sábado, 2 de octubre de 2010

CRISIS DE PAREJA

El convivir en pareja siempre es algo muy difícil. La unión de 2 personas con diferentes formas de pensar significa un amalgamiento que en muchas ocasiones no alcanza a consolidarse por una ruptura derivada de una crisis.
No quiero caer en la controversia de quiénes deben conformar una familia. Cada forma de pensar debe ser respetable, por eso tenemos albedrio, y así como se respeta la forma de pensar de cada pareja, también las parejas deben respetar la forma de pensar de cada quién.
¿Cómo se generan las crisis? Cuando una pareja decide formar una familia, entra en un proceso dinámico, de cambio constante.
En el noviazgo, las parejas muestran el lado bonito de cada persona, donde el uno está pendiente del otro, buscando satisfacer (la mayoría de las veces) los deseos y caprichos por mas mínimos que se presenten. Es la etapa de la conquista, de idealización, de “venta”, en la cual se exponen todas las cualidades que se tienen (y hasta las que no se tienen).
Sin embargo, en el noviazgo intervienen factores que pueden generar crisis. Ejemplo: Diferencia de estratos sociales, de credos religiosos, de cultura, de política, de usos y costumbres, incluso de hábitos alimenticios. En otras ocasiones existen intromisiones de los miembros de la familia en la relación de pareja. O peor aún, sumisión en la cual uno de los novios permite abuso en todas sus modalidades, con la idea de que por amor va a cambiar su forma de ser.
En el matrimonio, cuando los novios deciden vivir juntos, casados o en unión libre, se encuentran con que lo idealizado en el noviazgo no resultó ser tan maravilloso al momento de convivir 24 horas diarias. Es la etapa más difícil, pues es donde en realidad se conoce a la pareja: sus conductas, sus hábitos, sus olores, su real forma de ser. En estos momentos pueden existir crisis severas, por problemas de índole económica, por intromisión de los familiares en la nueva familia, por inmadurez, por irresponsabilidad, por adicciones, por falta de respeto, por no establecer las reglas de convivencia necesarias en la conformación de esta nueva familia.
Comúnmente se cae en el error de pensar “entiende lo que siento”, pero en muchas ocasiones esto es una concepción completamente errónea, lo cual resulta un gran generador de conflictos.
En una ocasión un amigo me contó una anécdota:
“Íbamos por la carretera, y yo manejaba con todos mis sentidos puestos en el camino, cuando de repente mi esposa me dice – ¿tienes sed? A lo que respondí que no. Un largo rato después ella me vuelve a preguntar - ¿tienes sed?, yo sin voltearla a ver le respondí que no, pues tenía prisa por llegar. Justo antes de alcanzar nuestro destino, mire a mi esposa a la cara y observe que la tenía enrojecida por el coraje, por lo que con cierto temor le pregunté qué era lo que sucedía, contestándome ella de modo molesto –todo el camino tuve sed y tu nunca paraste a comprarme un refresco… Haciendo el análisis de esto, observamos que el hablar de forma parafraseada, o con palabras que damos por entendido que nuestra pareja debe saber, son un grave error. Lo importante de un dialogo (plática de 2) es que el mensaje llegue claro y preciso para que quede entendido.
Al nacimiento de los hijos, se siguen presentando crisis (o incluso incrementándose las existentes) pues la madre se dedica casi al 100% a la atención del nuevo hijo, poniendo en 2° plano al esposo. Aunque la responsabilidad debe ser compartida, muchas veces la atención de la mamá queda centrada en el cuidado del nuevo miembro de la familia. Ese es otro gran error de las parejas, pues el nuevo miembro es el que se debe adaptar a la familia, no la familia a él. Cuando un jugador de futbol llega a mitad de temporada a un nuevo equipo, este jugador es el que se debe adaptar, no los jugadores, que ya previamente habían entrenado y jugado juntos, adaptarse a él.

Les pongo un ejemplo de cómo se dan en los matrimonios las crisis en la etapa de crecimiento y partida de los hijos, la llamada crisis de plata (por aquello de la aparición de las canas):

Esta es una de las muchas situaciones que se pueden presentar en las parejas en forma de crisis. Otras veces, las separaciones o rupturas, solo son consecuencia de ir soportando o medio solucionando crisis, hasta que se llega un punto de quiebre.
También suele suceder, que la mamá ocupa el lugar vacio que dejan los hijos, cuidado a los nietos; doble error, debido que ya no sólo no recupera la relación con el esposo, sino también, desempeña un rol que no le corresponde en la familia que sus hijos han formado. No digo con esto que los padres no deban apoyar a los hijos, pero cada quién debe asumir el compromiso que le corresponde en el ciclo familiar, en este caso el de educación y crianza de los hijos.
Lo más delicado y grave es cuando las parejas no saben percibir o identificar estos procesos de crisis. Si no lo saben, ¿Cómo pueden enfrentarlas y/o solucionarlas?
El diálogo siempre es la piedra angular en la relación de pareja. El conocerse, el quererse, el respetarse, el común acuerdo, el aceptarse (pero sin ser sometido), son algunos de los puntos que pueden ayudar a las parejas a solventar y superar las crisis propias de la familia.
Recuerden, este es un proceso dinámico, diferente en cada pareja y obviamente lo que a una le funciona, puede que a otra no. Pero lo importante de las crisis de pareja, es buscar juntos la solución.
Termino, citando una frase de Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen entre sí, cada familia infeliz lo es en su propia manera”.
Por último, quiero compartir con ustedes, algo que como ser humano vino a generar un gran y significativo cambio en mi vida. Esto lo pueden encontrar en la siguiente dirección: http://encuentromatrimonialmx.org/node/129

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Médico Familiar

Cancún, Q. Roo, México. Septiembre del 2010

PD: Esta es una de las canciones más hermosas que he escuchado, acompañada de un emotivo video.