La
fiebre es uno de los síntomas más
comunes en las enfermedades infecciosas (causadas por virus o bacterias), en
los procesos inflamatorios, en las enfermedades inmunológicas, por
deshidratación, por efectos adversos de medicamentos, entre otros problemas de
salud.
Podemos
definir como fiebre a un aumento de los valores normales de la temperatura del
cuerpo humano. Estos valores pueden variar acorde a la edad de los pacientes. La
temperatura corporal en México se mide en grados centígrados o Celsius (°C) y
en los adultos se considera normal de los 35 a
los 36.5°C y en los niños de 36 a 37.5°C. La temperatura corporal es un
proceso dinámico de autorregulación de nuestro cuerpo y va a depender del
horario, las condiciones climáticas y el grado de hidratación.
En
algunos lugares, a la fiebre también se le conoce como calentura, temperatura,
hipertermia, irritación, etc.
La
fiebre se genera en nuestro cuerpo cuando unas sustancias que se llaman
prostaglandinas (sustancias que participan en las respuestas inflamatorias al
estimular las terminales nerviosas del dolor) producen un autoajuste en el
hipotálamo.
Podemos
considerar la fiebre como una auténtica señal de alarma cuando existe algún mal
funcionamiento en el organismo. Por lo general va acompañada de otros síntomas
como son las artralgias (dolores articulares), las mialgias (dolores
musculares), la astenia (debilidad), adinamia (falta de movimiento o estado de
postración), dolor específico de la parte afectada, sudoración, escalofríos,
respiración rápida (taquipnea), aumento de la frecuencia cardíaca
(taquicardia), perdida del conocimiento, etc.
Aunque
la fiebre es un gran aliado de nuestro cuerpo para señalar enfermedades, un mal
control de la misma puede condicionar convulsiones, delirios, pérdida del
estado de conciencia, aumento o disminución de la presión arterial e incluso la
muerte.
En
los niños menores de 10 años, y con mayor frecuencia de recién nacidos a 5 años, la fiebre elevada puede provocar
convulsiones que se confunden con cuadros epilépticos, pero que en realidad se originan
por inmadurez cerebral, por lo que son benignas y no es necesario que el
paciente tome medicamentos anticonvulsivantes. Sin embargo, cuando suceden más de
3 eventos de crisis convulsivas febriles en menos de un año, es importante que
el niño sea valorado por un neuropediatra para descartar epilepsia.
Es
por lo anterior que los papás intentan de cualquier modo bajar la temperatura a
sus hijos cuando ésta se eleva. Desafortunadamente acuden a la automedicación
para lograrlo, dando antipiréticos e incluso antibióticos. Sin embargo, esto es
un error, porque en los niños las
intoxicaciones por medicamentos para bajar la fiebre son muy comunes por dar
dosis inadecuadas. Ejemplo de ello es utilizar el paracetamol, que es uno de los medicamentos más usados en los bebés,
muy bueno por cierto, pero que a dosis altas puede causar una hepatitis
fulminante. Otra práctica errónea que con frecuencia se comete es administrar
antibióticos para bajar la fiebre, cuando estos medicamentos no sirven para eso.
Recordemos que al principio comente que la fiebre puede ser causada por
diferentes agentes y no necesariamente tienen que ser bacterias. Los
antibióticos sólo actúan sobre estos patógenos, no sirven para virus u otros causantes
de fiebre. Además al dar un antibiótico, podemos modificar una enfermedad al propiciar
que ésta se complique y no poder diagnosticarla oportunamente. El uso de
supositorios para bajar la fiebre no es recomendado por automedicación, pues
los medicamentos se calculan en base al peso del paciente. Sólo deben ser
recetados por un médico.
El
control de la temperatura por medio de hielo, agua helada o alcohol no son
métodos adecuados. Aunque la fiebre baja rápidamente, el cuerpo por
autorregulación hace que en poco tiempo ésta vuelva a aparecer incluso más
elevada. Lo recomendable es usar compresas húmedas, tibias o baño con agua
templada para bajar la temperatura. Con este procedimiento es más tardado
controlar la fiebre, pero conseguimos evitar el rebote que se describió
anteriormente con los medios fríos mencionados. El dar suero oral o bebidas
isotónicas (como las que usan los deportistas para hidratarse) ayudan a que la
temperatura elevada se controle más fácilmente. El control de esta manera es
algo temporal y permite acudir de forma oportuna con el médico.
El
termómetro es ideal para medir la temperatura corporal y no debe faltar en el
hogar. Tocar la frente de una persona nos puede dar una idea de que cursa con
fiebre, pero para tener la certeza es indispensable utilizar este aparato. En
la actualidad existen digitales que son muy fáciles de usar.
En
muchas ocasiones, hasta para los médicos es difícil hacer un diagnóstico cuando
sólo existe fiebre, ya que es un síntoma común en un gran número de
enfermedades. Desafortunadamente algunos médicos (sobre todo los que trabajan en
las farmacias de “bajo costo”) tienen la costumbre de dar antibióticos a cualquier
tipo de fiebre, práctica errónea y peligrosa.
En
síntesis, la fiebre puede ser un gran aliado del cuerpo al avisarnos de que
existe un problema de salud, e incluso a los médicos nos da un parámetro de la
gravedad del cuadro. Sin embargo, si la dejamos avanzar puede ser de fatales
consecuencias.
Recuerda
que lo principal es no automedicarse
y acudir a tu médico de confianza cuando la fiebre se presente.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Cancún, Quintana Roo, México. Mayo 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario