha incrementado gradualmente.
De acuerdo a datos
proporcionados por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), en
México durante el año 2011, se tuvieron un total de 91,285 divorcios, en 2010
fueron 85,042 y en el 2009 la cifra estuvo en 84,302 divorcios. Hago la
aclaración de que estamos hablando de cifras oficiales de divorcios, sin tener
en cuenta a los matrimonios o parejas que vivían en unión libre y que
únicamente se separaron.
Entre los causales del
divorcio se encuentran: la infidelidad de alguno de los cónyuges o de ambos,
problemas económicos, la presencia de discapacidades en alguno de los miembros
de la familia, la crisis de los cuarentas, violencia intrafamiliar,
delincuencia, adicciones (alcohol, drogas, juego, etc.), enfermedad,
intromisión de la familia de origen en la relación conyugal, entre otros.
Según el INEGI, en el 2011
las mujeres se divorciaron a los 36 años de edad y los hombres a los 39 años en
promedio. Edades que concuerdan muy bien con la llamada crisis de los cuarentas,
también conocida como crisis de la mediana edad.
En la actualidad, son tantos
los divorcios, que nuestra sociedad se ha acostumbrado a verlos como algo
normal y común. Pero lo que muchas veces no se alcanza a percibir es el daño
colateral que puede causar a los hijos el cual repercute en su carácter y
comportamiento como adultos. De hecho, los hijos de matrimonios divorciados,
son por lo general adultos que tienen un gran riesgo de divorcio en sus
matrimonios.
En algunas ocasiones los
niños son motivo de disputa y un botín preciado, otras veces son ignorados al
estar los padres sumidos en su duelo o frustración. Un niño puede crecer con
sentimientos de culpa, pensando que él fue el causante de la fractura del
matrimonio.
Los hijos de matrimonios
divorciados tienen problemas de aprovechamiento escolar, mala conducta,
problemas de adaptación social y muchas veces caen en delincuencia y
drogadicción. En otras ocasiones, los niños crecen con baja autoestimas,
víctimas de bullying escolar e incluso con tendencia a la depresión y suicidio.
Sin darse cuenta, los padres
dejan a los hijos en medio del conflicto matrimonial, convirtiéndolos en
ocasiones en árbitros o intermediarios o peor aun buscándolos como aliados para
que les den la razón o culpar al contrario de la decisión del divorcio. Esta
actitud les crea un fuerte conflicto de lealtad y les causa un daño importante.
Es muy común que durante la
crisis de la ruptura matrimonial o el proceso del divorcio cada quién por su
lado empiece a hablar mal del cónyuge, ya sea directamente al niño o en
pláticas de adultos sin tener el cuidado de ellos escuchen. Eso no es adecuado,
pues el niño no logra entender y se empiezan a generar en su interior
sentimientos de rencor y confusión.
Refugiarse en los hijos para
buscar alivio o consuelo, es una actitud egoísta. El niño, no alcanza a
entender lo que está sucediendo y el utilizarlos como confidentes, es dar a los
menores una carga emocional muy pesada y difícil de manejar, situación que
además incrementa su sufrimiento. Es preferible buscar la compañía de un adulto
de tu confianza con quién platicar y externar tus sentimientos. Los
profesionales en psicología pueden ser una buena opción.
Otro error muy común en los
matrimonios que tienen crisis, es pelear delante de los hijos o aun en
diferente cuarto pero al alcance de la escucha de los niños. Es generarles
angustia, ansiedad, miedo, tristeza innecesaria, dolor. Para que exista una
discusión se necesitan dos personas como mínimo. Si tú no participas activamente
o te abstienes de entrar al conflicto, tu pareja se cansará y se irá. Es muy
difícil establecer un diálogo cuando existe molestia. La discusión se puede
tornar tan áspera que incluso puede derivar en violencia física. Cuando se está
enojado es difícil llegar a un solución, por el contrario, sólo se generará más
conflicto y el que gane de todas formas pierde, y el perdedor acumulará más
rencor y en consecuencia más dificultad para dar fin al conflicto de una forma
pacífica.
No es correcto usar a los
hijos para averiguar cosas de tu pareja o ex-pareja. De hecho, si el niño
intenta contarte algo de lo que ha visto en la nueva forma de vida que él
tiene, escúchalo y no lo cuestiones, ni hagas que ahonde en explicaciones y
evita comentarios.
En este tipo de problemas
como lo es el divorcio, es importante mantener la cabeza fría y las ideas
claras. No te compadezcas ni compadezcas a tus hijos, no victimices, eso no
ayuda a superar la situación.
Otro punto importante que no
se debe olvidar es que los niños o adolescentes no tienen la misma capacidad de
aceptación o entendimiento que un adulto. Es importante estar pendiente de sus
necesidades, de sus sentimientos. No cometas el error de centrarte en tu dolor
y olvidar que ellos también sufren.
La confianza y la
credibilidad es un punto que se debe fortalecer. Si tú eres el causante de la
ruptura conyugal o el que necesita salirse de la casa, no hagas promesas que
luego no puedas cumplir a tus hijos. Para ellos sufrir una decepción en esta
etapa, puede ser más fuerte que en otras circunstancias.
Por lo general, cuando se
llega a un buen arreglo, los padres que se salen de la casa tienen derecho a
pasar un día de la semana en compañía de sus hijos. Es en este día en donde los
padres intentan compensar la ausencia con regalos costosos, comidas en
restaurantes de moda, visitas a centros comerciales y cumpliendo todos los
caprichos de los hijos. Este oropel solo hace daño a los niños y adolescentes,
quienes se vuelven egoístas e interesados. El amor y el perdón no se ganan con
regalos ostentosos o permitiendo conductas inadecuadas que solo malcríen a los
hijos.
En un divorcio, los que más
pierden, son los hijos y pueden quedar desprotegidos y marcados de por vida. Si
tu situación conyugal está a punto de ruptura, evalúa todas las posibles
alternativas de solución que existan y trata de ponerlas en práctica. Tampoco
se trata de construir castillos en cimientos de cascarón, pues hacer como que
no pasa nada, es a la larga el peor remedio que se le pone al problema.
Existe una canción de
Laureano Brizuela, que se llama TU ERES PARTE
DE MI en la cual se plantea la duda que existe de como el hijo entenderá y
juzgará la decisión que él toma al divorciarse. El estribillo dice: ¿Cómo saber
si quedarme o seguir? ¿Cómo ser un buen padre, siendo un hombre infeliz? No
dudes del amor que siento por ti, y aunque te deje solo, tú eres parte de mí.
Te invito a escucharla y reflexionar.
Sólo tú tienes la decisión,
pero antes de tomarla, valora todo lo que implicará una ruptura, un divorcio.
Recuerda que las consecuencias también las sufrirán tus hijos. ¡Busca ayuda!
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Cancún, Quintana Roo,
México. Noviembre del 2013
Nunca pensé que en un millón de años me encontraría con alguien en línea. ¡Yo si! ¡Yo tengo! Y en mayo - Lo hacemos. Todo gracias a Dr.Obodo.contact (templeofanswer@hotmail.co.uk / (+ 234 (815) 542-5481)
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