
martes, 2 de diciembre de 2025

lunes, 1 de diciembre de 2025
NEGACION A LA ENFERMEDAD
Juan, de 37 años, acude a mi consultorio por presentar
lesiones que afectan la piel y las uñas de los pies desde hace tiempo. Al
preguntarle por sus antecedentes, refiere que su madre es diabética y que él
trabaja como chofer por largos períodos, lo que lo lleva a consumir alimentos
chatarra y refrescos de cola en abundancia para mantenerse despierto. Debido a
esto, presenta micción frecuente y cansancio constante.
Al revisarlo, encuentro que tiene un proceso de
micosis y onicomicosis avanzado. Le realizo una prueba capilar para la medición
de glucosa y el resultado es de 437 mg/dL.
Le explico al paciente que, por sus antecedentes
personales y familiares, los síntomas y la glucosa detectada en sangre permiten
concluir que presenta Diabetes Mellitus Tipo 2, lo cual ha favorecido que los
hongos presentes en los pies no mejoren, sino que, todo lo contrario, se
perpetúen y progresen.
El paciente me dice que no puede ser, porque no se
siente tan mal y me pide que le haga más estudios porque a su juicio él no
tiene síntomas de Diabetes.
Hasta aquí el diálogo con el paciente en esa consulta.
Ahora analicemos la situación, que es el objetivo de este artículo.
Médicamente, los antecedentes clínicos de una persona
y su familia, junto con las pruebas de laboratorio y el examen médico en la
consulta, dan la pauta confiable para emitir un diagnóstico. En el caso del
paciente Juan, los tres criterios reportaron datos contundentes de Diabetes
Mellitus Tipo 2.
Sin embargo, la actitud del paciente ante una realidad
definitiva en cuanto a su salud, no es la más adecuada o idónea para afrontar
un problema de salud. Pero sí es una actitud bastante común cuando se recibe un
diagnóstico desfavorable.
La negación de la enfermedad es un proceso psicológico
y desafiante para los profesionales de la salud.
La experiencia de recibir un diagnóstico médico,
especialmente cuando se trata de una condición crónica, incapacitante o
potencialmente mortal, constituye un punto de inflexión en la vida de cualquier
persona. No sólo se altera la percepción de la salud, sino también la
identidad, los planes futuros y la relación con el propio cuerpo. En este
contexto, la negación surge como una de las respuestas más frecuentes y
profundas.
Comprender este fenómeno es fundamental tanto para los
profesionales de la salud como para las familias y los propios pacientes, ya
que influye directamente en la adherencia al tratamiento, la calidad de vida y
el pronóstico.
La negación se entiende como un mecanismo de defensa
psicológico que actúa para proteger a la persona del impacto inicial de una
realidad dolorosa. No se trata simplemente de ignorar la enfermedad, sino de un
proceso que implica minimizar, reinterpretar o incluso rechazar la información
médica.
En muchos casos, la negación aparece de manera
automática e involuntaria: la mente busca amortiguar el golpe emocional para
evitar un colapso inmediato. Lejos de ser un síntoma de irracionalidad, es una
respuesta humana que revela la dificultad de integrar una noticia que desafía
la estabilidad emocional.
Este fenómeno se conecta estrechamente con las etapas del duelo descritas por Elisabeth Kübler-Ross. Ante un diagnóstico significativo, la persona entra en un proceso de duelo no por la muerte física, sino por la pérdida de su estado previo de salud, de la sensación de control sobre su cuerpo y, en ocasiones, de su identidad social. La negación constituye la primera etapa, donde se instala la idea: “Esto no puede estar pasándome a mí”.
Posteriormente puede surgir la ira, la negociación, la depresión y finalmente
la aceptación. No obstante, la negación no siempre es lineal; puede reaparecer
en momentos de crisis, recaídas o decisiones difíciles, funcionando como un
mecanismo de contención emocional intermitente.
Aunque la negación puede ser adaptativa en fases
breves (al brindar tiempo para reorganizarse emocionalmente), sus efectos se
vuelven perjudiciales cuando se prolonga o se profundiza.
Una negación persistente puede llevar a rechazar
tratamientos, interrumpir medicaciones, no asistir a consultas o minimizar
señales de alarma. Esto tiene implicaciones clínicas graves: se deteriora la
evolución de la enfermedad, se retrasan intervenciones oportunas y se generan
complicaciones que hubieran podido prevenirse. Además, la negación tiene
efectos relacionales, pues puede provocar tensiones en la familia, que se
debate entre respetar la autonomía del paciente y la preocupación por su
bienestar.
Las enfermedades que con mayor frecuencia se niegan
comparten características emocionales y sociales. Por una parte, se niegan con
frecuencia las enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión o
insuficiencia renal, porque requieren cambios significativos de estilo de vida
que muchos pacientes no se sienten preparados para enfrentar. Por otra, las
enfermedades psiquiátricas (como la depresión, la esquizofrenia o los
trastornos por consumo de sustancias) suelen ser negadas debido al estigma
social y a la falta de percepción que caracteriza algunas condiciones.
Asimismo, diagnósticos graves como el cáncer, el VIH o las enfermedades
neurodegenerativas generan miedo y rechazo automático, expresado en frases
como: “Los estudios están mal hechos” o “Debe haber un error”.
Es importante destacar que la negación también tiene
un trasfondo cultural. En sociedades donde la enfermedad se ve como un signo de
debilidad, donde el acceso a información es limitado o donde predominan
creencias fatalistas, la negación puede intensificarse o prolongarse. De igual
modo, los sistemas de salud que no proporcionan comunicación clara y empática
contribuyen a que los pacientes se aferren a interpretaciones erróneas o
esperanzas poco realistas.
Frente a este fenómeno, el desafío para los
profesionales de la salud recae no en confrontar al paciente con dureza, sino
en acompañar su proceso emocional. La comunicación debe ser empática, clara,
gradual y abierta a preguntas. Promover un espacio donde la persona pueda
expresar miedo, rabia o confusión facilita el tránsito hacia la aceptación. La
presencia y apoyo de la familia también juega un papel crucial, pues puede
contribuir a fortalecer la adherencia y la toma de decisiones informadas.
En conclusión, la negación de la enfermedad no es un
acto de obstinación, sino un proceso psicológico complejo que refleja el
impacto profundo que un diagnóstico médico puede tener en la vida de una
persona. Su relación con las etapas del duelo muestra que la aceptación no se
da de inmediato, sino que requiere tiempo, acompañamiento y comprensión.
Reconocer las implicaciones de la negación y las enfermedades que suelen
gatillarla permite diseñar estrategias más humanas y efectivas de atención,
donde el paciente no solo reciba tratamiento médico, sino también apoyo
emocional para asumir su nueva realidad con dignidad y esperanza.
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de diciembre del 2025
sábado, 1 de noviembre de 2025
CUIDADOS DE QUEMADURAS
El mes pasado escribí un artículo sobre QUEMADURAS y recibí muchas preguntas sobre qué hacer o que cuidados tener cuando se sufren estas. Por tal motivo, dando continuidad al tema anterior, en el presente me enfoco en el tratamiento de esta condición de salud.
Recordemos que las quemaduras son lesiones de la piel
y los tejidos subyacentes que se producen por la exposición a fuentes térmicas,
químicas, eléctricas o radiantes. Su gravedad depende de la extensión,
profundidad y localización del daño. Estas lesiones constituyen una de las
emergencias médicas más frecuentes en el hogar y el trabajo, y requieren una
atención inmediata y adecuada para evitar complicaciones.
Es importante recordar la clasificación de las
quemaduras para poder otorgar el tratamiento más adecuado.
Las quemaduras se clasifican en tres grados, según la
profundidad del daño que causan en la piel y los tejidos:
Quemaduras de primer grado:
Son las más superficiales y afectan únicamente la
epidermis. Se caracterizan por enrojecimiento, dolor leve e inflamación. Un
ejemplo común son las quemaduras solares. Generalmente, cicatrizan en pocos
días sin dejar marcas si se tratan adecuadamente.
Quemaduras de segundo grado:
Comprometen la epidermis y parte de la dermis. Se
manifiestan con ampollas, dolor intenso y enrojecimiento. Pueden dejar
cicatrices si no se tratan correctamente y requieren atención médica,
especialmente cuando afectan grandes áreas del cuerpo o zonas sensibles como el
rostro o las manos.
Quemaduras de tercer grado:
Son las más graves, ya que destruyen todas las capas
de la piel e incluso tejidos más profundos como músculos o huesos. Suelen
presentar una apariencia blanquecina o carbonizada y pérdida de sensibilidad,
debido al daño de las terminaciones nerviosas. Estas lesiones necesitan
tratamiento hospitalario especializado e incluso intervenciones quirúrgicas.
¿Cuál es el tratamiento inicial de las quemaduras?
El tratamiento temprano es fundamental para limitar el
daño y aliviar el dolor.
En quemaduras leves (primer grado y algunas de segundo
grado), se recomienda enfriar la zona con agua a temperatura ambiente durante
10 a 15 minutos, evitando el uso de hielo o ungüentos caseros. Luego, se debe
limpiar la zona con cuidado y cubrirla con una gasa estéril para prevenir
infecciones. Las soluciones de súper oxidación son una excelente alternativa
para desinfectar (ejemplo Microdacyn ®)
Entre los remedios caseros más comunes que NO SE DEBEN
UTILIZAR tenemos: hielo, café en polvo, clara de huevo, tomate, pasta de
dientes, mantequilla, mayonesa, hielo (el cual también quema), lechuga o
hierbas comestibles, cremas herbolarias sin registro sanitario.
Y no se deben usar porque pueden empeorar la
quemadura, causar infecciones por contaminación o retardar el proceso de
cicatrización.
Lo que si se puede utilizar son analgésicos orales
como paracetamol, ibuprofeno o ketorolaco en caso de dolor.
Existen algunas cremas o sustancias de uso médico que
pueden resultar adecuadas como la pomada de nitrofural o la sulfadiazina de
plata, pero deben ser aplicadas con cuidado, en las dosis adecuadas y con mucha
higiene.
En el caso de quemaduras de segundo grado con
ampollas, ES IMPORTANTE NO REVENTARLAS, ni puncionarlas, ya que sirven como una
barrera natural contra bacterias. Si la quemadura es extensa o se encuentra en
áreas delicadas, se debe acudir al servicio médico.
Las quemaduras de tercer grado requieren atención
médica inmediata. El tratamiento incluye la administración de líquidos
intravenosos para evitar el shock hipovolémico, el control del dolor y la
prevención de infecciones. En muchos casos, se necesita realizar injertos de
piel o tratamientos reconstructivos.
Cuidados posteriores y prevención de complicaciones
Una vez tratada la fase aguda, los cuidados
posteriores son esenciales para la recuperación completa. Se recomienda aplicar
cremas o pomadas con sulfadiazina de plata o antibióticos tópicos, mantener la
herida limpia y cambiar los apósitos con frecuencia. La exposición solar debe
evitarse, ya que la piel nueva es muy sensible.
En quemaduras más profundas, el seguimiento médico es
indispensable para vigilar la cicatrización y prevenir complicaciones como
queloides, retracciones cutáneas o infecciones secundarias. Además, la
rehabilitación física y el apoyo psicológico son componentes importantes del
proceso, ya que el trauma y las cicatrices pueden afectar la movilidad y la
autoestima del paciente.
El tratamiento y cuidado de las quemaduras varían
según su tipo y gravedad, pero en todos los casos la atención temprana y los
cuidados adecuados son determinantes para una recuperación exitosa. El
conocimiento sobre cómo actuar ante una quemadura puede marcar la diferencia
entre una curación completa y una lesión con secuelas permanentes. Así mismo,
la prevención juega un papel crucial: evitar la exposición a fuentes de calor,
manejar correctamente sustancias químicas y extremar precauciones en el hogar y
el trabajo son medidas fundamentales para reducir el riesgo de quemaduras.
Ya mencionado lo anterior, es importante recalcar que
debemos prevenir las quemaduras sobre todo en los niños pequeños y ancianos, ya
que en ellos las secuelas pueden ser muy complicadas o incapacitantes.
Recuerda: Después de una quemadura, ya nada es igual
(Fundación Michou y Mau)
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de Noviembre del 2025
Referencias bibliográficas
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2023).
Cuidados y prevención de las quemaduras.
Cruz, M. & Hernández, L. (2022). Atención de
emergencias médicas: manejo de quemaduras. Editorial Médica Panamericana.
miércoles, 1 de octubre de 2025
QUEMADURAS
En estos días nos hemos enterado de la explosión de una pipa de gas
ocurrida en septiembre del 2025 en la Calzada Ignacio Zaragoza, a la altura del
Puente de la Concordia, en Iztapalapa, Ciudad de México.
Este fatal accidente con su alto índice de mortalidad, nos hace recordar lo
frágiles y vulnerables que somos los seres humanos a las quemaduras, causa
principal de las defunciones ocurridas en este trágico evento.
Con mucho respeto y solidaridad para las víctimas y sus deudos, abordaré
este tema con la finalidad de explicar sobre las quemaduras y sus
consecuencias.
El cuerpo humano de un adulto promedio tiene una superficie de piel de
aproximadamente de 1.5 a 2 metros cuadrados, aunque esta medida puede variar
ligeramente según la estatura y el peso de la persona.
La piel de un adulto promedio pesa alrededor de 5 kilogramos, lo que
representa aproximadamente el 15% del peso corporal total.
La piel es el órgano más grande y externo del cuerpo humano, compuesto por
tres capas (epidermis, dermis e hipodermis también conocida como tejido celular
subcutáneo) con funciones vitales como la protección contra patógenos y
lesiones, la regulación de la temperatura, la sensibilidad al tacto y el dolor,
el almacenamiento de agua, grasa y nutrientes. También es un órgano vivo y
dinámico que se renueva constantemente y cuya apariencia puede indicar la salud
general del organismo.
En síntesis, la piel es la armadura perfecta para el ser humano.
El fuego, la luz solar, la electricidad, líquidos hirviendo (como agua o
comida), objetos calientes, ácidos, radiación o alguna otra fuente de energía
pueden ser causantes de quemaduras en la piel.
Cuando existe exposición de la piel al calor o sustancias químicas, se
producen quemaduras que dependiendo de su profundidad o extensión reciben
diferente clasificación.
Las quemaduras en la piel se clasifican principalmente por su profundidad,
determinando el grado de daño a las capas de la piel, lo que influye en los
síntomas y el tratamiento.
Existen tres grados principales: primer grado, que afecta solo la capa
externa con enrojecimiento y dolor; segundo grado, que daña la capa externa y
la interna, causando ampollas y dolor más intenso; y tercer grado, que destruye
todas las capas de la piel y el tejido subyacente, resultando en piel seca,
blanquecina o carbonizada y pérdida de sensibilidad.
Quemaduras de primer grado (superficiales).
Afectan sólo la epidermis (capa externa de la piel) y como síntomas
presentan enrojecimiento, dolor e hinchazón. Una causa común de estas son las
que provoca la exposición al sol, aunque en ocasiones pueden incluso llegar a
segundo grado.
Quemaduras de segundo grado (espesor parcial).
Afectan a la epidermis y la dermis y causan dolor intenso, enrojecimiento,
hinchazón y formación de ampollas. Pueden ser superficiales o profundas y
suelen ser las más dolorosas.
Quemaduras de tercer grado (espesor total)
Afectan todas las capas de la piel y el tejido subyacente. Tienen la
característica de que la piel puede verse blanca, oscura o carbonizada. A
menudo son indoloras debido al daño de los nervios, pero el tejido puede ser
correoso. Esto las hace más peligrosas.
Además de la profundidad, las quemaduras también se clasifican por extensión,
localización y causa.
En la extensión de las quemaduras, se calcula el porcentaje de la
superficie corporal total afectada (SCT).
Leve: Menos del 10% de la superficie corporal total, sin afectar áreas críticas.
Grave: Entre el 10% y el 30% de la superficie corporal, o quemaduras de segundo
grado en áreas críticas como manos, pies, cara o genitales.
Muy grave: Entre el 30% y el 50% de la superficie corporal.
Crítica: Más del 50% de la superficie corporal.
Con respecto a la localización, algunas áreas, como la cara, manos, pies o
articulaciones, son más críticas, porque estas áreas son fundamentales para la
función y la vida diaria, y las quemaduras en ellas pueden causar
complicaciones graves como pérdida de función, riesgo de infección y daños
permanentes. Las articulaciones pueden perder movilidad debido a la rigidez de
las cicatrices, mientras que las manos y pies requieren mucha destreza y la
cara es crucial para la identidad y la expresión. Estas zonas también son más
vulnerables a las infecciones
Las quemaduras también se clasifican por la causa. Pueden ser térmicas
(calor), químicas, eléctricas o por radiación.
Complicaciones de las quemaduras.
Va a depender de la gravedad y la extensión el pronóstico de vida y
funcionalidad del paciente (como consecuencia de las cicatrices).
Las personas con quemaduras pueden morir debido a complicaciones graves,
como la infección, que a menudo conduce a sepsis, y la lesión por inhalación de
humo, que afecta los pulmones.
Otras causas importantes incluyen el shock (hipovolémico, neurogénico y
séptico) y la insuficiencia multiorgánica, que son el resultado de la extensión
de la quemadura, el daño tisular y la respuesta del cuerpo.
La gravedad de la quemadura y el área del cuerpo afectada son factores
clave que determinan el riesgo de muerte.
Infección y sepsis.
La piel quemada pierde su barrera protectora, lo que facilita la entrada de
bacterias y aumenta el riesgo de infecciones locales y sistémicas (sepsis). La
sepsis es una causa muy común de muerte en quemaduras extensas y el estado de
inmunosupresión de estos pacientes los hace más vulnerables.
Lesión por inhalación.
Inhalar humo o gases tóxicos puede causar daños graves en las vías
respiratorias y los pulmones, provocando edema pulmonar, inflamación y
dificultades respiratorias. Esto aumenta significativamente el riesgo de
mortalidad y neumonía.
Choque.
Choque hipovolémico: Las quemaduras extensas provocan una pérdida
masiva de líquidos y plasma sanguíneo a través de los vasos dañados, lo que
lleva a una caída peligrosa de la presión arterial.
Choque neurogénico: Puede ocurrir debido al trauma y al dolor intenso
asociado con las quemaduras.
Choque séptico: Es una complicación de la infección generalizada.
Falla Orgánica Múltiple: Un daño masivo en el cuerpo por
quemaduras extensas puede provocar que varios órganos (riñones, pulmones,
corazón, etc.) dejen de funcionar correctamente.
Rabdomiólisis y daño renal: En quemaduras eléctricas o térmicas
profundas, la descomposición del tejido muscular puede liberar mioglobina en la
sangre, lo que puede dañar los riñones y causar insuficiencia renal aguda.
Trastornos electrolíticos y metabólicos: La respuesta del cuerpo a la lesión puede
causar desequilibrios severos en los electrolitos y otros problemas metabólicos
que afectan el funcionamiento celular y orgánico por la pérdida de líquidos, el
daño tisular y la respuesta sistémica del cuerpo, lo que puede provocar
desequilibrios como hiponatremia (sodio bajo en sangre) e hipopotasemia
(potasio bajo en sangre). La pérdida de líquidos y electrolitos se acelera por
la sudoración excesiva y las fugas del plasma hacia los tejidos dañados. Estos
desequilibrios pueden causar complicaciones graves como shock hipovolémico,
insuficiencia renal aguda y arritmias cardíacas.
Como podremos observar, las complicaciones que causan las quemaduras son
diversas, incapacitantes e incluso mortales, por lo que requieren atención
médica hospitalaria inmediata que incluso puede resultar prolongada. Siempre
será importante una valoración médica ante cualquier lesión de este tipo.
Ya en otra ocasión, hablaremos de que hacer y los cuidados en caso de
quemaduras.
Dr. Carlos PrimitivoBaquedano Villegas
Especialista en
Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo,
México. 01 de Octubre del 2025
lunes, 1 de septiembre de 2025
RIÑONES Y VIDA
¿Eres de los que se comen una tortillita con sal, el que se toma su michelada para no sentir lo amargo de la cerveza o el que pone sal a sus alimentos sin siquiera haberlos probado? Entonces, este artículo es de tu interés.
Nuestro cuerpo, es una máquina maravillosa y perfecta a la cual nada le
sobra ni le hace falta.
Esto nos permite crecer y desarrollarnos hasta llegar a la muerte como
parte de nuestro proceso de vida.
Sin embargo, a este final al que todos estamos destinados, en muchas
ocasiones se llega de manera rápida por no tener el cuidado de nuestro cuerpo.
Desconocer cómo funciona nuestro organismo, o el sentirnos físicamente sin
malestares, nos impide tener conciencia de la importancia del cuidado y la
prevención.
Por tal motivo, en esta ocasión hablaré de uno de los órganos vitales y
poco valorados de nuestro cuerpo: los riñones; abordando su función, cuidado y
las enfermedades y sustancias que los pueden dañar.
De acuerdo a la literatura descrita en National Institute Diabetes and
Digestive and Kidney Diseases, los riñones son dos órganos en forma de frijol,
cada uno aproximadamente del tamaño de un puño, siendo su tamaño entre 10 a 12
cms en los adultos.
Están ubicados justo debajo de la caja torácica (costillas), uno a cada
lado de la columna vertebral, a nivel de la cintura lumbar.
Se encuentran rodeados por una cápsula fibrosa protectora y grasa
perirrenal e internamente se dividen en: corteza renal (parte externa que
contiene glomérulos y túbulos intersticiales), médula renal (parte interna,
organizada en pirámides renales) y la pelvis renal que es una cavidad en forma
de embudo que recoge la orina y la lleva al uréter.
Los riñones sanos de un adulto filtran alrededor de 120 ml de sangre por
minuto, cantidad que equivale a media taza, eliminando los desechos y el exceso
de agua para producir orina.
La orina fluye de los riñones a la vejiga a través de dos tubos musculares
delgados llamados uréteres, uno a cada lado de la vejiga la cual vejiga
almacena la orina.
La nefrona es la unidad estructural y funcional del riñón, responsable de
filtrar la sangre, producir orina y mantener el equilibrio hídrico y
electrolítico del cuerpo. Los riñones, los uréteres y la vejiga son parte del
tracto urinario.
Las funciones de los riñones son las siguientes:
Filtración de la sangre.
Eliminan desechos de la sangre como lo son la urea, creatinina y ácido
úrico. De hecho, la funcionalidad del riñón se evalúa de manera rápida midiendo
los niveles des estas tres sustancias a través de un examen simple de química
sanguínea. La filtración de la sangre que los riñones realizan, tiene la
finalidad de eliminar los desechos y el exceso de líquido del cuerpo.
Equilibrio hidroelectrolítico.
También, mantienen la regulación del equilibrio hídrico y electrolítico del
cuerpo a través del control de sodio, potasio, calcio, fósforo, etc. Los
riñones mantienen el equilibrio de agua, sales y minerales en la sangre,
Potencial de Hidrógeno (pH)
De igual manera, otras de sus funciones es el mantenimiento del pH
sanguíneo con la excreción de iones de hidrógeno y reabsorción de bicarbonato.
Sistema Renina – Angiotensina
Regulación de la presión arterial mediante el sistema renina-angiotensina-aldosterona
es una de las funciones más importantes de los riñones. Cuando esta regulación
se afecta, la Hipertensión Arterial Sistémica se hace presente en el cuerpo.
Producción de Hormonas
La producción de hormonas como la Eritropoyetina, que estimula la
producción de glóbulos rojos, el Calcitriol (forma activa de la vitamina D y
que sirve para para regular el calcio) es otra de las funciones de los riñones.
Así mismo, estimulan la médula ósea para crear glóbulos rojos que mantienen los
huesos fuertes.
Purificación de la sangre
Los riñones, son los encargados de la eliminación de la mayoría de los fármacos
(medicinas) y toxinas que circulan en nuestro cuerpo.
Como podremos darnos cuenta, los riñones son los encargados de desechar la
mayoría de las sustancias que se encuentran en nuestro torrente sanguíneo,
purificando nuestro cuerpo. Trabajo que se realiza desde que nacemos hasta el
momento de morir.
Sin embargo, los riñones se dañan no solamente por enfermedades crónico
degenerativas como lo son la Hipertensión Arterial o la Diabetes, sino también
por los malos hábitos alimenticios.
Se considera un daño renal aproximadamente a los 10 años de padecer estas
dos enfermedades mencionadas, tiempo que puede ser menor si existe un mal
control de las mismas.
Algunos medicamentos como lo son los esteroides (conocidos como
cortisonas), antibióticos (como aminoglucósidos, vancomicina), AINEs
(ibuprofeno, naproxeno, etc.) y la quimioterapia se consideran nefrotóxicos
(dañan al riñón) y su uso únicamente debe ser indicado por un médico que
conozca la función renal del paciente.
Y es importante mencionar que la sal es enemiga de los riñones. El consumo
excesivo de esta, provoca daño en la nefrona y en consecuencia un daño en el
filtrado glomerular (disminución de la filtración) que provoca diferentes
grados de deficiencia renal hasta llegar a la insuficiencia renal, etapa final en
la cual el riñón ya no funciona en su filtrado.
La sal, no solo la encontramos en el salero. Está presente en alimentos
embutidos y en conserva, en quesos amarillos (mientras más amarillos, más sal
contienen), en los refrescos embotellados, licores, cervezas y jugos
procesados, así como en alimentos en conserva.
Se recomienda que el consumo diario adecuado de sal por un adulto sano,
debe de ser menor a 5 gramos por día que equivale a media cucharita. Un vaso
escarchado con sal, conocido como vaso michelado, tiene un promedio de 2 a 5
gramos de sal, de manera tal, que con una sola bebida podemos estas consumiendo
nuestra cantidad máxima por día y si a esto agregamos el alto contenido de sal
de las botanas, se rebasa por mucho el consumo permitido por día.
La ingesta de un alto consumo de sal y la presencia de enfermedades como la
diabetes o hipertensión arterial son la mezcla perfecta para un daño renal.
El daño progresivo de los riñones por la combinación de malos hábitos
alimenticios y enfermedades crónico degenerativas, pueden terminar en una insuficiencia
renal, enfermedad irreversible que sólo mejora con un trasplante renal, o se
vive esclavizado con una terapia de diálisis peritoneal o hemodiálisis,
procedimientos costosos y no tan fáciles de realizar.
También existen otras enfermedades comunes de los riñones como lo son las Infecciones
urinarias que inician en la parte distal de la vía urinaria (uretra) y pueden
llegar a los riñones (pielonefritis).
Los cálculos renales (litiasis), que son depósitos sólidos de sales y
minerales que causan obstrucciones o daño de la anatomía del riñón.
La Glomerulonefritis que es una inflamación de los glomérulos y puede dañar
la filtración, es una enfermedad que puede ser causada por bacterias como el
estreptococo, enfermedades autoinmunes como el lupus, síndrome de Goodpasture o
por exposición del riñón a toxinas.
Así mismo, los quistes renales, enfermedad poliquística y el cáncer de
riñón (carcinoma de células renales, principalmente) pueden ser causantes de su
deterioro.
Como podemos darnos cuenta, la función de los riñones en nuestro cuerpo es
de suma importancia, por lo que debemos cuidarlos al extremo con la finalidad
de preservar la salud renal que permita un adecuado funcionamiento de los
mismos, teniendo especial cuidado con el consumo de sal.
Dr. Carlos
Primitivo Baquedano Villegas
Especialista
en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo,
México. 01 de Septiembre del 2025
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viernes, 1 de agosto de 2025
VACACIONES, PESO Y DIGESTIÓN
Así mismo, los alimentos van acompañados de bebidas, la gran mayoría altas en azúcares y calorías, así como bebidas alcohólicas, que ante la alegría de la convivencia con amigos y seres queridos que hace tiempo no visitábamos se pueden consumir en exceso.
Todo lo anterior, es la combinación perfecta para subamos fácil y rápidamente de peso, por lo que al regresar a casa observemos como la báscula nos demuestra un incremento bastante considerable.
Estudios demuestran que es común subir 1 a 2 kilos en una semana en vacaciones siempre y cuando no salgamos de viaje y comamos en nuestro hogar. Por el contrario, al salir de viaje y dependiendo de la activad física que se realice, así como del contenido calórico de los alimentos, se puede subir un peso aproximado de 5 kilos.
Sin embargo, también existe el riesgo de padecer alteraciones de la vía digestiva al comer alimentos que nuestro cuerpo no está a costumbrado a consumir como aquellos que son excesivamente condimentados, picantes, ácidos o irritantes.
Entre estas alteraciones digestivas se encuentra la Gastritis, Dispepsia, Colitis, Diarrea o Estreñimiento.
Se define como Gastritis a la inflamación del revestimiento del estómago, conocido como la mucosa gástrica. La inflamación puede causar molestias y síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, náuseas y vómitos. Es producida por comer alimentos y bebidas que incrementen la acidez estomacal.
La Dispepsia también conocida como indigestión, la cual se produce a menudo durante o después de comer. Se caracteriza por síntomas como ardor, dolor en el abdomen superior, o plenitud incómoda después de comer (sentirse muy lleno). La Dispepsia se produce por consumir alimentos en manera excesiva o sobreabundante, irritantes o que nuestra vía digestiva no tenga la capacidad de digerir.
La Colitis consiste en la inflamación y atrapamiento de gas en el intestino grueso o colon. Esto condiciona que exista una alteración en la motilidad del mismo lo que genera espasmos en la musculatura del intestino gruso y dolor en consecuencia. Esta condición de salud es producida por las mismas causas que la dispepsia.
Una alteración muy común es los vacacionistas es la diarrea, la cual consiste en defecar heces fecales líquidas, abundantes, explosivas y en múltiples ocasiones por día. Esto es causado por la mezcla de alimentos laxantes, bebidas alcohólicas, bebidas de tipo cítrico o sobrecarga intestinal. La mayoría de las ocasiones, esta diarrea de tipo funcional tiende a autolimitarse en las primeras 24 hrs, consumiendo alimentos que estriñan, tomando electrolitos orales o utilizando algún antidiarreico de venta libre. Es importante no consumir antidiarreicos combinados con antibióticos o antisépticos intestinales, ya que estos últimos deben ser recetados por médicos previa valoración clínica.
Con respecto a la diarrea, el consumo de probióticos puede ser una alternativa terapéutica adecuada para resolver este cuadro.
Es importante remarcar que, si la diarrea tiene una duración de más de 3 días, si es de escasa cantidad y acompañada de mucosidad o incluso sangre y con tenesmo rectal (sensación de querer defecar de manera inmediata después de haber realizado una evacuación), probablemente se trate de una diarrea infecciosa o protozoaria, por lo que necesita la valoración inmediata de un médico. Insisto en la importancia de no automedicarse con antibióticos.
El estreñimiento es totalmente contrario a la diarrea. Este se produce cuando la materia fecal permanece por más tiempo del necesario en la parte distal del colon y recto sigmoides, lo que causa que el intestino absorba el agua de las heces fecales y las endurezca y mientras más pase el tiempo, más dura será la materia fecal. Esto puede ser causado por los hábitos en los horarios de defecación, la dificultad que tienen algunas personas de defecar fuera de sus hogares, conocido como constipación o estreñimiento del viajero. También la sudoración en exceso, la mala o poca hidratación, el consumo de alimentos ricos en harinas, cereales secos o astringentes (papa, manzana sin cascara, tuna, etc.) son condicionantes de estreñimiento.
Cómo podremos darnos cuenta, las vacaciones cambian nuestra dinámica y estilo de vida, que en consecuencia tienen alteraciones en nuestro peso y actividad digestiva, sin embargo, no debemos privarnos de disfrutarlas al máximo, pero con el cuidado de no caer en excesos que nos causen las molestias previamente mencionadas y que podría interrumpirlas o hacer pasar un mal momento.
Mención especial merecen las alergias alimentarias.
Recomiendo a los vacacionistas que, al momento de comer en lugares desconocidos, con una alimentación diferente a la acostumbrada, se haga mención desde el inicio de que se padece alergia a algún alimento a fin de evitar una reacción anafiláctica (alérgica) que condicione un riesgo a la salud o a la vida.
Debemos saber que contienen los alimentos que vamos a consumir y si no están combinados o aderezados con las sustancias o alimentos que nos causan alergias.
Disfruta de unas merecidas vacaciones, visita a los amigos y a la familia, vuelve a tu lugar de origen o aquellos lugares de los que te has enamorado y te invitan a regresar, descubre y disfruta nuevos alimentos, come y bebe, pero sin exceso y, si has subido de peso, al llegar a tu rutina diaria, sométete a un régimen alimentario reductivo, incrementa tu actividad física y toma de 2 a 3 litros de agua por día.
Si te enfermas o regresas enfermo de tus vacaciones, no te automediques. Lo más adecuado es que visites a tu médico de confianza.
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de Agosto del 2025
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martes, 1 de julio de 2025
AUTOMEDICACIÓN
Una de las acciones más
peligrosas que las personas realizan es la automedicación. Esto consiste en
tomar medicamentos sin consultar a un médico. Y es peligroso debido a que, en
ocasiones, el tomar medicamentos sin saber el origen real del malestar, puede
condicionar que el problema avance y se vuelva más complicado, peligroso e
incluso mortal.
En la actualidad, las personas
tienen la tendencia de buscar en la red medicamentos para los síntomas que
tienen, o peor incluso, para enfermedades que a veces piensan tener.
Y es que la automedicación no es
cosa menor, pues como ya mencioné previamente, pode ser motivo de complicación.
El tomar medicamentos para los
síntomas, es una medida que se puede realizar en lo que se solicita una
valoración médica, pero su uso no debe ser prolongado.
Peor aún es el hecho de
autoadministrarse medicamentos de tipo antibiótico, ya que su uso innecesario,
provoca resistencia bacteriana y cuando en verdad se necesitan a las bacterias
ya no les hacen efecto por la resistencia mencionada, además de que el uso de
antibióticos autoprescritos es una práctica peligrosa.
Les pongo el siguiente ejemplo:
Una persona con fiebre y dolor abdominal, por ningún motivo debe tomar
antibióticos por autoprescripción, ya que estos síntomas pueden ser causados
por una apendicitis y los antibióticos van a enmascarar la enfermedad condicionando
su avance a una perforación intestinal, sepsis o incluso muerte.
Y es que incluso automedicarse
con medicamentos para los síntomas es una práctica peligrosa.
En nuestro país, el paracetamol
es uno de los medicamentos más utilizados en automedicación por la población.
Esto es debido a que es el medicamento de elección en las instituciones de
salud gubernamentales además de su bajo costo en el mercado.
Sin embargo, el paracetamol a
dosis inadecuadas puede condicionar complicaciones como una hepatitis debido a
que se metaboliza en el hígado, por lo que se debe administrar con precaución
en pacientes con daño hepático, al igual que en aquellos que están recibiendo
medicamentos hepatotóxicos o que tienen nefropatía.
Y aunque es poco común escuchar
que una persona es alérgica al paracetamol, las personas que sufren alergia a
este medicamento pueden presentar reacciones que les provocan inflamación de la
vía respiratoria, asfixia y muerte.
Y hablando de alergias, en muchas
ocasiones las personas que desconocen que son alérgicas y se automedican pueden
poner en peligro su vida. Por ejemplo, los que tienen alergia al ácido acetil
salicílico (aspirina ®) no deben consumir el clásico remedio para gastritis,
colitis o diarrea como lo es el salicilato de bismuto (pepto-bismol ®) debido a
que tendrán la misma y peligrosa reacción alérgica que les produce el acetil
salicílico.
Y es que una reacción alérgica no
es cosa menor, hay personas que incluso han perdido la vida por estas
anafilaxias.
Así mismo, el tomar medicamento
por autoprescripción junto con medicamentos previamente recetados por
enfermedades crónicas, puede disminuir o aumentar el efecto de los medicamentos
de control, complicando las enfermedades para los cuales fueron recetados.
En nuestro país, existe la
cultura de la automedicación, auspiciada por la venta de medicamentos llamados
OTC (por sus siglas en inglés "over-the-counter", que significa
"por encima del mostrador" o "de venta libre") los cuales
son vendidos por personal con poca preparación farmacológica.
Y es cierto, que estos
medicamentos OTC tienen advertencias en sus cajas o envolturas, pero es muy
poca la gente que acostumbra leerlas o en caso de leerlas, sin el conocimiento
adecuado, en ocasiones no son entendibles.
En nuestro país existe la
legislación de que sólo se venden medicamentos con receta médica en la
categoría de antibióticos o controlados, por lo que uno puede acudir a la
farmacia y decirle al vendedor alguno de sus síntomas y que este recomiende un
medicamento. Desafortunadamente, el personal de las farmacias, en su mayoría,
no tienen conocimientos médicos o han aprendido para que sirve cada medicamento
de manera empírica, pero sin ahondar en las contraindicaciones, las
interacciones con otros medicamentos o los efectos adversos que estos pueden
causar.
Pero existe algo más grave aún que
la automedicación, es la recomendación que hace la abuelita, el vecino, el
amigo o alguna otra persona sin preparación médica quienes indican medicamentos
por que los síntomas del enfermo son parecidos a los que se ha padecido los que
recomiendan. Pero esto no debe ser así.
Pongo como ejemplo el uso de
esteroides o cortisonas como la gente las conoce. Estos medicamentos son una
excelente terapéutica cuando son correctamente indicados a personas que los
pueden utilizar, pero de uso delicado. Si una persona con diabetes o hipertensión
utiliza estos medicamentos, corre el gran riesgo de que estas enfermedades se
descontrolen porque provocan elevación de los niveles de glucosa o cifras
tensionales. Además, su uso indiscriminado, causa complicaciones como el
síndrome de Cushing, en el cual el paciente se empieza a hinchar y a presentar
otros síntomas.
Mención aparte merecen los
medicamentos y remedios milagrosos que se anuncian en las redes y medios de
comunicación. Y es que también son peligrosos, por que no sabes sin sus
contenidos te pueden causar alergia, si es realmente lo que necesitas para tu
enfermedad o si se contrapone a alguno de los medicamentos que utilizas de
forma crónica.
Entonces, queda la siguiente
pregunta ¿es válido tomar medicamentos sin prescripción?
Pues como ya mencioné
previamente, se pueden tomar medicamentos de manera provisional en lo que se
solicita revisión médica, pero bajo tu propio riesgo. Lo que es incorrecto es
jugar al médico, querer ahorrar en salud (que luego sale más caro) y poner en
peligro la vida por complicaciones o avance de la enfermedad.
En síntesis, el automedicarse, el
resurtir recetas anteriores, el indicar medicamentos a otras personas sin ser
médicos o peor aún, dar medicamentos a los niños y ancianos, es una práctica,
temeraria, peligrosa e imprudente que causar más daño que bien.
Lo correcto y más adecuado es
consultar con tu médico de confianza, pero no por teléfono, acude a una
consulta.
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de julio del 2025







