En
más de una ocasión mis pacientes me han preguntado cuál es la mejor medicina para
recuperar su salud.
Esta
pregunta me hace recordar lo que algunos papás dicen cuando llevan a sus hijos
a consulta, ¡recétele inyecciones
doctor, esas son mejores!, bajo el argumento de que así sanarán más rápido. Es
fácil pedir inyecciones, sobre todo cuando no son para uno mismo.
Algunas
veces, los pacientes piensan que mientras más dolorosa sea la medicina, más
efectiva será, o que al ser más costosa o la que más recientemente se ha
descubierto, es la mejor.
Pues
lamento desilusionarles apreciados lectores. La mejor medicina no es aquella
que tenga alguna de las características arriba descritas. Como profesionista de
la salud, sin duda puedo afirmar que el mejor medicamento es aquel que se
receta después de un buen diagnóstico y que de acuerdo a sus propiedades y
características, surtirá un efecto positivo en la salud del paciente, pero
además es imprescindible que se tome
como el médico indica, en tiempo y forma, junto con las medidas no farmacológicas
(cuidados) que se requieran. Es así como un medicamento será el mejor para
dicho diagnóstico. Y los resultados se verán reflejados en un lapso razonable.
Una situación
que con frecuencia experimento al respecto, sucede cuando mis pacientes
diabéticos llegan a consulta para su control y en sus resultados de los
análisis clínicos aparecen altos niveles de glucosa, habiéndoles indicado en su
consulta anterior, el tratamiento a seguir con todas las combinaciones posibles
en sus dosis máximas. Entonces, mi pregunta inmediata es, ¿tomas las medicinas en las dosis y horarios
que te he recetado además de cuidar tus hábitos alimenticios acompañados de ejercicio?
Cuando me dicen que toman sus medicamentos como les indiqué, pero no cuidan su alimentación, les contesto
que aunque usaran insulina, si no cuidan lo que comen y no hacen ejercicio, el
descontrol será inminente. Ante tales circunstancias, obviamente no habrá mejor
medicina.
Y es
que los medicamentos tienen indicaciones
específicas en su presentación comercial. Sin embargo, deben ser prescritos por el
médico que valora al paciente para que de acuerdo a su diagnóstico,
elija el medicamento indicado.
Un ejemplo de ello es el ambroxol cuya característica
es su efecto mucolítico, el cual consiste en volver más líquidas las flemas con
el objetivo de expulsarlas mediante la tos, para de esa manera desaparecerlas. Así
es la forma de actuar de este medicamento, que los médicos sabemos a diferencia
de las demás personas que lo ignoran. Sucede en muchas ocasiones, que los pacientes al automedicarse lo usan
indiscriminadamente para cualquier tipo de tos. Por consiguiente, al utilizarlo
para tos seca, el medicamento produce
más tos en vez de eliminarla. Esto ocurre por su efecto mucolítico.
De
igual manera, el tomar medicamentos juntos puede ser inadecuado, como por
ejemplo tomar antibióticos junto con medicamentos para gastritis, puede
condicionar que el antibiótico no se absorba adecuadamente y en consecuencia no
produzca el efecto deseado.
Un
error que cometen los pacientes que padecen hipertensión, es tomar sus
medicamentos de acuerdo a la presencia o ausencia de los malestares propios
del padecimiento. Si se sienten mal, toman la medicina, si se sienten bien, no
la toman. Sin embargo, la hipertensión arterial se caracteriza por ser
asintomática en la mayoría de las personas. Un paciente puede tener elevada la
presión arterial y no sentir alguna molestia, por lo que no considera necesario
tomar el medicamento, lo cual puede es un grave error, que incluso puede tener un desenlace fatal.
Cuando
se recetan antibióticos, habitualmente se indica la duración del uso del
antibiótico, pero cuando a los pacientes no les gusta tomar medicamentos, a la
más mínima mejoría, lo suspenden sin completar el tiempo del tratamiento. Dicha
decisión es una gran equivocación puesto
que puede existir una recaída en la enfermedad o generarse una resistencia al
medicamento. De ahí la importancia de respetar y cumplir la prescripción médica
y tomar los medicamentos durante el tiempo que el médico indique.
También
debemos tomar en cuenta que los médicos
no son adivinos y aunque es obligación
del doctor preguntar si existe algún tipo de alergia, el paciente debe estar al pendiente de informarle acerca
de la alergia que tenga o las reacciones
que haya presentado con algún medicamento. De igual manera, se debe comentar si
se padece alguna enfermedad o está ingiriendo algún otro medicamento, a fin de
que el médico tenga presente las interacciones medicamentosas del producto que
prescribe.
Se
llaman interacciones medicamentosas a las reacciones que existen entre dos
sustancias (que no necesariamente tienen que ser médicas) y que pueden
contraponer, potenciar, minimizar o volver peligroso su efecto. Por ejemplo,
cuando se usa metronidazol, no se debe consumir alcohol ya que puede causar
náuseas, vómitos, cólicos abdominales o alteraciones vasomotoras. También,
medicamentos como el Disulfiram utilizado para dejar el alcoholismo, al entrar
en combinación con el metronidazol, pueden causar reacciones psicóticas.
Otro
factor relevante a considerar es la edad de los pacientes para poder recetar
medicamentos pertinentes o más adecuados. Las quinolonas como son por ejemplo
el ciprofloxacino, son antibióticos que no pueden usarse en niños o adolescentes,
ya que existe el riesgo de causar una ruptura del tendón de Aquiles. Caso
similar como el de las cortisonas que pueden condicionar retraso en el
crecimiento óseo de los niños, cataratas, aumento de peso, bajas defensas,
presión alta o incluso osteoporosis, así como también su uso indiscriminado
puede causar hiperglucemia o un síndrome de Cushing.
Así
mismo, los pacientes que tienen algún daño renal reciben una dosificación
diferente de los medicamentos en relación a los pacientes que tienen una
función renal normal. Situación similar sucede con pacientes que tienen alguna
alteración hepática, ya que no pueden tomar cualquier tipo de medicamentos.
Una
cuestión sumamente relevante al momento de necesitar un servicio médico es
saber discernir con quién consultar. Si el enfermo está en condiciones de tomar
la decisión de a quién acudir, es lo ideal, que él esté convencido y de acuerdo
en acudir a dicho médico u hospital, pues es el principal responsable del
cuidado de su salud. De lo contrario, corresponde al familiar o familiares más
inmediatos tomar esa decisión, misma que debe hacerse a conciencia según las
necesidades del paciente y el conocimiento certero del médico. No perder de
vista que existen charlatanes que en vez
de ayudar, pueden dañar más su salud. Por
ello es recomendable que ante cualquier duda, por insignificativa que parezca, verificar
que la cédula profesional del médico sea real y que corresponda a la
especialidad con la que se anuncia. Desconfíe del médico que no le ofrece un diagnóstico
claro y que sólo tiene sospechas de lo que puede ser lo que padece, por lo que
receta varios medicamentos para ver si alguno hace efecto. De hecho, pregúntele
para qué sirve cada uno de los medicamentos que indica y qué efectos adversos
puede presentar. Es un derecho como paciente, recibir información veraz, clara
y precisa. El paciente y su acompañante deben salir de la consulta satisfechos
de la atención recibida, sin dudas y comprometidos a seguir las indicaciones
del médico.
En
síntesis, cuando los medicamentos son prescritos de forma correcta y son usados
adecuadamente, junto con las medidas no
farmacológicas recomendadas, recuperar la salud tiene un alto porcentaje de
éxito, puesto que en medicina no se puede asegurar nada, puesto que influyen
muchos factores circunstanciales en la evolución de una enfermedad. Sin embargo,
la misión de los médicos es recuperar la
salud de sus pacientes, bajo la premisa de PRIMUM NON NOCERE: Primero no dañar
y a esto agregaría, evitar la automedicación.
Dr.
Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista
en Medicina Familiar
Cancún,
Q. Roo, México. Junio del 2019
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