Uno de los
principales temores que tiene la mayoría de los pacientes diabéticos es el uso
de la insulina como parte del tratamiento para el control de su enfermedad. Y
es que existen muchos mitos en relación a la insulina como que:
-Su uso te deja
ciego
-El que usa
insulina pronto se muere
-Las inyecciones
son muy dolorosas
-Si empiezo a
usarla, ya nunca más la dejaré de usar
-Si no hay quién me
inyecte ¿cómo me la aplico?
Y podría mencionar
muchos más ejemplos, la mayoría de ellos falsos o verdades a medias.
La
insulina es una hormona que nuestro cuerpo produce en el páncreas para
transportar la glucosa hacia las células a fin de aportar energía al organismo.
El páncreas secreta dos formas diferentes de insulina: Una lenta y continua que
ayuda a que los niveles de glucosa se mantengan siempre entre 70-100 mg/dl
conocida como secreción basal y otra rápida y en mayor cantidad secretada
generalmente cuando se eleva la glucosa sanguínea después de los alimentos,
conocida como secreción pulsátil.
El cuerpo
empieza a formar energía de un azúcar complejo llamado glucógeno, que se
almacena en el hígado y músculos. El hígado convierte el glucógeno en glucosa y
lo libera en el torrente sanguíneo cuando se está en estrés o cuando se tiene
mucha hambre. Cuando la insulina está presente, los músculos pueden utilizar el
glucógeno como energía sin tener que liberarlo al torrente sanguíneo. Además, cuando
nos enfermamos, sufrimos un accidente o somos sometidos a una cirugía, la
insulina ayuda a cicatrizar o curar, llevando los aminoácidos, que es el material
para formar los músculos, hacia ellos.
En los pacientes
obesos o con factores predisponente a diabetes, cuando la glucosa se eleva, el
páncreas empieza a producir insulina en exceso, fenómeno que se conoce como
hiperinsulinismo y se caracteriza por el oscurecimiento de la piel en áreas de
pliegues, como los que se encuentran en el cuello, las axilas, las ingles, etc.
Este signo se llama Acantosis Nigricans. Después de un tiempo de secreción
excesiva de la insulina, la glucosa deja de reconocer a esta hormona como un
vehículo de transportación y se genera la resistencia a ella lo que provoca el
incremento de la glucosa en la sangre, produciéndose así la etapa inicial de la
diabetes. Esto explica el por qué los pacientes obesos con acantosis nigricans
al hacerse un estudio rutinario de glucosa obtienen valores normales, sin
embargo es importante recalcar que el hiperinsulinismo aunque no es diabetes, es
una etapa previa a la aparición de esta enfermedad, por lo que no se debe bajar
la guardia y dejar pasar por alto este oscurecimiento de la piel. Existe la
creencia popular de que la Acantosis Nigricans es por no bañarse bien o por
exceso de sol, pero en realidad es un aviso de que nuestro cuerpo no está
funcionando correctamente.
Se conoce a esta
Diabetes como la de tipo 2. Cuando los niveles de glucosa se
elevan, los riñones tratan de eliminarla por medio de la orina (fenómeno que se
conoce como Glucosuria), lo que condiciona orinar con más frecuencia y en
abundancia. Esto puede hacer que el paciente se sienta cansado, sediento y
hambriento. Puede también empezar a perder peso. En la diabetes tipo 2, el
hígado libera mucha glucosa, especialmente en la noche (cuando el hígado
normalmente hace esta función), resultando en un aumento en los niveles de
glucosa sanguínea en la mañana. Es por eso que los pacientes diabéticos mal
controlados sufren crisis en las noches o madrugadas, horario en que mayormente
se presenta el coma diabético.
Cuando un paciente
es declarado diabético por el médico, el tratamiento inicial (dependiendo de
los valores de glucosa) es por lo general un medicamento que tiene como función
hacer que el páncreas produzca más insulina para combatir los niveles elevados
de glucosa. Ejemplo de este tipo de medicamentos es la Glibenclamida, la cual
es una sulfonilorea con acción secretagoga (literalmente es un látigo para que
el páncreas trabaje más y produzca la insulina). Cuando los niveles de glucosa
siguen elevados, el médico empieza a elevar la dosis de estas medicinas hasta
llegar a un nivel máximo permitido. Si los resultados no son adecuados, se pueden
añadir otros medicamentos orales con función diferente para combatir la
elevación de la glucosa en la sangre. Pero el páncreas se agota y deja de
producir insulina, cual pozo que se seca y ya no da agua. Por tal motivo el
paciente no logra controlar su glucosa elevada en sangre a pesar de estar
tomando dosis altas de medicamentos. Este es el momento en el cual el médico
decide utilizar la insulina inyectada como parte del tratamiento y luego
entonces empiezan los problemas, pues la gran mayoría de los pacientes no
quiere inyectarse por el resto de su vida.
En muchas
ocasiones, no es necesario llegar a dosis máximas de medicamentos orales para
iniciar con el uso de la insulina. El médico, después de una evaluación
integral y en base al comportamiento de la glucosa en la sangre, puede iniciar
con esquemas de insulina y medicamentos orales, algo que se conoce como
insulinización temprana, e incluso, si se logra un buen control asociado con tratamiento no farmacológico
(ejercicio, alimentación adecuada, disminución de peso), el paciente puede
dejar de usar la insulina.
Algunos niños y
jóvenes, tienen un mal funcionamiento del páncreas desde el nacimiento, pues
este órgano no produce insulina suficiente o de plano no la produce y desde muy
temprana edad tienen que inyectarse esta hormona por toda su vida. Esta
Diabetes es la que se conoce como tipo 1 o juvenil.
La diabetes es una
enfermedad crónico-degenerativa. Crónica porque no se cura y degenerativa por
producir daño a órganos y sistemas del cuerpo
como lo son el riñón, los ojos, la circulación, el corazón, el sistema
nervioso. De ahí la importancia de no negarse a utilizar insulina cuando el
médico así lo indique, pues el dejar pasar el tiempo puede favorecer la
aparición de estas complicaciones y cuando se decide usar la insulina, ya el
daño está hecho y es irreversible. De ahí surge la idea de que la insulina te
deja ciego. Lo que sucede en realidad es que se ha decidido usar la insulina
demasiado tarde y la pérdida de la visión ya se ha hecho presente, por lo que
el paciente piensa que su ceguera fue causada por el uso de esta hormona,
cuando en realidad fue la consecuencia de una diabetes mal controlada por mucho
tiempo.
En el siglo pasado,
se utilizaba insulina que provenía de las vacas y los cerdos. En la actualidad
es una sustancia fabricada en laboratorios por medio de una
técnica llamada ADN recombinante y es muy parecida, realmente idéntica a la
insulina que produce el páncreas humano. Existen varios
tipos de insulina, las de acción rápida, las de acción corta o regular, las de
acción intermedia o NPH, las de acción lenta y las mixtas o premezcladas. El
uso de cada una de ellas, será acorde a la decisión que el médico tome en base
al comportamiento de la Diabetes de los pacientes.
Desafortunadamente,
la insulina no puede ser tomada como una pastilla o una cápsula, ya que los
ácidos del estómago hacen que pierda su acción, por lo que necesariamente se
tiene que inyectar con unas jeringas con agujas muy pequeñas que se llaman
subcutáneas porque apenas llegan por debajo de la piel. El dolor que estas
inyecciones provocan es muy leve, pero es importante que el paciente reciba una
capacitación de cómo aplicársela. Se recomienda que no se aplique siempre en el
mismo lugar por lo que se debe cambiar el sitio de inyección en cada
aplicación. Se puede aplicar en los hombros, en el abdomen o en los muslos. El
paciente que usa insulina debe aprender a colocársela por sí mismo y perder el
miedo que causan las inyecciones.
Otro punto
importante es que antes de destapar el envase de la insulina, este se debe
mantener a una temperatura ambiente que oscile entre los 23 y 26°C. Cuando se
abre el frasco y se perfora el hule que lo tapa, se debe mantener en el refrigerador y dura el tiempo que la
insulina marque de caducidad. Si necesitas viajar, puedes colocarla en un termo
y colocar hielos para que no se dañe. Si la insulina se ve lechosa, con grumos,
turbia o diferente a como habitualmente es, no corras riesgos y mejor no la
utilices. Otra forma de detectar si la insulina está en mal estado es cuando al
aplicarse no produce el efecto que antes producía, por lo que de igual forma,
se recomienda cambiarla.
No tengas miedo en
aplicarte insulina cuando tu médico así te lo recomiende. ¿Por qué rechazarla
si puede ser una aliada perfecta para una mejor calidad de vida? Sin embargo
entre los derechos de los pacientes se encuentra el pedir una segunda opinión,
sólo verifica que el médico que te de esa dictamen se encuentre debidamente
capacitado en este tema, pues no todos los médicos conocen el manejo adecuado
de la insulina.
Dr. Carlos P.
Baquedano Villegas
Twitter:@CBaquedano_V
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