miércoles, 1 de febrero de 2012

AHORRANDO EN SALUD


Es muy común que a la consulta lleguen pacientes que hace muchos días se encuentran enfermos y que incluso se han automedicado. Es innegable que la economía de nuestro país no es en este momento la mejor, lo que condiciona que los que se enferman busquen curar su salud al menor costo posible. Sin embargo, como decía mi abuelita, muchas veces sale más caro el caldo que las albóndigas.

Hablemos inicialmente de la automedicación. Está práctica es muy común entre los habitantes de nuestra nación. Usos y costumbres, cultura, necesidad, pobreza, desidia, poco interés de las autoridades sanitarias en la regulación de la venta de medicamentos, entre otros, son los factores que la propician y que aún en la actualidad se sigue realizando. Con frecuencia hemos escuchado que muchas personas acudían a la tiendita de la esquina a comprar unas tabletas de Terramicina® masticable al menor síntoma respiratorio, a dosis y tiempos la mayoría de las veces inadecuados. El aplicarse antibióticos y consumir analgésicos por autoprescripción, o peor aún, porque fue recetado por la vecina, la amiga, la tía o el compadre es una acción muy peligrosa.

¿Por qué NO automedicarnos? De ninguna forma el interés de este escrito radica en que el paciente acuda de manera más frecuente al médico (aunque si así fuere sería maravilloso para la maltrecha finanza de los médicos de primer nivel de atención: Médicos Generales y Médicos Familiares). Sino, más bien está en que el paciente conozca los perjuicios y riesgos que tiene al tomar medicamentos sin que sean recetados por un médico.

La mayoría de las personas saben para qué sirven los medicamentos más comunes, sobre todo las que acuden frecuentemente al médico porque tienen hijos pequeños, gente mayor en casa o enfermos crónico-degerativos. Sin embargo, esto no es lo único que se necesita saber para administrarse determinada medicina.

Existen otros factores que son sumamente importantes para indicar un medicamento, tales como las contraindicaciones, los efectos adversos, las interacciones medicamentosas (consecuencias desfavorables o funcionamiento diferente al habitual que se producen cuando los medicamentos se administran con otros medicamentos), el tiempo que deben utilizarse, las dosis adecuadas sobre todo en niños, adultos mayores o personas con daño renal o hepático.

Otro dato relevante que mucha gente desconoce es que el medicamento que cura a un paciente, no necesariamente tiene que ser efectivo para otra persona. Incluso, puede complicar su patología.

Las contraindicaciones más comunes son las alergias. Los pacientes saben qué medicamento les cae mal y tratan de no usarlo. Pero una alergia se puede presentar en cualquier momento.

No todos los medicamentos se pueden administrar libremente. Pongo como ejemplo los medicamentos que son utilizados para los resfriados comunes. Estos medicamentos no deben ser consumidos por pacientes que padezcan Hipertensión Arterial puesto que elevan la presión arterial. Si tenemos en cuenta que un paciente puede cursar con Hipertensión Arterial y no saberlo por ser esta una enfermedad asintomática en sus estadios iniciales, corre un riesgo alto de que esta se incremente por la ingesta de esos productos.

Que decir de la mamá angustiada por la fiebre de su hijo menor, que le administra dosis altas de paracetamol para bajar la temperatura lo más rápido posible, o con intervalos muy cortos entre dosis y dosis sin saber que le puede condicionar una hepatitis fulminante que pondría la vida del infante en peligro.

El consumo indiscriminado de antibióticos (que se siguen consiguiendo con facilidad a pesar de que sólo se venden con receta médica), en dosis inadecuadas, en períodos menores a cómo deben manejarse, o incluso siendo utilizados de forma innecesaria (como las gripes, las infecciones virales o micóticas, etc.) condicionan que las bacterias adquieran resistencia. Esto significa que ya saben cómo defenderse del antibiótico y éste no les causa ningún efecto. Con mucho estupor, he visto como colegas que trabajan en farmacias de bajo costo recetan antibióticos de forma común, ya sea porque les reditué económicamente o peor aún por falta de capacidad. En una ocasión vi en una de esas recetas 3 ámpulas de ceftriaxona seguidas de 1 caja de amoxicilina para un paciente que tenía dengue. El daño a ese paciente fue en su salud presente y futura (al hacer resistencia bacteriana) y en su economía, pues lo que aparentemente le era barato, terminó siendo mucho más caro y más doloroso.

Las mujeres embarazadas son un punto muy especial a tratar en este documento. Sobre todo en las primeras semanas de gestación no deben consumir medicamentos que no sean recetados por médicos (que además deben saber que están embarazadas), pues esta etapa es en la cual el bebé se va formando dentro de su vientre y algunas sustancias les pueden condicionar serias deformidades al futuro niño. En México, los medicamentos que están contraindicados durante el embarazo traen la figura de una mujer embarazada tachada en una de las caras laterales de las cajas de los medicamentos o en el envase de los que vienen sin empacar. Estas se llaman leyendas de protección. Se utilizan para que las mujeres embarazadas eviten consumir estos productos. Los médicos, después de una evaluación integral de la paciente, podemos prescribir estos medicamentos, pero siempre con la obligación de informarle todo lo relativo a esta sustancia.

La ingesta prolongada de desinflamatorios no esteroideos y de cortisonas, provocan serios daños a la salud como la gastritis erosiva, el sangrado de tubo digestivo, alteraciones en la coagulación de la sangre, enfermedades de las glándulas suprarrenales (como el Síndrome de Cushing), entre otros. Al inicio de su uso, el enfermo se siente bien, por lo que continúa consumiéndolo por más tiempo del prescrito por el médico, teniendo como consecuencia alguna de las complicaciones descritas.

Otra práctica muy común es resurtir la receta de la consulta anterior, pensando que como los síntomas son idénticos, también el tratamiento debe ser igual porque se trata de la misma enfermedad. Grave error, pues la mayoría de las veces esto no es así. Algunos medicamentos como el ambroxol que es un mucolítico, se usa de forma indiscriminada para cualquier tipo de tos, condicionando que el paciente persista con este síntoma. Este medicamente tiene una indicación y sólo el médico es quién lo debe prescribir.

Es increíble como muchas veces al llegar a la farmacia, los pacientes permiten que les cambien la receta por otros medicamentos de menor costo o incluso por otras sales. El ahorrarte algunos pesos en un medicamento a la larga puede resultar mucho más caro, no siempre lo mismo es lo más barato, ni lo más barato en lo mismo. ¿Sabías que el personaje que te despacha el medicamento en la farmacia, en muchas ocasiones no tiene más que bachillerato, o peor aún sólo secundaria? Entonces, ¿cómo permites que te cambie la receta que te expidió un médico que cuando menos ya fue a la universidad?

Te voy a dar algunos consejos para que ahorres en salud:

·No te automediques. Acude con el médico, él con sus conocimientos y después de hacerte una evaluación integral te recetará lo más adecuado.

·Evita resurtir recetas antiguas. Recuerda que muchas enfermedades tienen síntomas idénticos pero causas diferentes.

·Toma tus medicamentos como se indica. No suspendas los tratamientos o por el contrario los prolongues. Consume tus medicinas en el horario y tiempo de tratamiento establecidos por tu médico.

·No le recetes a tus hijos, familia o amigos. Pon en manos de expertos el cuidado de la salud. ¿Dejarías que una persona que no sabe nadar sea tu salvavidas en una playa con grandes olas?

·Pregunta a tu médico que tan caro es el medicamento que te prescribe. Existen otras alternativas menos costosas que el médico puede utilizar.

·Promociones de medicamentos. Algunos laboratorios y farmacias tienen programas estratégicos para apego a los tratamientos como tarjetas de descuentos, programas de puntos, canje de medicamentos, vales, medicamentos al 2 por 1 e incluso al 3 por 1.

·No consumas medicamentos de bajo costo. Identifica que los medicamentos que compras sean de calidad, originales o Genéricos Intercambiables (GI). Evita los medicamentos que se expiden en los tianguis, en las calles, en farmacias de dudosa calidad.

·De ninguna manera pidas medicamentos por internet con entrega a domicilio. Nunca sabrás si en realidad estás consumiendo una copia de medicamento (medicamento pirata) que no contiene la sal que debe ser.

·Cuídate y protégete. La prevención es la mejor manera de estar sano.

Espero que todo lo anterior te sea de utilidad en beneficio de tu salud y la de tu familia. Otro de los dichos de mi abuelita es: Zapatero a tus zapatos. Deja el cuidado de tu salud en manos de profesionales.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
http://medicasanvicente.sitiosprodigy.mx/
twitter:@CBaquedano_V



Cancún, Quintana Roo, México. Febrero del 2012